martes, 28 de octubre de 2014

IGLESIA DE SANTA MARÍA EN TRASTEVERE

               Crónica 19

        Iglesia de Santa María en Trastevere  

            Hacía unos minutos que habíamos salido de la basílica de Santa Cecilia, e íbamos en busca de la iglesia de Santa María en Trastevere. Ya en la calle, preguntamos donde se encontraba. Cuando llegamos, tomamos asiento y apenas pasado dos minutos me levanté y comencé a tomar fotos y videos, mientras Margarita tomaba fotos por uno de los pasillos, yo caminaba por de la nave central llamándome la atención su techo, el que me dio la impresión de que estaba adornado en oro, a su vez; me acerqué al baldaquino, el cual estaba sustentando por cuatro columnas de pórfido rojo. En el medio del mismo se encuentra un pequeño cuadro de Jesús y al fondo: el transepto, tal parecía que había sido pintado el día antes. De nuevo volvimos a sentarnos para contemplar la belleza de la iglesia con todo su esplendor, y darle, una vez más, las gracias a Dios por permitirnos estar en una de los primeros templos que tuvieron los cristianos en Roma. Mientras estaba sentado escuché gritos, los cuales tenía la impresión de que provenían de ultratumba, oía que decía: “Sáquenme de aquí que quiero volver de nuevo a la luz para continuar enterrando a los muertos en las Catacumbas”.
            —Quien eres —le pregunté a mi subconsciente. Al no tener respuesta de nuevo volví a preguntar.
            —Soy el Papa Calixto I. Como sabrás, yo fui el celador de las Catacumbas hasta que fui investido para ocupar el trono de San Pedro. Si no lo sabes, yo también fui esclavo.
            —¿Y qué haces aquí que no estás en las Catacumbas? —pregunté.
            —Es que fui martirizado y después que la vida se me fue, tiraron mi cuerpo en un pozo que hubo en esta iglesia, pero un día lo cerraron y me dejaron en el —me dijo.
            —No puedo hacer nada por ti, pues no soy romano y tampoco creo que otros lo hagan, pues tendrían que echar abajo esta iglesia dedicada a la Virgen María. Lo que si te sugiero es que libere tu espíritu para que salga a la luz con el fin de que mantengas este santo lugar, vivo por siempre.
            —Tienes razón. Ya mi tiempo de vida entre los hombres pasó, ahora puedo hacer más para que la humanidad se ame a sí misma.
            En eso, Margarita se levantó de su asiento, volviendo yo al presente. A los pocos segundos salimos a la plaza, donde tomamos nuevas fotos de la fachada y de la fuente que se encontraba en el lugar. Ya en la calle nos dirigimos hacia la iglesia de San Francisco de Ripa, no muy lejos de donde estábamos.



            Apuntes de la Iglesia de Santa María en Trastevere.
            Los orígenes de de la iglesia de Santa María en Trastevere se remontan a la época medioeval, la cual se encuentra en el barrio del Trastevere, se dice que esta iglesia es la más antigua de Roma dedicada a la virgen María.
            Según cuenta la leyenda, la primera iglesia que se construyó se irguió sobre un manantial de aceite que brotó en el lugar.
            Cuando uno entra en la plaza de Santa María en Trastevere, lo primero que se encuentra es una fuente construida a finales del siglo XVII, pero si levantamos la vista hacia los altos, se podrá observar un maravilloso mosaico, en el que se encuentra la Virgen con el niño, y a cada lado cinco mujeres vírgenes, las cuales les están ofrendando regalos la santísima Madre y al Niño, y aún más alto, cerca del campanario, hay otro mosaico de la Virgen con el niño, este más pequeño.
            En Santa María en Trastevere se encuentran los restos de los papas Calixto I, Julio I y Cornelius, dos de los cuales fueron trasladados por el papa Gregorio IV desde las catacumbas.
            Al entrar a la iglesia, ante nosotros se distinguen 22 hermosas columnas jónicas de granito, las que fueron extraídas de las termas de Caracallas. También se puede ver varios mosaicos de incalculable valor. Entre los que más se destacan está el de Pietro Cavallini, (1291) bajo el título de la Anunciación.
            Fue en esta iglesia, de Santa María en Trastevere, donde los cristianos, por vez primera, celebraron una misa en Roma, por supuesto; de la iglesia original apenas queda rastro, tan solo el campanario, ya que con el transcurso de los siglos se fue deteriorando de tal forma que tuvo que ser reconstruida en el 1140, bajo el papado de Inocencio II y, mucho tiempo después, en 1860 de nuevo fue restaurada.



               






       



