sábado, 4 de octubre de 2014

CRÓNICAS DE ROMA

                               
Introducción   

             Las crónicas de Roma fueron creadas con el fin de tener un recuerdo de nuestro viaje a la Ciudad Eterna. No es mi intención que las mismas sean una guía turística y mucho menos un itinerario a seguir, pues no guardan un orden cronológico con nuestra estancia, aunque los lugares descritos son reales y los hechos históricos existieron.
            En la mayoría de las crónicas me traslado al tiempo de los hechos y tomo vida, con el fin de hacer la obra más amena al lector.  
            Las informaciones históricas y geográficas fueron extraídas de internet y de varios libros, por lo tanto: si el lector encuentra alguna desinformación que me la haga saber para corregirla.
            Quiero agradecer la colaboración de mi esposa, pues sin ella el viaje no hubiera sido posible ya que con su sapiencia hemos compartido puntos de vista, algunas veces en desacuerdo, pero que al final me ha dado la pauta para continuar adelante y llegar hasta el final.
                                                                   MIAMI




   
            
               Crónica 1
        Llegando a Roma.

            Junio 4 del 2011, es el día en que comienzo a relatar nuestro viaje a Roma, pero para darle realismo a estas crónicas, iremos al pasado, digamos… 9 de septiembre del 2010. Ese día me acerqué a mi esposa y le pregunté”: ¿Margarita, quieres acompañarme de vacaciones a Roma?”
            —¡Claro que sí!—, me contestó entusiasmada. De inmediato comencé a preparar el viaje. Después de hacer algunas averiguaciones a través de la internet, me contacté con las compañías que se dedican al negocio de los viajes. Me decidí por Expedia.
            El seis de enero del 2011, día de reyes, nos regalamos dos pasajes para viajar el siete de junio a la ciudad Eterna. Compré el pasaje de ida y vuelta sin escalas, vía Alitalia. En la misma reservación hice la estancia y también para que nos recogieran y nos regresaran al aeropuerto el día de la llegada y de la partida. En cuanto a la estancia había indagado con antelación en las diferentes agencias de turismos que promocionaban la ciudad de Roma, también leído algunos comentarios de las páginas Web, de los turistas que habían visitado la capital italiana.
            Después de comprar los pasajes, pagar la estancia y que nos recogieran y regresaran al aeropuerto me informé acerca del transporte de la ciudad, por lo que decidí comprar el Roma pass. El Roma pass es un pase que permite viajar en el transporte público romano; tanto en autobús, trenes y metros. Se puede adquirir por un determinado número de días, e incluso, hasta por un mes. En nuestro caso escogeríamos el de una semana, pues nuestra permanencia estaba proyectada para nueve días, los otros dos los compraríamos dos veces, un pase el primer día y el otro; el último. Dichos pases tienen vigencia desde la primeva vez en que subes a uno de estos medios de transporte.  
            El alojamiento lo hicimos en lo que se conoce como Bed and Breakfast, sistema de hoteles muy familiar que le permite al visitante dormir, desayunar y bañarse en la estancia. Nuestra reservación la hicimos con Casa Fransis Bed and Breakfast. En este lugar tuve la suerte de comunicarme con las personas responsables a través de los correos electrónicos —Francesca y Cesar—, a quienes les hice un sin número de preguntas. Teniendo de ellos respuestas. Después que hicimos las reservaciones comencé a indagar sobre los lugares que queríamos visitar, entonces una vez mas me dirigí a la internet y apreté el ícono de Google Earth, donde señalé con una flecha amarilla los lugares seleccionados. Cuando terminé los reagrupé por días. Cada uno estaba señalado con el número que correspondía a dicho día. Los lugares que visitaríamos el primer día los había marcado con un uno, el segundo con un dos… y así sucesivamente. El último tendría un nueve, y si ese día nos quedara tiempo podríamos visitar algunos de los lugares que no hayamos podido ver los días anteriores.
