Introducción
Las crónicas de Roma fueron creadas con el fin de tener un recuerdo de nuestro viaje a la Ciudad Eterna. No es mi intención que las mismas sean una guía turística y mucho menos un itinerario a seguir, pues no guardan un orden cronológico con nuestra estancia, aunque los lugares descritos son reales y los hechos históricos existieron.
Las crónicas de Roma fueron creadas con el fin de tener un recuerdo de nuestro viaje a la Ciudad Eterna. No es mi intención que las mismas sean una guía turística y mucho menos un itinerario a seguir, pues no guardan un orden cronológico con nuestra estancia, aunque los lugares descritos son reales y los hechos históricos existieron.
En la mayoría de las
crónicas me traslado al tiempo de los hechos y tomo vida, con el
fin de hacer la obra más amena al lector.
Las informaciones
históricas y geográficas fueron extraídas de internet y de varios libros, por
lo tanto: si el lector encuentra alguna desinformación que me la haga saber
para corregirla.
Quiero agradecer la
colaboración de mi esposa, pues sin ella el viaje no hubiera sido posible ya
que con su sapiencia hemos compartido puntos de vista, algunas veces en
desacuerdo, pero que al final me ha dado la pauta para continuar adelante y
llegar hasta el final.
MIAMI
MIAMI
Crónica 1
Llegando a Roma.
Junio 4 del 2011, es el día en que comienzo a relatar
nuestro viaje a Roma, pero para darle realismo a estas crónicas, iremos al
pasado, digamos… 9 de septiembre del 2010. Ese día me acerqué a mi esposa y le
pregunté”: ¿Margarita, quieres acompañarme de vacaciones a Roma?”
—¡Claro que sí!—, me contestó entusiasmada. De inmediato
comencé a preparar el viaje. Después de hacer algunas averiguaciones a través
de la internet, me contacté con las compañías que se dedican al negocio de los
viajes. Me decidí por Expedia.
El seis de enero del 2011, día de reyes, nos regalamos
dos pasajes para viajar el siete de junio a la ciudad Eterna. Compré el pasaje
de ida y vuelta sin escalas, vía Alitalia. En la misma reservación hice la
estancia y también para que nos recogieran y nos regresaran al aeropuerto el
día de la llegada y de la partida. En cuanto a la estancia había indagado con
antelación en las diferentes agencias de turismos que promocionaban la ciudad
de Roma, también leído algunos comentarios de las páginas Web, de los turistas
que habían visitado la capital italiana.
Después de comprar los pasajes, pagar la estancia y que
nos recogieran y regresaran al aeropuerto me informé acerca del transporte de
la ciudad, por lo que decidí comprar el Roma pass. El Roma pass es un pase que
permite viajar en el transporte público romano; tanto en autobús, trenes y
metros. Se puede adquirir por un determinado número de días, e incluso, hasta
por un mes. En nuestro caso escogeríamos el de una semana, pues nuestra
permanencia estaba proyectada para nueve días, los otros dos los compraríamos
dos veces, un pase el primer día y el otro; el último. Dichos pases tienen
vigencia desde la primeva vez en que subes a uno de estos medios de transporte.
El alojamiento lo hicimos en lo que se conoce como Bed
and Breakfast, sistema de hoteles muy familiar que le permite al visitante
dormir, desayunar y bañarse en la estancia. Nuestra reservación la hicimos con
Casa Fransis Bed and Breakfast. En este lugar tuve la suerte de comunicarme con
las personas responsables a través de los correos electrónicos —Francesca y
Cesar—, a quienes les hice un sin número de preguntas. Teniendo de ellos
respuestas. Después que hicimos las reservaciones comencé a indagar sobre los
lugares que queríamos visitar, entonces una vez mas me dirigí a la internet y
apreté el ícono de Google Earth, donde señalé con una flecha amarilla los lugares
seleccionados. Cuando terminé los reagrupé por días. Cada uno estaba señalado
con el número que correspondía a dicho día. Los lugares que visitaríamos el
primer día los había marcado con un uno, el segundo con un dos… y así
sucesivamente. El último tendría un nueve, y si ese día nos quedara tiempo podríamos
visitar algunos de los lugares que no hayamos podido ver los días anteriores.