IGLESIA DE SANTA CECILIA

        Crónica 18
        Iglesia de Santa Cecilia  

            Nos levantamos temprano, como de costumbre, desayunamos y echamos a caminar hasta llegar a la vía de Lungotevere in Sassia, donde cogimos uno de los autobuses que se dirigen al Trastevere, después de varias paradas, llegó la nuestra. De inmediato preguntamos donde se encontraba la iglesia de Santa Cecilia, a pasos lentos, pero continuos íbamos atravesando las adoquinadas y estrechas calles, en una de ella vimos una tienda, y en la pared de la misma un perro amarado a una cadena, la cual estaba sujeta a un eslabón que colgaba de la pared y, debajo un letrero que decía: “Dog parking” —parqueo para perros —. Llegamos al lugar, de inmediato te encuentra con un pequeño parque, en cuyo lateral hay dos edificios, y en entre ambos: una fuente, dentro de la misma un cántaro romano, al fondo; la iglesia de Santa Cecilia.
            Entramos y le dimos las gracias a Dios por permitirnos estar en tan sagrado lugar. Comenzamos el recorrido mirando hacia el techo de la basílica, al bajar la vista, frente a nosotros, como si estuviera durmiendo se encontraba una bella escultura de la santa reposando debajo del altar. Ella tenía los dedos de su mano derecha en la misma posición de la santísima Trinidad, en su cuello se veían las marcas del verdugo, y su cuerpo tal parecía que tenía vida, no sé como sucedió pero a mis oídos escuché una voz que me dijo: “José Luis, yo si tengo vida, mi cuerpo ya no existe, digo, solo en esta forma que me ves, pero mi espíritu está eternamente vivo”. Entonces me di cuenta que era verdad, pues ella estaba allí en cuerpo de mármol, pero en espíritu de vida, y de nuevo se había hecho presente para continuar contándome su vida, lo cual había comenzado la tarde anterior en las catacumbas de San Calixto. Se hizo un silencio sepulcral, sin embargo; una vez más se dirigió a mi, y me dijo: “Este no es el momento para continuar nuestra conversación. Cuando bajes donde están mis restos mortales, en la cripta de la galería, allí te narraré el resto de mi historia. Quiero que tan solo tu esposa y tú estén presentes, pues en esta oportunidad ella también podrá ver mi presencia y escuchar mi voz, aunque no lo quieras creer, no todos creen que el martirio que sufrí en el mundo de los vivos fue real. Así que les espero” —me dijo antes de que su voz desapareciera de mis oídos.
            Margarita y yo seguimos recorriendo la iglesia, en uno de las paredes estaba la tumba del cardenal Paolo Emilio Sfondrati, a su derecha; la del cardenal Adam de Hartford. En el techo, un fresco de Santa Cecilia en la Gloria; en fin, cualquier lugar que dirigíamos la vista, el hombre dejaba rastro de su unión con Dios. Después subimos unos cuantos escalones, pagamos dos entradas, entonces bajamos a los subterráneos, en los cuales había varios nichos, hasta que tuvimos un nuevo encuentro con Cecilia.      
            Al llegar al lugar la vimos, estaba más bella que nunca, tal parecía que se encontraban en tiempo presente. De su cabeza había desaparecido el velo que la envolvía, y las heridas del cuello estaban cicatrizadas.
            En el lugar había varias sillas donde se sientan los creyentes, mientras se oficia la misa. Nosotros nos mantuvimos de pie, pues queríamos llenar nuestras almas con la paz que existía en el lugar, nadie más estaba presente, por lo que la santa se dirigió a nosotros continuando el relato de su vida y muerte, comenzado el día anterior en las catacumbas.
            “Como ya les dije, mi alma y mi cuerpo se separaron porque el prefecto de Roma así lo dispuso. Yo acepté a Cristo en mi corazón, y Él me dio fuerza y valor para soportar todos los tormentos que ya conocen. Después de expirar, llevaron mi cuerpo hacia las catacumbas y por mucho tiempo no se supo de mí, pero yo quería que la humanidad supiera mi verdad, que supiera que yo la puedo acercar al Señor si creen el Él, es por eso, que muchos años después de mi partida me le aparecí al Papa Pascual I en sueño, al cual le informé donde se encontraba mi nicho, quien, fue a mi encuentro. Sacó mi cuerpo de donde estaba, y lo trasladó a está iglesia donde me encuentro ahora, por cierto, no fue la original, en fin; colocó mi cuerpo en un sitio resguardado para que nadie profanara mi tumba. Así el tiempo pasó, y un día salí de nuevo a la luz. En las nuevas excavaciones que se hicieron en la iglesia en el año de 1599, apareció una caja de madera y dentro: un féretro, en el cual estaba mi cuerpo intacto, en la misma posición que han visto en el altar mayor. Aquello fue un milagro del Señor, el que yo haya conservado mi cuerpo tal y como me dejaron cientos de años atrás. En fin, me nombraron patrona de la música, pues en mi boda yo había cantado de felicidad”. La santa hizo una pausa a la vez que continuó.
            “Ya conocen mi vida material y espiritual, solo quiero pedirles un favor” —hizo una nueva pausa y siguió—. “Cuando abandonen este templo, no digan que yo estoy muerta, anuncien que estoy eternamente viva en el corazón de quienes me aman. Que la muerte no existe, que lo que existe es un cambio de la vida material a la vida eterna. Canten al mundo que el Señor siempre estará con vosotros, tal y como siempre lo ha estado conmigo. Anuncien que cuando se muere en Fe, aunque no sea en nuestra creencia, se vive en Fe, y que solamente hay un Dios para todos, que es un Dios de amor y que siempre nos acompañará en los caminos de luz y también en los caminos de espinas”.
            Segundos después, la santa despareció de nuestra vista, por lo que Margarita y yo abandonamos el templo, más felices que nunca, pues de nuevo, habíamos estado en uno de los lugares sagrados donde el hombre deja de ser, para acercarse al creador.


        Apuntes de la Iglesia de Santa Cecilia
            La iglesia de Santa Cecilia está en el barrio del Trastevere, la cual se construyó en diferentes épocas, la primera en el siglo V, después en el año 822. En el 1724 se le hicieron reparaciones, también en 1742 y en 1823. En esta iglesia se encuentran los restos mortales de Santa Cecilia, y una bella escultura del escultor Stefano Maderno, representando la Santa en la misma posición en que se encontró su cadáver cuando se abrió el féretro el 20 de octubre de 1599. En el techo de la iglesia hay un fresco de Santa Cecilia en la gloria, del pintor Sebastiano Conca. En la iglesia hay varias tumbas, entre las que se cuenta la del cardenal Adam de Hartford. En las capillas hay frescos de una belleza inigualable, entre los que sobresale la degollación de Santa Cecilia. La cúpula está adornada con pequeños mosaicos, teniendo en el centro al Salvador, rodeado de personas. A su vez, el tabernáculo está compuesto por cuatro columnas y cuatro zócalos que sostienen la estatua de la Santa.

            La tumba de Santa Cecilia está en los subterráneos. Frente a la misma hay un pequeño espacio donde se oficia misa. En cuanto al campanario, está compuesto de dos niveles, pertenece a la época medioeval, y tiene una pequeña inclinación, aunque no hay peligro de que se venga al piso. 