            En uno de los mensajes que envié a Casa Francis le pregunté con cuanta anticipación tendría que reservar las entradas para visitar los museos Vaticanos y la galería Borghese, en ambos casos me dijeron que al menos, con un mes de antelación, por lo tanto, en el mes de abril hice la reservaciones, para ambos lugres.
            Al comenzar esta crónica dije que era el 4 de junio del 2011, pues bien. Ya mi maleta está lista, no así la de mi esposa que la dejó para mañana domingo, pues ella tiene otras obligaciones que asumir. Entres los objetos que voy a llevar están mis dos cámaras, la de videos y la de fotos.
            Hoy es sábado, son casi las tres de la tarde cuando me encuentro escribiendo estas líneas. Con anticipación puedo informar que nuestra hija, Elsa María, nos llevará al Aeropuerto. Ella me activó una cuenta en Skype para comunicarnos a través de la internet mientras estemos fuera del país, ya que dentro de tres días estaremos abordando el vuelo 631 de Alitalia con destino a Roma. De acuerdo a la ruta de viaje, el avión debe despegar pasada las cinco de la tarde el día 7 de junio del 2011 y llevará entre el grupo de pasajeros al matrimonio Vizcaíno.
            Quiero reseñar que tanto mi esposa como yo caminábamos una hora diaria durante tres meses, pues sabíamos que en Roma, si se quiere disfrutar a plenitud de la estancia, hay que caminar bastante.
            Al regreso de nuestro viaje continuaré con esta crónica y otras, correspondiente a los lugares que visitaremos.
            Han pasado varios días desde que llegamos de Roma, por lo que vuelvo a sentarme frente a la computadora para escribir las crónicas del viaje.
            … Y llegó el día de la partida. Como mencioné con anterioridad, mi hija nos llevó al aeropuerto, pero antes de irnos, yo había dejado preparada las condiciones para que mis tres gatas, Clony, Cariñosa y Negrita permanecieran en el interior de la casa.
            —Ya es hora de partir —le dije a mis dos amores. Minutos después coloqué las dos maletas que llevábamos en mi auto. En fin, salimos de casa sobre la una de la tarde, pues Elsita tenía que regresar a su trabajo. Llegamos al aeropuerto con varias horas de antelación. Fuimos directo a la sección de pesaje de la línea aérea Alitalia, donde nos dieron los comprobantes del viaje, después pasamos la inspección de seguridad del aeropuerto sin inconvenientes, de inmediato comenzamos a caminar hasta coger el pequeño tranvía que nos dejó al final de su recorrido, al rato estábamos en la sala de espera… hasta que llegó la hora de abordar. Mientras esperábamos, bebimos una soda y compramos algo de comer. Ya cerca de las cinco de la tarde, entramos al avión, aunque antes lo hicieron quienes pertenecían a primera clase, cuando todos los pasajeros habían entrado y la puerta de la aeronave estaba cerrada, la misma comenzó a moverse lentamente. A los cinco o seis minutos, más o menos, se puso en línea de espera para despegar. Los motores dieron toda su fuerza de empuje y de inmediato la aeronave se deslizó a toda velocidad sobre la pista hasta que comenzó a elevarse, mientras esto sucedía; por los altavoces, y a través de las pantallas de los televisores colgados en los pasillos del avión, comenzaron a darnos las instrucciones de salvamento. Terminadas las mismas, veíamos en los televisores como el avión se alejaba de Miami, la altura que iba ganando, la distancia que nos faltaba por llegar, y en que parte del Atlántico nos encontrábamos. Pasado una hora nos dieron una merienda, al rato; nos trajeron la cena. Después pusieron dos películas. Mientras el tiempo transcurría comenzó a perderse el sol y de nuevo a