En uno de los mensajes que envié a Casa Francis le pregunté
con cuanta anticipación tendría que reservar las entradas para visitar los
museos Vaticanos y la galería Borghese, en ambos casos me dijeron que al menos,
con un mes de antelación, por lo tanto, en el mes de abril hice la
reservaciones, para ambos lugres.
Al comenzar esta crónica dije que era el 4 de junio del
2011, pues bien. Ya mi maleta está lista, no así la de mi esposa que la dejó
para mañana domingo, pues ella tiene otras obligaciones que asumir. Entres los
objetos que voy a llevar están mis dos cámaras, la de videos y la de fotos.
Hoy es sábado, son casi las tres de la tarde cuando me
encuentro escribiendo estas líneas. Con anticipación puedo informar que nuestra
hija, Elsa María, nos llevará al Aeropuerto. Ella me activó una cuenta en Skype
para comunicarnos a través de la internet mientras estemos fuera del país, ya
que dentro de tres días estaremos abordando el vuelo 631 de Alitalia con
destino a Roma. De acuerdo a la ruta de viaje, el avión debe despegar pasada
las cinco de la tarde el día 7 de junio del 2011 y llevará entre el grupo de
pasajeros al matrimonio Vizcaíno.
Quiero reseñar que tanto mi esposa como yo caminábamos una
hora diaria durante tres meses, pues sabíamos que en Roma, si se quiere
disfrutar a plenitud de la estancia, hay que caminar bastante.
Al regreso de nuestro viaje continuaré con esta crónica y
otras, correspondiente a los lugares que visitaremos.
Han pasado varios días desde que llegamos de Roma, por lo
que vuelvo a sentarme frente a la computadora para escribir las crónicas del
viaje.
… Y llegó el día de la partida. Como mencioné con anterioridad,
mi hija nos llevó al aeropuerto, pero antes de irnos, yo había dejado preparada
las condiciones para que mis tres gatas, Clony, Cariñosa y Negrita
permanecieran en el interior de la casa.
—Ya es hora de partir —le dije a mis dos amores. Minutos
después coloqué las dos maletas que llevábamos en mi auto. En fin, salimos de
casa sobre la una de la tarde, pues Elsita tenía que regresar a su trabajo.
Llegamos al aeropuerto con varias horas de antelación. Fuimos directo a la
sección de pesaje de la línea aérea Alitalia, donde nos dieron los comprobantes
del viaje, después pasamos la inspección de seguridad del aeropuerto sin
inconvenientes, de inmediato comenzamos a caminar hasta coger el pequeño
tranvía que nos dejó al final de su recorrido, al rato estábamos en la sala de
espera… hasta que llegó la hora de abordar. Mientras esperábamos, bebimos una
soda y compramos algo de comer. Ya cerca de las cinco de la tarde, entramos al
avión, aunque antes lo hicieron quienes pertenecían a primera clase, cuando
todos los pasajeros habían entrado y la puerta de la aeronave estaba cerrada,
la misma comenzó a moverse lentamente. A los cinco o seis minutos, más o menos,
se puso en línea de espera para despegar. Los motores dieron toda su fuerza de
empuje y de inmediato la aeronave se deslizó a toda velocidad sobre la pista hasta
que comenzó a elevarse, mientras esto sucedía; por los altavoces, y a través de
las pantallas de los televisores colgados en los pasillos del avión, comenzaron
a darnos las instrucciones de salvamento. Terminadas las mismas, veíamos en los
televisores como el avión se alejaba de Miami, la altura que iba ganando, la
distancia que nos faltaba por llegar, y en que parte del Atlántico nos
encontrábamos. Pasado una hora nos dieron una merienda, al rato; nos trajeron
la cena. Después pusieron dos películas. Mientras el tiempo transcurría comenzó
a perderse el sol y de nuevo a salir, cuando nos dimos cuenta estábamos volando
sobre el Cantábrico, después; sobre el territorio francés, al rato nos
sirvieron un desayuno, transcurrida una hora, más o menos, estábamos sobre la
península Itálica, el avión dio un giro, entonces nos dieron la orden de
abrocharnos los cinturones de seguridad, pues en pocos minutos estaríamos
aterrizando en el aeropuerto Leonardo da Vinci. Y Así sucedió, cuando la nave
puso las ruedas sobre la pista estruendosos aplausos surgieron de cada uno de
los pasajeros que estábamos en la misma. Después que la abandonamos, pasamos la
aduana con tan solo mostrar nuestros pasaportes. En fin; llegamos al lugar
donde se recogen las maletas. Cuando estuvieron en nuestras manos nos acercamos
a un grupo de personas con carteles con nombres de los pasajeros que recién
llegaban, yo buscaba para ver si alguien tenía en alguno de los mismos nuestro
apellido, pero no, por lo que busqué en mis documentos para informarme, después
me dirigí hacia una compañía de taxis que trabaja en concordancia con Expedia.