CATACUMBA DE SAN CALIXTO

         Crónica 17
        Las Catacumbas 

            Mi esposa y yo nos encontrábamos en Roma disfrutando de unas cortas vacaciones. La mañana en que aconteció esta crónica salimos más tarde que de costumbre de Casa Francis en dirección a la parada del autobús: después de viajar cerca de 45 minutos llegamos a la estación de Termini, donde cogimos el metro de la línea A, que nos dejó en la estación de San Giovanni. De inmediato nos dirigimos hacia la parada del autobús 218, que pasa cerca de las catacumbas, el cual abordamos.
            La máquina se encaminó por la vía Apia, como a los veinte minutos nos apeamos en la vía Ardeatina, frente a nosotros había una torre rectangular con dos carteles, uno en los altos que decía: “Catacombe S. Callisto”, y el otro más abajo, con la siguiente advertencia: “Entrata Riservata alle Catacombe S. Callisto”, de inmediato comenzamos a caminar cuesta arriba por la vía que conduce a las catacumbas. Ambos lados de la misma estaban cubiertos por adelfas, aún sin florecer, más adelante; fueron unos pinos esbeltos que querían llegar al cielo, mientras andábamos, al lado izquierdo apareció un terreno baldío, al poco rato; un sembradío de olivares. Después, a medio andar nos detuvimos para ver el jardín de una mansión. A los pocos minutos continuamos caminando hasta que vimos una flecha que nos indicaba que estábamos cerca de nuestro objetivo. Minutos después completamos los 900 metros que nos separaban desde la parada del autobús hasta las Catacumbas de San Calixto.
            A simple vista, el lugar apenas llamaba la atención, en un lateral había una tienda de suvenires, y frente a la misma, una casa donde se compran los billetes para entrar a las catacumbas. Lo cual hicimos, entonces esperamos unos minutos hasta que llamaron a las personas que querían hacer el recorrido con un guía en inglés, cinco minutos después hicieron lo mismo con las que hablaban español: solamente habían dos personas en este pequeño grupo, mi esposa y yo. Nuestra guía fue una simpática joven italiana, muy comunicadora y amable, de nombre Linda, después de alabarle lo fluido que hablaba el español, nos dijo que lo había aprendido en la universidad de Salamanca, España.
            Comenzamos nuestro recorrido, pero antes de penetrar al cementerio sagrado, hizo una pausa para explicarnos el origen de las Catacumbas. Cuando entras, de inmediato, te das cuenta que tú no eres quien allí se encuentra, pues tu mente se traslada a un pasado tan lejano que…
            —Bienvenido a nuestra morada, —escuché la voz de varias personas, cuando levanté la vista vi entre ellas a dos Papas; Fabián y Ponciano. Con la misma me incliné y a ambos les besé la mano, a su vez me dijeron que continuara mi recorrido para que conociera a los verdaderos héroes y mártires del cristianismo, lo cual hice.
            Al rato de estar andando por entre los sepulcros comenzaron a salir manos para saludarnos, aunque mi esposa no las veía y tampoco los escuchaba. Yo me asusté, pero al instante me di cuenta que era la gente de la cual me habían hablado los dos Papas. Muchos de quienes allí se encontraban habían llegado por profesar la fe Cristiana, otros, porque les había llegado su hora. En fin, todos querían dirigirse a mi persona, de vez en cuando me detenía y les escuchaba, unas veces su calvario; otras, sus odiseas por los caminos de la vida; otras, sus amores; y otras, su devoción por el Señor, y así, yendo de un lado al otro, pregunté donde se encontraba Cecilia. De inmediato, un joven de nombre Valeriano se acercó a mi y comenzó a contarme la vida de la santa, la cual voy a contar tal y como la escuché.
            “Corría los finales del año 230 de de la era cristiana, cuando Cecilia, una joven bella, perteneciente a una familia acomodada había abrazado la religión cristiana, semanas antes se había casado con un apuesto joven, la noche de la boda, ella le confesó a él su fe, además de que había hecho voto de castidad, lo cual él respetó. Tanto el esposo, como el hermano de este, abrazaron el cristianismo. Al cabo del tiempo, el prefecto de Roma, Turcio Almaquio los conminó a renunciar de su fe y como prueba de que tal cosa haría les pidió que hicieran un sacrificio a un dios pagano. Ambos jóvenes se negaron, por lo que fueron ejecutados. A los pocos días, a ella le hicieron el mismo ofrecimiento, que también rechazó, por lo que la encerraron en un cuarto de vapor para que muriera deshidratada mientras era martirizada se le apareció un ángel que evitó que tal cosa sucediera, al saber el prefecto que la joven seguía con vida, la condenó a morir decapitada en la casa donde vivía. El verdugo tomó en sus manos el arma mortal, dejándola caer tres veces sobre el cuello de Cecilia, no pudiendo cumplir su misión. En aquellos tiempos, las leyes paganas no permitían que se les diera más de tres golpes a las personas que fueran a ser ejecutadas, por lo que entonces, la encerraron en una habitación de su casa y a los tres días falleció a consecuencia de las heridas recibidas.
            Después de su muerte, ocurrida el 22 de noviembre del 230, su cuerpo fue llevado hacia las catacumbas y enterrado en un nicho, muy cerca de la cripta de los papas, perdiéndose todo rastro de ella, hasta que el papa Pascual I encontró el cuerpo, lo cual ocurrió al comienzo del siglo IX”. 
            Sin saber como, el joven desapareció de mi vista, entonces me di cuenta que quien me había contado la vida de Cecilia era su esposo.
            En fin, después de mucho andar, tuve ante mi, un encuentro con la Santa, tal parecía que nunca había partido. Llevaba puesto un vestido blanco y de sus labios brotaba una agradable sonrisa, extendió su mano y tuvo la mía entre las suyas por unos segundos, al momento una agradable paz espiritual invadió mi cuerpo. Después de escucharla, cerré los ojos, de lo cual parece que se percató, pues me dijo: “Gracias por venir y tenerme por siempre en tu mente, desde aquí yo siempre oraré al Señor por ti y por quienes tu amas” Le di las gracias por gesto tan puro, con la misma me dijo: “Te dejo que tengo que irme a mi otro santuario, si no lo sabes, yo voy y vengo a este lugar cada vez que alguien viene a visitarme, de lo contrario; me encuentro en la Iglesia que lleva mi nombre en el Trastevere, por lo que te invito a que vayas a ella, y sepas más de mi vida. Así que te veo pronto, digo, si es que aceptas mi invitación”.
            —Por supuesto, que nos volveremos a ver. Mañana iré a tu encuentro. No te digo adiós, si no hasta pronto —le dije. Al girar la cabeza y querer dirigirme una vez más a ella, no se encontraba a mi lado, quien si estaba era mi esposa. Entonces volví a la realidad, pues yo había vivido un sueño del cual no hubiera querido despertar. Antes de partir me dirigí de nuevo a ella, pues sabía que aún me escuchaba: —Mañana estaré allí para que me sigas contando tu vida—. Sin duda que ella asintió, pues no escuché más su voz.
            Continuamos con Linda, nuestra guía; la cual nos explicaba con lujo de detalles los lugares por donde pasábamos, al comienzo; habíamos bajado al segundo nivel, recorriendo parte de los túneles. Salimos a la superficie y la joven guía nos dio las gracias por haber visitado uno de los lugares más sagrados de la Roma Cristiana.
            Abandonamos el parque, después de tomar algunas fotos nos dirigimos a la calle por donde habíamos venido, pero esta vez; en dirección contraria, ya que desde la entrada de las Catacumbas de San Calixto hasta llegar al lugar hay como un kilómetro, y al retirarnos; para llegar a la parada del autobús unos doscientos metros. Al rato de llegar a la parada, apareció el autobús 218, nos montamos y a los pocos minutos llegamos a la estación del metro de San Giovanni. Subimos al mismo hasta apearnos en la estación de Termini, allí abordamos el autobús 64 que nos llevó de regreso a Casa Francis. Esa noche salimos a cenar y a dar una vuelta por la ciudad para disfrutar, por un par de horas, el embrujo encantador de las noches de Roma. Una vez más visitamos la Fontana de Trevi, después comenzamos a caminar hasta llegar a la plaza de la Rotonda, atravesamos la plaza Navona, y a los pocos minutos llegamos a la parada del autobús 64, en la vía Vittorio Emanuele II, apenas había pasado media hora cuando llegamos a Casa Francis, nos acostamos, yo apenas pude dormir, recordando el encuentro con la Santa y sobre todo; el nuevo que tendría al siguiente día, no obstante, mis ojos se cerraron.