salir, cuando nos dimos cuenta estábamos volando sobre el Cantábrico, después; sobre el territorio francés, al rato nos sirvieron un desayuno, transcurrida una hora, más o menos, estábamos sobre la península Itálica, el avión dio un giro, entonces nos dieron la orden de abrocharnos los cinturones de seguridad, pues en pocos minutos estaríamos aterrizando en el aeropuerto Leonardo da Vinci. Y Así sucedió, cuando la nave puso las ruedas sobre la pista estruendosos aplausos surgieron de cada uno de los pasajeros que estábamos en la misma. Después que la abandonamos, pasamos la aduana con tan solo mostrar nuestros pasaportes. En fin; llegamos al lugar donde se recogen las maletas. Cuando estuvieron en nuestras manos nos acercamos a un grupo de personas con carteles con nombres de los pasajeros que recién llegaban, yo buscaba para ver si alguien tenía en alguno de los mismos nuestro apellido, pero no, por lo que busqué en mis documentos para informarme, después me dirigí hacia una compañía de taxis que trabaja en concordancia con Expedia. Una joven, que allí se encontraba, nos dijo que la persona que tenía la responsabilidad de llevarnos hasta el hotel llegaría en pocos minutos, pues estaba de recorrido. Como a los quince minutos apareció el chofer, quien pidió que lo siguieran, lo cual hicimos hasta que nos acercamos a un mini van en el que entramos nosotros y tres personas más. De inmediato comenzó a moverse por la vía que comunica el aeropuerto Leonardo da Vinci con la ciudad de Roma. Mientras el mini van se dirigía hacia la capital del país, nos dimos cuenta de que en el trayecto no había nada que llamara la atención, algunos llanos donde se veían pacas de hierba seca y algún que otro puente, mientras viajábamos le hice una pregunta al chofer en inglés, la que no pudo contestarme por no entender el idioma, entonces se la hice en español, tampoco me entendió, pues no hablaba español, hasta que una de las personas que iba con nosotros le hizo mi pregunta en Italiano. Yo quería saber cuál era el nombre de la vía por la que transitábamos. El hombre nos dijo que era la que comunicaba el aeropuerto con la ciudad de Roma. “Una respuesta muy sabia”. El pobre, seguro que era algún extranjero que estaba ganándose la vida como chofer de turismo. A la media hora de estar viajando, apareció una de las siete colinas de Roma, la cual giramos en parte, y ante nosotros, como un grito a la historia, se levantó hacia el cielo la cúpula del Vaticano, diez minutos después llegamos a nuestra estancia. Allí nos recibió Cesar, la persona encargada del hospedaje, el cual tomó nuestras maletas y las introdujo en un pequeño elevador, también él y nosotros entramos. Parecíamos sardinas en lata dentro del estrecho ascensor. Llegamos a nuestro piso, el quinto, abrió una puerta, abrió otra y abrió la de nuestra habitación, entró las maletas, nos dio algunas instrucciones acerca del desayuno y del aire acondicionado, a la vez que nos entregó las llaves…, unas cuantas.
            La habitación no tenía ningún lujo, el baño algo incómodo; la ducha, pequeña; la cama, casi que pegada al piso; en fin, a nosotros eso no nos interesaba, solamente queríamos un lugar donde dormir y para bañarnos y algo de desayunar, y esas tres condiciones estaban garantizadas. Sin embargo; lo que nosotros en sí habíamos pagado era localización, mejor lugar para pernoctar en Roma, no creo que lo haya, pues estábamos a tres o cuatro calles del Vaticano y a dos de la estación del autobús más importante de los turistas que visitan a Roma, el 64. En el mismo lugar estaba la estación de trenes de San Pietro, por la cual pasan varias vías que se dirigen a las afueras de la ciudad.  