Una joven, que allí se encontraba, nos dijo que la persona que tenía la
responsabilidad de llevarnos hasta el hotel llegaría en pocos minutos, pues
estaba de recorrido. Como a los quince minutos apareció el chofer, quien pidió
que lo siguieran, lo cual hicimos hasta que nos acercamos a un mini van en el
que entramos nosotros y tres personas más. De inmediato comenzó a moverse por
la vía que comunica el aeropuerto Leonardo da Vinci con la ciudad de Roma.
Mientras el mini van se dirigía hacia la capital del país, nos dimos cuenta de
que en el trayecto no había nada que llamara la atención, algunos llanos donde
se veían pacas de hierba seca y algún que otro puente, mientras viajábamos le
hice una pregunta al chofer en inglés, la que no pudo contestarme por no
entender el idioma, entonces se la hice en español, tampoco me entendió, pues
no hablaba español, hasta que una de las personas que iba con nosotros le hizo
mi pregunta en Italiano. Yo quería saber cuál era el nombre de la vía por la
que transitábamos. El hombre nos dijo que era la que comunicaba el aeropuerto
con la ciudad de Roma. “Una respuesta muy sabia”. El pobre, seguro que era
algún extranjero que estaba ganándose la vida como chofer de turismo. A la
media hora de estar viajando, apareció una de las siete colinas de Roma, la
cual giramos en parte, y ante nosotros, como un grito a la historia, se levantó
hacia el cielo la cúpula del Vaticano, diez minutos después llegamos a nuestra
estancia. Allí nos recibió Cesar, la persona encargada del hospedaje, el cual
tomó nuestras maletas y las introdujo en un pequeño elevador, también él y
nosotros entramos. Parecíamos sardinas en lata dentro del estrecho ascensor. Llegamos
a nuestro piso, el quinto, abrió una puerta, abrió otra y abrió la de nuestra
habitación, entró las maletas, nos dio algunas instrucciones acerca del
desayuno y del aire acondicionado, a la vez que nos entregó las llaves…, unas
cuantas.
La habitación no tenía ningún lujo, el baño algo
incómodo; la ducha, pequeña; la cama, casi que pegada al piso; en fin, a
nosotros eso no nos interesaba, solamente queríamos un lugar donde dormir y para
bañarnos y algo de desayunar, y esas tres condiciones estaban garantizadas. Sin
embargo; lo que nosotros en sí habíamos pagado era localización, mejor lugar
para pernoctar en Roma, no creo que lo haya, pues estábamos a tres o cuatro
calles del Vaticano y a dos de la estación del autobús más importante de los
turistas que visitan a Roma, el 64. En el mismo lugar estaba la estación de
trenes de San Pietro, por la cual pasan varias vías que se dirigen a las
afueras de la ciudad.