        Apuntes de las Catacumbas
            Durante el imperio romano, los paganos no enterraban a sus muertos, sino que los incineraban, y mucho menos le permitían a los cristianos hacerlo cerca de las ciudades, razón por lo cual familias adineradas donaron varios terrenos en las cercanías de la vía Apia, para que estos últimos pudieran darle cristiana sepultura a sus seres queridos. Las catacumbas son excavaciones que se hicieron desde el siglo II de nuestra era hasta el V. Muchas veces se les han confundido como lugares de refugio. En las mismas se oficiaban misas, lo cual estaba prohibido por el imperio. Las más conocidas de las catacumbas de Roma es la de San Calixto, que fue la unión de varias, la cual tiene una extensión de unos veinte kilómetros, y llega a tener hasta tres niveles. Se documenta que en sus nichos fueron enterrados más de medio millón de personas, entre las cuales se encuentran varios papas y cientos de mártires.
            Cuando uno entra en los subterráneos siente una gran paz espiritual, fuera de toda comparación, los cuales dan la impresión de que están climatizados.
            En las catacumbas hay pinturas alegóricas al cristianismo, sobre todo; los símbolos sagrados, entre los cuales están: la paloma, el ancla, el buen pastor, el pez y otros.
            Los subterráneos estuvieron abandonados cerca de mil años, hasta que fueron redescubiertos en el 1819 por el arqueólogo Giovanni Battista de Rossi.
            La razón por la que los cristianos enterraban a sus muertos y no los cremaban, está basado en hechos bíblicos, ya que Jesucristo fue sepultado en una cueva, y resucitó.
            Durante los primeros cuatro siglos del advenimiento del cristianismo, la persecución contra los creyentes en Cristo fue brutal, la misma estuvo vigente hasta que el emperador Constantino dictó un edicto, en el cual se abolía la persecución de los seguidores de Cristo, ya que el emperador había abrazado la fe Cristiana. A partir de entonces se enterraban a los cristianos fallecidos en las iglesias y lugares sagrados.
            En las catacumbas de San Calixto yace una cripta del siglo III, donde fueron enterrados cinco papas mártires: Antero, Fabiano, Sixto II, Lucio y Eutiquiano, muy cerca se encontraba el nicho de Santa Cecilia, la cual estuvo en el lugar hasta que el papa Pascual I trasladó los restos de la santa a la casa donde la joven había vivido durante su juventud, hechos que ocurrieron en el año 821. Cecilia es la patrona de los músicos y había fallecido por los golpes que recibió en el cuello al negarse a abjurar de su fe cristiana.
            Antes de ser inhumados, los cadáveres de los cristianos se envolvían en un sudario. Entre los nichos se dejaban espacios disponibles para colocar las lámparas en los túneles con el fin de iluminar el lugar, algunas de las catacumbas tenían claraboyas para dar entrada a la luz. Aproximadamente en el año 199 el papa Ceferino nombró a un diácono de nombre Calixto para administrar las catacumbas, el cual, años después ocupó el trono de San Pedro como Calixto I.
            Uno de las interrogantes que siempre se ha preguntado el hombre con respecto a las catacumbas es que: ¿cómo fue posible que el imperio romano teniendo conocimiento de las mismas no las destruyó?
            La razón estaba basada en una ley romana muy respetada, la cual determinaba que el emperador era dueño de las vidas de sus súbditos, pero después de la muerte, eran libres y podían ser enterrados en el lugar que escogieran sus familiares, por lo tanto; nadie se atrevía a profanar las tumbas, sea cual fuera la religión que se adoptó en sus exequias.

            En el año de 1854 el papa Pio IX, fue el primer papa que visitó las Catacumbas de San Calixto, después de su redescubrimiento, acompañado por Giovanni Battista De Rossi. Mucho después lo hicieron Juan XXIII y Pablo VI.