            Después que Cesar abandonó nuestra habitación, nos cambiamos de ropa y a los poco minutos fuimos de nuevo a su encuentro. Le pedimos que nos indicara un lugar donde podíamos llamar por teléfonos a nuestra hija, pues en aquel momento no pude comunicarme con ella a través de la internet, ya que el toma corriente que había no concordaba con el enchufe de mi computadora, problemas que resolví al día siguiente. Cesar nos llevó hasta el lugar donde pudimos llamar a nuestra hija, la cual contactamos después de tres intentos. En fin, le hicimos las preguntas concebidas y le informamos acerca de nuestro viaje. Con la misma regresamos al hotel, entonces acudimos de nuevo a Cesar, quien nos llevó al comedor, cogió uno de los papeles que ponen como mantelillos cuando los huéspedes desayunan, el cual tenía un mapa de los lugares más emblemáticos de Roma. Hizo un círculo alrededor de la plaza Venecia, desde el cual marcó varias líneas rectas de los diferentes lugares de interés, a los cuales se podía ir caminando: nos señaló el Coliseo romano, la fuente de Trevi, el panteón de Agripa, el barrio judío, los foros romanos, la plaza de España y otros. Y era verdad, desde la plaza Venecia se podía llegar a pie, a casi toda la Roma histórica, quince o veinte minutos hacia un lado, o hacia otro, o hacia arriba o hacia abajo. Los lugares estaban cerca unos de otros, incluyendo el Museo Romano, y el monumento del rey Vittorio Emanuele II, que está en la céntrica plaza Venecia. Cuando uno observa el mapa cree que las distancias son inmensas, pero no, los mapas no guardan una escala real, pues la relación entre vista, mente y distancias no concuerdan. Después que terminó su explicación nos entregó el papel a la vez que nos dijo: “Disfruten de la estancia en este maravillosa ciudad”
            Con la misma le dimos las gracias. Eran cerca de las once de la mañana cuando partimos para nuestra primera aventura, la cual comenzaríamos en la plaza Venecia, por supuesto, después de haber comprado el Roma pass de un día y viajar en el autobús 64.

                      Apuntes de Roma
            Roma, la capital de Italia fue fundada por Rómulo y Remo en el año 753, antes de nuestra era. Fue capital del Imperio romano hasta el año 476 d.C. A partir de entonces y durante cuatro centurias fue capital de los Estados Pontificios. En el año 410 los Visigodos la saquearon, los vándalos en el 455, en el 472 fue destruida por Ricimero, general romano que ponía y quitaba emperadores a su antojo, entre ellos a Anicio Olibrio. En 1527, el rey Carlos V de España y primero de Alemania, envió a su ejército de mercenarios para saquear la ciudad, con el fin de que los soldados pudieran cobrar sus pagas. Ese ejército ha sido considerado como uno de los más sanguinarios de la historia. Los habitantes de Roma fueron masacrados, sus viviendas asaltadas y quemadas, sus mujeres violadas, las obras de arte destruidas, e incluso; asesinaron a la mayoría de la guardia suiza del Vaticano quedando tan solo 42 hombres con vida de los 200 que habían, además; mantuvieron al papa Clemente VII, prisionero por siete meses en el castillo de San Ángelo, —donde se había refugiado— quien al final no le quedó más remedio que rendirse y comprar su libertad por 300,000 ducados, aunque después hizo alianza con Carlos I. Los soldados mercenarios crearon un caos como nunca antes lo había vivido país alguno, no obstante los años transcurridos y los saqueos a los que fue sometida la ciudad, el pueblo romano vive orgulloso de su pasado.
             En el año 476 desapareció el último de los emperadores romanos de occidente. Entre los más notables estuvo Nerón, debido a su crueldad y, otro a destacar fue Julio Cesar: por sus conquistas militares y amores.