Después que Cesar abandonó nuestra habitación, nos
cambiamos de ropa y a los poco minutos fuimos de nuevo a su encuentro. Le
pedimos que nos indicara un lugar donde podíamos llamar por teléfonos a nuestra
hija, pues en aquel momento no pude comunicarme con ella a través de la
internet, ya que el toma corriente que había no concordaba con el enchufe de mi
computadora, problemas que resolví al día siguiente. Cesar nos llevó hasta el
lugar donde pudimos llamar a nuestra hija, la cual contactamos después de tres
intentos. En fin, le hicimos las preguntas concebidas y le informamos acerca de
nuestro viaje. Con la misma regresamos al hotel, entonces acudimos de nuevo a Cesar,
quien nos llevó al comedor, cogió uno de los papeles que ponen como mantelillos
cuando los huéspedes desayunan, el cual tenía un mapa de los lugares más
emblemáticos de Roma. Hizo un círculo alrededor de la plaza Venecia, desde el
cual marcó varias líneas rectas de los diferentes lugares de interés, a los
cuales se podía ir caminando: nos señaló el Coliseo romano, la fuente de Trevi,
el panteón de Agripa, el barrio judío, los foros romanos, la plaza de España y
otros. Y era verdad, desde la plaza Venecia se podía llegar a pie, a casi toda
la Roma histórica, quince o veinte minutos hacia un lado, o hacia otro, o hacia
arriba o hacia abajo. Los lugares estaban cerca unos de otros, incluyendo el
Museo Romano, y el monumento del rey Vittorio Emanuele II, que está en la
céntrica plaza Venecia. Cuando uno observa el mapa cree que las distancias son
inmensas, pero no, los mapas no guardan una escala real, pues la relación entre
vista, mente y distancias no concuerdan. Después que terminó su explicación nos
entregó el papel a la vez que nos dijo: “Disfruten de la estancia en este
maravillosa ciudad”
Con la misma le dimos las gracias. Eran cerca de las once
de la mañana cuando partimos para nuestra primera aventura, la cual
comenzaríamos en la plaza Venecia, por supuesto, después de haber comprado el
Roma pass de un día y viajar en el autobús 64.
Apuntes de Roma
Roma, la capital de Italia fue fundada por Rómulo y Remo
en el año 753, antes de nuestra era. Fue capital del Imperio romano hasta el
año 476 d.C. A partir de entonces y durante cuatro centurias fue capital de los
Estados Pontificios. En el año 410 los Visigodos la saquearon, los vándalos en
el 455, en el 472 fue destruida por Ricimero, general romano que ponía y
quitaba emperadores a su antojo, entre ellos a Anicio Olibrio. En 1527, el rey
Carlos V de España y primero de Alemania, envió a su ejército de mercenarios
para saquear la ciudad, con el fin de que los soldados pudieran cobrar sus
pagas. Ese ejército ha sido considerado como uno de los más sanguinarios de la
historia. Los habitantes de Roma fueron masacrados, sus viviendas asaltadas y
quemadas, sus mujeres violadas, las obras de arte destruidas, e incluso;
asesinaron a la mayoría de la guardia suiza del Vaticano quedando tan solo 42 hombres
con vida de los 200 que habían, además; mantuvieron al papa Clemente VII,
prisionero por siete meses en el castillo de San Ángelo, —donde se había
refugiado— quien al final no le quedó más remedio que rendirse y comprar su
libertad por 300,000 ducados, aunque después hizo alianza con Carlos I. Los
soldados mercenarios crearon un caos como nunca antes lo había vivido país
alguno, no obstante los años transcurridos y los saqueos a los que fue sometida
la ciudad, el pueblo romano vive orgulloso de su pasado.
En el año 476
desapareció el último de los emperadores romanos de occidente. Entre los más
notables estuvo Nerón, debido a su crueldad y, otro a destacar fue Julio Cesar:
por sus conquistas militares y amores.