miércoles, 22 de octubre de 2014

VILLA BORGHESE

        Crónica 16
        Villa Borghese

            Mi esposa y yo nos habíamos levantado temprano el domingo 12 de junio del 2011 para visitar la Galería Borghese.
            Meses antes yo había comprado los boletos vía internet, pues es menester tenerlos con un mes de anticipación, como mínimo. Nuestra entrada estaba programada para las nueve de la mañana, por lo que cerca de las siete y media nos pusimos en camino, no sin antes haber desayunado unos pasteles, café y zumo de naranja. Cogimos por la vía della Stacione di San Pietro y…, otras calles, hasta que atravesamos la plaza de San Pedro, saliendo a la vía di Porta Angelica, que lleva al metro Octaviano. Llegamos a la estación después estar caminando cerca de veinte minutos. Al rato de entrar, llegó el tren, nos subimos y tres paradas después nos apeamos en la estación plaza de España, donde vimos señaladas diferentes salidas: la nuestra era una larga escalera mecánica en la cual subimos, mientras la escalera se movía, nosotros caminábamos por ella, a los pocos minutos llegamos a la salida. Al momento nos dimos cuenta de que estábamos desorientados, por lo que le preguntamos a una persona donde estaba la galería Borghese, quien nos dijo que la siguieran. Minutos después llegamos al lugar. Pacientemente esperamos a que fueran las nueve, tan pronto llegó la hora, un hombre salió del edificio comenzando por pedir los documentos de los presentes. Quienes allí estábamos traíamos los recibos que nos acreditaban para entrar al lugar. Tan pronto estuvimos dentro, nos dirigimos a un mostrador donde dos jóvenes italiana nos dieron una llave para que guardáramos nuestras pertenencias en un pequeño armario, incluyendo la cartera de mi esposa, también las cámaras, pues no se permitía tomar fotos ni videos del interior, donde también nos alquilaron dos audífonos, cuyo costo fue de un euro cada uno. Nos dieron instrucciones de cómo usarlos , al rato nos dirigimos hacia una escalera que nos condujo a la segunda planta, pero al colocarnos los auriculares, la explicación que recibíamos no concordaba con lo que estábamos viendo, por lo que regresamos al lugar donde no los alquilaron, entonces los ajustaron y nos dijeron que la entrada a la galería comenzaba desde el exterior, por lo que tuvimos que salir del edificio, entonces; en ese momento auriculares, obras de arte y nosotros estábamos en armonía, pero antes de contar nuestro recorrido e impresiones de las diferentes habitaciones que visitamos, he de narrar lo que me sucedió cuando entramos por equivocación a una de las salas.
            Mientras caminábamos me llamó la atención una obra de Gherardo delle Notti, conocida como el Concierto. En la escena, un joven con bigotes tocaba la viola, mientras una joven pareja le acompañaba cantando, a su vez; una anciana, —que le faltaban la mayoría de los dientes— se encontraba detrás de la pareja. La muchacha, una bella cortesana tiene su mano cerca de la oreja del joven para robarle el pendiente que lleva puesto, a su vez; la vieja le pide al músico, con un gesto de su mano, que mantenga silencio, mientras yo observaba la escena, la pintura había tomado vida, por lo que comencé a escuchar las notas musicales que el joven le arrancaba a su instrumento y los cantares de la pareja. Estaban interpretando una de las obras de Silvestro Ganassi dal Fontego, mientras yo me deleitaba con la música, la vieja comenzó a mirarme, a tal punto que tuve que apartar la vista de ella: sin duda que quería hechizarme, al darme cuenta de sus malignas intenciones me acerque a mi esposa y le pedí que abandonáramos la sala antes de que algo terrible sucediera, ya que la maldad viviente de de la escena me había perturbado y yo quería visitar los demás salones. Fue entonces que regresamos a rectificar los audífonos para comenzar el recorrido de la galería Borghese.
            Entramos por donde debíamos, lo primero que me llamó la atención fue un bajorrelieve, donde un joven, Marco Curcio, montado en su caballo, se lanza a las profundidades de un abismo en el foro romano, a fin de de que la abertura se cerrara, pues eso le habían dicho los dioses. —Esta obra, en sus orígenes, no tenía el jinete, el cual fue agregado en el año de 1617 por Pietro Bernini, el padre de Gian Lorenzo—. La leyenda decía que para que la ciudad fuera eterna, Roma tenía que lanzar al el abismo lo que más precioso le era, o sea; las armas y el valor, por lo que el joven, sin pensarlo dos veces se inmoló por la salvación de la ciudad. Es posible que debido a esta hazaña, Roma fue bautizada con el nombre de Ciudad Eterna.
            Allí me quedé meditando por unos segundos acerca del valor de los hombres, por lo que la duda se incrustó en mi mente, ya no sabía si los hombres con valor dejaron de existir, o era que el valor mismo había desaparecido para no comprometer a los hombres, por lo que no pudiendo encontrar una respuesta a mis dudas continúamos nuestro andar hasta llegar a la siguiente sala.
             ¡Qué maravilla….! Allí estaba ella casi totalmente desnuda. Yo me le acerqué, pues quería tocarla, pero una barrera invisible me lo impedía, estaba más bella que nunca, cautivadora, entregada en cuerpo y alma a quien la deseara, pero no, no era a mí, ni a nadie, era a los dioses que la habían hecho así. Descansaba sobre un diván y tenía los senos al aire, retando a las demás mujeres, y sin duda, ninguna aceptó su reto, pues sabían que ella saldría victoriosa. Ella, Paulina Bonaparte Borghese, hermana del emperador, yacía allí eternamente viva para quienes admiramos la belleza de la mujer. Yo quería quedarme a su lado, sin ser interrumpido, y cuando más entusiasmado estaba, porque pensaba que mis sueños se iban a cumplir escuché una voz que me dijo. “Te puedes quedar por siempre a su lado, si así lo deseas, pero recuerda que cuando amanezca te convertirás en estatua de mármol y nadie podrá verte, aunque por las noches nadie perturbara tu romance con ella, pero desde el momento en que decidas quedarte, nunca más podrás salir de este lugar, así que tú decides. Te quedas con ella o sigue tu camino por este hermoso edificio”
            A decir verdad, me hubiera quedado, pero a mi lado iba mi esposa y no la iba a abandonar en tales circunstancias, por lo que le contesté a la voz: “Si algún día regreso, y si las circunstancias me lo permiten, entonces me quedaré por siempre a su lado”
            De inmediato me di cuenta que tenía que seguir visitando las otras salas, por lo que llegamos a la número II, donde majestuosamente estaba esculpido David con su onda, dispuesto a lanzarla a su enemigo Goliat. Margarita y yo, por si acaso, nunca le dimos la espalda, no fuera a ser que fuéramos nosotros quienes recibiéramos la pedrada, pues cuando se está en uno de estos lugares, uno no vive el presente, sino el pasado, pero si estás allí, en el pasado, entonces eres parte del presente. De inmediato seguimos caminando y disfrutando de cuanto arte había por doquier, hasta que llegamos a la sala III. En el medio de la misma estaba Apolo queriendo poseer a la ninfa Dafne. La escultura, a mi entender, es perfecta. Sin duda que no fue Bernini quien la forjó, pues no es posible tanta perfección en dos piedras, por lo que no me cabe dudas de que fue Dios quien las esculpió con la mano del hombre. Bernini fue quien usó el cincel y el martillo, pero fue Dios quien trazó los rasgos y le dio vida, pues cuando frente a la escultura te das cuenta que tiene vida y que Dios, para evitar que Apolo cometiera una canallada logra que Dafne se convierta en árbol. A partir de ese momento, donde quiera que haya un árbol, sin duda que en el mismo estará representada la ninfa Dafne. Allí dejé a Apolo y a Dafne para quienes vengan después disfruten del amor pagano y de lo que son capaces de hacer los hombres, cuando de mujeres bellas se trata. Nos convertimos en Apolo, para poseer a la ninfa de nuestros sueños, pero… Y seguimos andando y llegamos a la sala de los emperadores, llamada así, porque a los pies de las paredes hay varios bustos de ellos. Es en esta sala donde otra bella historia se desarrolla entre bloques de mármol. En el centro de la misma está Plutón queriendo raptar a Proserpina, la cual grita pidiendo ayuda, pero nadie aparece, pues el maldito dios la quiere para sí, quienes allí nos encontrábamos estábamos petrificados, éramos unos inútiles que no fuimos capaces de levantar nuestros brazos para ayudar a la encantadora joven, sin embargo; al darme cuenta de la cobardía de todos los presentes, quise abalanzarme contra el dios para arrancársela, pero el cancerbero, que se encontraba a su lado, me lanzo una mordida, que si no ando rápido hubiera desmembrado parte de mi cuerpo, por lo que entonces comencé a soplar y a mirar fijamente al dios, el cual se fue apaciguando, a tal punto que parece que quedó hipnotizado, aunque aún seguía sosteniendo a Proserpina en sus brazos. No tenía las fuerzas para llevársela, por lo que presumo que allí se quedará por siempre, esperando volver en sí. Al darme cuenta de que la escena se había detenido en el tiempo, mi esposa y yo continuamos nuestro recorrido por las demás salas, aunque a veces regresábamos a alguna de las antes vistas, hasta que llegamos a la sala VIII, ante nosotros se presentó una bella imagen de un muchacho sosteniendo en sus manos una canasta con frutas, —obra de Caravaggio—, nos invitaba a que la probáramos, y a punto estuve de acercarme al oleo y tomar una de las frutas, pues ya el hambre comenzaba a hacer estragos en mi estómago, cuando estaba a punto de lograr mi objetivo, se nos acercó una de las personas que cuidaban el lugar y nos dijo que la visita a la galería había terminado, le hice algunas objeciones de que no había tenido tiempo de ver todas las salas, mas no hubo solución, mi esposa y yo abandonamos el lugar con la seguridad de que algún día regresaríamos de nuevo a Roma, pues días antes habíamos tirado una moneda a la Fontana de Trevi, aunque no de espaldas. Salimos del lugar, cogimos un pequeño autobús que nos dejó en la plaza Barberini, allí cruzamos la calle y entramos a un restaurante para almorzar, pues en mi mente aún llevaba grabado el olor de las frutas del último cuadro que vi en la galería Borghese.