            Roma formó parte del Imperio Napoleónico hasta el año 1815. Tiene una extensión de 1,285 km cuadrados y se encuentra situada entre las colinas Aventino, Capitolino, Quirinal, Esquilino, Viminal, Celio y el monte Palatino. Es conocida como la Ciudad Eterna. Antes del advenimiento del cristianismo, fue junto a Atenas, la cuna de la civilización de occidente. En la actualidad tiene cerca de tres millones de habitantes. Antes de que la Italia actual existiera, estuvo dividida en varios reinos, entre los que se encontraban los Estados Pontificios. En el año 1870 el rey de Cerdeña Víctor Manuel I —después se haría llamar Víctor Manuel II—, unificó lo que es la Italia del presente, escogiendo a Roma como la capital del país. Dentro de ese mundo de conquistas se le permitió a la iglesia católica conservar los territorios del Vaticano, el templo Laterano y la Villa pontifical de Castel Gandolfo, por los acuerdos del tratado de Letrán de 1929.
            En 1948 se realizó un plebiscito para abolir la monarquía, debido a que la misma apoyó al fascismo. En la actualidad, el país está regido por un gobierno democrático, donde los poderes ejecutivos, legislativos y judicial están separados. El primer ministro es la cabeza del gobierno, aunque también hay un presidente.
            La ciudad de Roma está dividida en 20 distritos, siendo el Centro Storico el más importante, el que a su vez está compuesto por 22 barrios, entre los que se destaca el de Monti. Aquí se encuentran la mayoría de los monumentos antiguos de la ciudad. Otro barrio importante es el Trastevere, muy visitado por los turistas. Es una reliquia de un glorioso pasado, pues la mayoría de sus edificios pertenecen a la época medioeval, sus calles son de adoquines y por doquier hay restaurantes y pubs. En el se encuentra la iglesia de Santa Cecilia, donde yacen los restos de la santa y una espectacular escultura de la misma, obra del arquitecto Stefano Maderno. En este barrio también se encuentra la iglesia de Santa María en Trastevere —considerada la primera iglesia construida en Roma— y la de San Francisco de Ripa.
            Otro de los atractivos turísticos es el río Tíber, el cual zigzaguea la ciudad, yendo a morir al Mediterráneo y, sobre el cual hay más de 25 puentes. En muchas de las orillas del rio hay enormes árboles conocidos como platanis.
            En Roma, por doquier hay iglesias y ruinas, siendo San Giovanni in Laterano —San Juan de Letrán— la catedral. Cualquier lugar en que se camine por la Ciudad Eterna, siempre se encontrará un pedacito de historia.
            El idioma oficial del país es el italiano y la religión, la católica. La ciudad cuenta con un sistema de transporte de primer orden, la visitan unos 6 millones de turistas al año, además; es refugio de muchos emigrantes, más de un cuarto de millón, entre los que se pueden contar 65,000 rumanos.
            Cuando se llega a Roma, uno de los lugares que es menester visitar es el Vaticano —una ciudad dentro de otra ciudad—, con una extensión de casi medio km cuadrado, sin embargo; tras sus paredes se encuentra una de las colecciones de artes más importantes del mundo. Otros lugares de interés son: El coliseo romano, las termas de Caracalla y de Diocleziano, el foro romano, los cinco foros imperiales, la catedral de San Juan de Letrán, las basílicas de de San Pablo Extramuros; Santa María la Mayor, la iglesia de Santa María de la Victoria —donde se encuentra el éxtasis de Santa Teresa—. También las Catacumbas de San Calixto, el Trastevere, el barrio judío con su Sinagoga, la iglesia de San Pietro in Vincoli —aquí se encuentra el Moisés de Miguel Ángel—; el panteón de Agripa —donde reposan los restos del rey Vittorio Emanuele II—, la plaza del Popolo, la de España y la de Venecia,  —donde se alza el monumento al héroe de la Patria—; la fontana de Trevi, la plaza Navona, el castillo de San Ángelo, el palacios Barberini y otros; las villas de Giulia, Doria Pamphilj y Borghese y los museos Capitolinos.
           La ciudad es atendida por dos aeropuertos, siendo Leonardo da Vinci el más importante, el cual está a unos treinta kilómetros.