Roma formó parte del Imperio Napoleónico hasta el año
1815. Tiene una extensión de 1,285 km cuadrados y se encuentra situada entre
las colinas Aventino, Capitolino, Quirinal, Esquilino, Viminal, Celio y el
monte Palatino. Es conocida como la Ciudad Eterna. Antes del advenimiento del
cristianismo, fue junto a Atenas, la cuna de la civilización de occidente. En
la actualidad tiene cerca de tres millones de habitantes. Antes de que la
Italia actual existiera, estuvo dividida en varios reinos, entre los que se
encontraban los Estados Pontificios. En el año 1870 el rey de Cerdeña Víctor
Manuel I —después se haría llamar Víctor Manuel II—, unificó lo que es la Italia
del presente, escogiendo a Roma como la capital del país. Dentro de ese mundo
de conquistas se le permitió a la iglesia católica conservar los territorios
del Vaticano, el templo Laterano y la Villa pontifical de Castel Gandolfo, por
los acuerdos del tratado de Letrán de 1929.
En 1948 se realizó un plebiscito para abolir la
monarquía, debido a que la misma apoyó al fascismo. En la actualidad, el país
está regido por un gobierno democrático, donde los poderes ejecutivos,
legislativos y judicial están separados. El primer ministro es la cabeza del
gobierno, aunque también hay un presidente.
La ciudad de Roma está dividida en 20 distritos, siendo
el Centro Storico el más importante, el que a su vez está compuesto por 22
barrios, entre los que se destaca el de Monti. Aquí se encuentran la mayoría de
los monumentos antiguos de la ciudad. Otro barrio importante es el Trastevere,
muy visitado por los turistas. Es una reliquia de un glorioso pasado, pues la
mayoría de sus edificios pertenecen a la época medioeval, sus calles son de
adoquines y por doquier hay restaurantes y pubs. En el se encuentra la iglesia
de Santa Cecilia, donde yacen los restos de la santa y una espectacular
escultura de la misma, obra del arquitecto Stefano Maderno. En este barrio
también se encuentra la iglesia de Santa María en Trastevere —considerada la
primera iglesia construida en Roma— y la de San Francisco de Ripa.
Otro de los atractivos turísticos es el río Tíber, el
cual zigzaguea la ciudad, yendo a morir al Mediterráneo y, sobre el cual hay
más de 25 puentes. En muchas de las orillas del rio hay enormes árboles
conocidos como platanis.
En Roma, por doquier hay iglesias y ruinas, siendo San
Giovanni in Laterano —San Juan de Letrán— la catedral. Cualquier lugar en que
se camine por la Ciudad Eterna, siempre se encontrará un pedacito de historia.
El idioma oficial del país es el italiano y la religión,
la católica. La ciudad cuenta con un sistema de transporte de primer orden, la
visitan unos 6 millones de turistas al año, además; es refugio de muchos
emigrantes, más de un cuarto de millón, entre los que se pueden contar 65,000
rumanos.
Cuando se llega a Roma, uno de los lugares que es
menester visitar es el Vaticano —una ciudad dentro de otra ciudad—, con una
extensión de casi medio km cuadrado, sin embargo; tras sus paredes se encuentra
una de las colecciones de artes más importantes del mundo. Otros lugares de
interés son: El coliseo romano, las termas de Caracalla y de Diocleziano, el
foro romano, los cinco foros imperiales, la catedral de San Juan de Letrán, las
basílicas de de San Pablo Extramuros; Santa María la Mayor, la iglesia de Santa
María de la Victoria —donde se encuentra el éxtasis de Santa Teresa—. También
las Catacumbas de San Calixto, el Trastevere, el barrio judío con su Sinagoga,
la iglesia de San Pietro in Vincoli —aquí se encuentra el Moisés de Miguel
Ángel—; el panteón de Agripa —donde reposan los restos del rey Vittorio
Emanuele II—, la plaza del Popolo, la de España y la de Venecia, —donde se alza el monumento al héroe de la
Patria—; la fontana de Trevi, la plaza Navona, el castillo de San Ángelo, el
palacios Barberini y otros; las villas de Giulia, Doria Pamphilj y Borghese y
los museos Capitolinos.
La ciudad es atendida por dos aeropuertos, siendo
Leonardo da Vinci el más importante, el cual está a unos treinta kilómetros.