            Apuntes de la Villa Borghese.
            Dentro de los terrenos de la Villa Borghese se encuentra, la Pinacoteca más importante de Roma; conocida como la Galería Borghese, compuesta por veinte salas, distribuidas en dos pisos, en las cuales hay obras de Bernini, Rafael Sanzio, Rubens, Tiziano, Bronzino, Lucas Cranach , Canova, José de Ribera y otros.
            El edificio en el que se encuentra la exposición se construyó entre los años de 1612 a 1616, por los arquitectos Flaminio Poncio y Giovanni Vasanzio, por encargo del Cardenal Scipione Borghese, sobrino del papa Paulo V.
            En 1902 la villa fue vendida al estado italiano, debido a su alto costo de mantenimiento, por un poco más de 3 y medio millones de liras. A finales del siglo XX, el edificio fue restaurado en su totalidad.
            Muchas de las colecciones que se encuentran en la galería fueron compradas, robadas o confiscadas a sus originales dueños, por el cardenal Scipione Borghese. Sin embargo; años después, el emperador Napoleón Bonaparte, obligó a su cuñado, Camilo Borghese, quien era el propietario de la villa, a que le vendiera, a precio de bagatela, más de 500 obras, incluyendo pinturas, esculturas, vasos, etc., las que en la actualidad están expuestas en el museo del Louvre.
            Entre las esculturas más importantes que se encuentran en la galería están: el Rapto de Proserpina, la de David con su onda, — cuyo rostro es el del escultor—, Apolo y Dafne; la Verdad. Estas cuatro obras son creación de de Gian Lorenzo Bernini—; otra de las esculturas interesantes es la de Paulina Bonaparte —como Venus Vencedora—, de Antonio Cánovas.
            Entre las pinturas se encuentran las de Caravaggio: Muchacho con canasta de frutas, autorretrato de Baco, Virgen de los Palafreneros, San Jerónimo; David con la cabeza de Goliat; de Rafael Sanzio, Retrato de dama con unicornio, Descendimiento; de Andrea del Sarto: Virgen y el niño con San Juanito; de Ortolano: Bajada de la Cruz; de Gherardo delle Notti: El concierto; de Rubens: Lamentación sobre Cristo muerto; de Tiziano Vecellio: Amor sacro Amor profano y Venus vendando los ojos a Cupido.
            En la galería hay muchas otras esculturas, pinturas, vasos, bustos y pedestales, pero algo que no pasa desapercibido para el recién llegado son los frescos de los techos y de las paredes y por supuesto, el piso es una obra de arte.

             Nota:
            Para disfrutar de estas obras la mejor forma es visitar la Galería en Roma, de lo contario; comprar el libro: La Galería Borghese y sus obras Maestras, cuya portada es Retrato de dama con unicornio, o si no; acudir a la internet buscando el nombre de la obra o el nombre del autor. ¡Suerte!




martes, 21 de octubre de 2014

GIORDANO BRUNO Y EL BARRIO JUDÍO

       Crónicas 15
        Giordano Bruno y el Barrio Judío

             Eran cerca de las ocho de la mañana cuando salimos de Casa Francis en dirección hacia la estación de San Pietro, paso a paso subimos la pequeña cuesta que nos separaba de la parada del autobús 64. Al llegar, esperamos varios minutos hasta que por una esquina apareció: después de detenerse, un grupo de pasajero se apearon, los cuales, en su inmensa mayoría se dirigieron hacia la estación de trenes, para tomar uno que los conduciría a destino. A su vez, mi esposa y yo, al igual que otras personas abordamos el autobús, apenas dos minutos, este se puso en macha, había recorrido unos cien metros cuando giró hacia la izquierda, adentrándose por la vía della Fornaci. Según se detenía, se fue llenando de pasajeros, hasta que atravesó un túnel, después el puente Vittorio Emanuele II, el cual pasa sobre el río Tíber, teniendo a ambos lados, inmensos árboles conocidos como platanis, dando al entorno un espectáculo maravilloso. Tres paradas más y nos apeamos en la de la Iglesia de San Andrea della Valle, con la misma comenzamos a caminar por una estrecha calle, preguntando de vez en cuando, donde se encontraba la plaza Campo de Fiori. Al obtener respuesta, seguíamos nuestro recorrido. Según nos acercábamos al lugar yo sentía que el calor comenzaba a subirme por el cuerpo. Al llegar a la plaza la temperatura era asfixiante, no prodigado por el astro rey, si no; por los leños que aún estaban encendidos en mi mente, y en el centro de la misma un hombre dando gritos. Hombre estoico que retaba a la iglesia cristiana de aquella época. Poco a poco las llamas fueron dando cuenta de Giordano Bruno: religioso, filósofo, astrónomo, poeta y profesor universitario; en fin, un genio demasiado avanzado para la época de barbarie que vivía la humanidad cristina de aquellos tiempos.
            Él, con sus teorías acerca de la infinidad del espacio, el movimiento de los astros y la existencia de muchos sistemas solares, lo condujeron a una muerte horrible: lo acusaron de blasfemia, herejía, pertinaz, impenitente y otros cargos. Estuvo preso durante ocho años, hasta que fue juzgado y condenado a morir en la hoguera, pasando por el tránsito de la vida a la muerte el 17 de febrero de 1600. Muchos años después, en el medio de la plaza yace su figura cubierta por una capa oscura, la cual apenas deja ver su rostro, y no muy lejos, retorciéndose en el infierno, quienes lo llevaron al martirologio, entre los que se encuentran prelados, cardenales y hasta el papa Clemente XIII, quien ordenó que fuera sometido a juicio. El cual estuvo a cargo de Roberto Francisco Rómulo Belarmino, que por cierto, en la ciudad de Miami, en el estado de la Florida, hay una iglesia que lleva su nombre. El nombre de un fiscal inquisidor que mandó a la hoguera a mucha gente. Belarmino fue beatificado y canonizado por el papa Pío XI en 1930. Sin dudas que en el infierno también se encuentra Giovanni Mocenigo, noble veneciano y supuesto amigo de Giordano, quien lo había hecho venir del extranjero prometiéndole que nada le pasaría, pero el cobarde, al poco tiempo que Giordano puso pie en territorio romano lo entregó a las hordas inquisidoras.
            Yo observaba la plaza y aun veía salir el humo de la hoguera y, hasta a mi olfato llegó el olor de carne quemada, entonces miré hacia su rostro para darle las gracias por haber existido, sobre todo; por ser él como había sido. Muchos hemos aprendido de su legado, no obstante; su voz retumbará por siempre en las almas, si es que la tuvieron, de aquellos hombres malditos, que cuando alguien se les oponía, o no estaba de acuerdo con sus ideas lo acusaban de hereje y le daban candela. Pobres de ellos, pues Giordano, hoy en día, está y estará por siempre vivo en el corazón de sus compatriotas romanos, y por qué no decir; de toda la humanidad, mientras ellos han desaparecido y ni rastro queda, digo; tan solo queda en la mente de los hombres libres el daño que hicieron.
            Después de estar varios minutos en el lugar, nos dirigimos a una de las carpas donde se vendían flores, compré varias y las puse al pie de la estatua, al hacerlo; miré hacia arriba y vi como la capucha que cubría el rostro de Giordano, se corrió hacia un lado, brotando de sus labios una sonrisa por lo que sin duda, fue de su agrado el que de nuevo pudiera estar en contacto con los colores vivos de la naturaleza. A su vez; yo también sonreí, mi esposa que estaba a mi lado me vio feliz, ella pensaba que era porque estábamos disfrutando de nuestras vacaciones en Roma, más no era eso, sino; era que mi alma y la de Giordano tuvieron un pequeño encuentro. Él permanecía allí, estático, viendo lo que sucedía a su alrededor, e incluso; escuchando la música que le llegaba de varios lugares de la plaza, a su vez; Margarita y yo continuamos viaje hacia las entrañas del barrio judío, no sin antes levantar mi mano para decirle adiós, de nuevo la capucha volvió a su lugar. En tanto, en la plaza quedaba la oscura estatua recordándonos que no por matar un cuerpo, pudieron exterminar sus ideas.
            Mientras nos alejábamos, yo afinaba mis oídos con el fin de escuchar a Giordano, y cual sorpresa, al poder escuchar sus últimas palabras en el mundo de los vivos. “Temblad más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla”. Fue expulsado de la iglesia y sus trabajos fueron quemados. No obstante; sus obras serán eternamente siempre. Momentos antes de subir a la hoguera se le ofreció un crucifijo para que lo besara, rechazándolo, pues prefería morir como un mártir, ya que estaba convencido de que su alma subiría junto con el fuego al paraíso.
            Mientras nos acercábamos al barrio judío, mi esposa, de vez en cuando, se detenía para entrar en algunas de las tiendas que se encontraban a nuestro paso, especialmente donde se ofertaban carteras, más los precio, ¡hay los precios!, eran tan exorbitantes que nada compró, por lo que seguimos caminando hasta que llegamos a la plaza Mattei, donde para sorpresa nuestra nos encontramos con la fuente de las tortugas, las cuales daban la sensación de que le temían al agua, pues a punto estaban de caer desde lo alto. La fuente está sostenida por cuatro efebos, los que a su vez tienen un pie apoyado sobre cada uno de los cuatro delfines que se encuentran en el agua. Allí dejamos a las tortugas sin socorrerlas, pues habíamos continuado nuestra aventura. De vez en cuando nos deteníamos y le preguntábamos a algunos de los transeúntes que se encontraban a pasos de nuestro sonido de voz, donde estaba el templo judío, y así, pasos a la derecha, pasos a la izquierda, nos fuimos acercando a la Sinagoga, la más grande de Italia, al verla: quisimos entrar, pero se encontraba cerrada debido a la hora en que llegamos, por lo que tan solo nos conformamos con tomar algunas fotos del exterior; no muy lejos se encontraban las ruinas del teatro Marcelo. Mientras permanecíamos en los alrededores de la sinagoga le preguntamos a un señor donde estaba la Bocca della Veritá. Nos explicó que se encontraba en el pórtico de la iglesia de Santa María en Cosmedin, también le pedimos que nos indicara como llegar al templo de Hércules. Afablemente nos informó que estaba a pocos pasos de la iglesia y que muchos los confundían con el templo de Diana. En fin, caminamos unos cien metros, dejando atrás la sinagoga, a pocos pasos de la misma bajamos una pendiente, y ante nosotros apareció el templo. Nos detuvimos, y ante mis ojos, como por arte de magia, al cielo se elevó una enorme figura, como retándonos. Era Hércules, más como nosotros éramos gente pacíficas…, a los pocos minutos desapareció. Tomamos fotos del lugar y nos dirigimos hacia la iglesia para ver la Bocca della Veritá, cuando apenas habíamos recorrido unos pocos metros, llegamos, pero al ver que había una larga fila de turistas, en las afueras para entrar, desistimos de nuestras intenciones; entonces comenzamos a caminar hasta adentrarnos por otra de las callejuelas del barrio, pero como el hambre hacia estrago en nuestros estómagos, hicimos parada en un restaurante, donde almorzamos; después, seguimos nuestro andar y al doblar en una de las calles, ante nosotros, brillando como una luna llena, se empinaba hacia el cielo el monumento de Vittorio Emanuele II, después de tomar fotos y videos continuamos nuestro paseo hasta detenernos en la parada del autobús 64, el cual abordamos y, media hora después estábamos de regreso en Casa Francis, nos bañamos y descansamos un rato. Ya, en horas del crepúsculo, salimos a cenar y a dar una vuelta por la ciudad para admirar sus monumentos e iglesias en la luz de la noche. Sobre las diez, regresamos e hicimos comunicación con nuestra hija en la Florida, con la cual hablamos, después nos acostamos para recibir el nuevo día que nos esperaba, ya que mucho era lo que teníamos que ver y andar. Apagamos la luz, nos dormimos hasta que el campanario de la iglesia de Nuestra Señora de la Fornaci nos despertó con el agradable tañido de sus campanas, anunciándonos que Roma era nuestra si sabíamos como conquistarla.

            Apuntes de Giordano Bruno y del Barrio Judío
            Corría el año de 1555 cuando el papa Pablo IV expulsó a los judíos de Roma, enviándoles a una zona amurallada en las afueras de la ciudad, donde tan solo había tres puertas, las que permanecían cerradas durante la noche.
            Se dice que el gueto se creó para proteger a los judíos, pues muchas veces eran atacados por las hordas cristianas, aunque estaban sometidos a las altas y bajas del papado.
            En el año de 1870 fue abolido y las murallas que lo rodeaban echadas abajo. A los judíos se les permitió asentarse donde lo desearan. Treinta años después de la abolición del gueto ellos construyeron, lo que es hoy en día, la sinagoga mayor de Italia y la más antigua del mundo occidental. Después de la unificación del país, el rey Víctor Manuel II les otorgó la nacionalidad italiana.
            En 1986 el papa Juan Pablo II visitó la Sinagoga, siendo el primer papa que visita una sinagoga desde la época de los apóstoles, marcando el inicio del abrazo entre ambas religiones.
            No muy lejos del barrio judío se encuentra la iglesia de Santa María en Cosmedín, la cual tiene en el Pronaos una escultura redonda con cara de viejo, donde los ojos, la nariz y la boca están huecos, esta piedra es conocida como la Boca de la Verdad. Aún se desconoce la razón de su origen, aunque se cree que fue la tapa de una alcantarilla. La leyenda dice que quien miente y mete la mano dentro de la boca, la pierde.
            La iglesia pertenece a la época medioeval, y se construyó en lo que hoy se conoce como el Foro Boario. En esta iglesia se eligieron a los papas Gelasio II y Celestino III. Su campanario se ve desde varios puntos de la ciudad. Fue el más alto construido en la antigüedad.
            En el foro Boario también se encuentra el templo de Hércules. De forma redonda y estilo griego, rodeado por columnas de casi once metros de alto. Se supone que su construcción data del año 120 antes de nuestra era, tiene un diámetro de 14.8 metros, aunque es de notar que su techo de tejas no es el original. Este domo es el edificio más antiguo que existe en Roma. En esa época los cristianos destruyeron casi todos los monumentos paganos, o los convirtieron en iglesias, por suerte; esto último fue lo que sucedió con este maravilloso templo, ya que en el año 1132 fue convertido en iglesia, no obstante en el 1475 se le hicieron nuevas restauraciones, y en el siglo XVII fue dedicado a Santa María del Sole. En 1935 fue declarado monumento antiguo.
            Otros de los lugares interesantes, no muy lejos del barrio judío, se encuentra la plaza del Campo de Fiore, en cuyo centro se levanta la estatua de Giordano Bruno. Este es un personaje muy interesante en la historia de Roma, ya que es considerado uno de los propulsores del gran avance científico dentro de las naciones católicas. En 1565 ingresó en la Orden de los Dominicos, después en las filas del Calvinismo, pero al tener grandes discrepancias con Calvino, se separó de él. Giordano fue secretario del embajador de Francia en Londres, profesor de la universidad de Paris. Enseñó filosofía en la universidad de Wittenber, escribió varia obras, entre las que se destaca. “La cena de las cenizas”.
            En el año de 1593 fue encarcelado debido a sus ideas y ocho años después, el 17 de febrero de 1600 murió en la hoguera a manos de los inquisidores.
            No muy lejos, dentro del barrio judío, en la plaza Mattei, se encuentra la fuente de las tortugas, la que originalmente fue diseñada para soportar ocho delfines, pero como no había la suficiente presión de agua, el proyecto no se pudo llevar a hecho en la forma concebida originalmente. Tan solo se colocaron cuatro, esta fuente es obra del arquitecto Giacomo della Porta.
            Lo más llamativo de la fuente son las cuatro tortugas, las cuales no estaban en el diseño original, pues se añadieron, muchos años después, a petición del papa Alejandro VII, se supone que fueron hechas por Bernini.
             En el año de 1979, se robaron una, por lo que para evitar que el mal se repitiera, hicieron copias, que son las que actualmente se encuentran adornando la fuente.