Crónica 22
Capilla de la Santa Escalera.
Hacía unos minutos antes habíamos salido de la catedral
de San Juan de Letrán para dirigirnos a nuestro próximo destino. La Scala Santa
—la Escalera Santa—.
Tan pronto llegamos, dos majestuosas estatuas nos dieron
la bienvenida. Una era Judas entregando al Salvador con un beso y la otra;
Pilatos, presentando a Jesús ante el pueblo. Al ver la escultura de Judas me
trasladé al Jerusalén del año 33 de nuestra era, entonces le di las gracias a
Judas por sus actos, pues gracias a él, el Señor entregó su vida para
salvarnos. También le di las gracias a la emperatriz Elena, la cual hizo
posible que Nuestro Señor esté vivo por siempre en un pedacito de Roma. Muy
cerca de las estatuas habían cinco escaleras, una de ellas; la Escalera Santa, por
la cual las personas subían de rodillas, mientras oraban, a su vez; nosotros
subimos con nuestros pies, por una de las otras cuatro, pues nuestras rodillas,
ya avejentadas y adoloridas, no daban para tanto, aunque mi mente, poco a poco
fue subiendo la Escalera Santa. Mientras yo avanzaba escalón a escalón, vi que
en algunos de ellos habían manchas oscuras. Era la sangre de Cristo que estaba
allí para recordarnos que Él, dio su vida por nosotros. Sin dudas que si allí
estaba su sangre, también estaba su espíritu.
Ya en lo alto,
volví a la realidad. Entonces me di cuenta de que estaba en uno de los lugares
más sagrados de la cristiandad, la capilla del “Sancta Sanctorum”.
En aquellos minutos de gozo y contemplación, me encomendé
al Señor y le pedí por la paz del mundo, por la salud de mis familiares y
amigos, por la de mi esposa y de mi hija; y por la mía propia, y también por
quienes no reconocen que Él es el Salvador. Y cuando más abstraído estaba en la
contemplación espiritual, desperté de mi letargo, dándome cuenta de que mi
esposa estaba a mi lado. Entonces supimos que en la capilla se encontraban
varias reliquias cristianas, sobre todo; una pintura no pintada por la mano del
hombre.
En otro de los lugares de la pequeña capilla, una estatua
nos llamó la atención, era Jesús de Nazareno sobre el regazo de su madre, poco
después de ser bajado de la cruz. En ese momento pensé: ¿Cuántos hombres no
tienen que bajar de la cruz para encontrar la salvación de sus almas? Más…
seguimos caminando y, nos encontramos con una escultura del Papa Pio IX orando
por todos nosotros, también otra del Salvador, con una corona de vida en su
cabeza. Después, en un lateral estaba, más preciosa que nunca, la Virgen
Dolorosa.
Estando en los altos oí decir que la Escalera Sagrada
tenía 28 escalones de mármol blancos, casi todos recubiertos con madera de nogal
para preservarla, excepto donde está la sangre de Cristo, los cuales están
cubiertos con un cristal transparente.
Cuando los creyentes optan
por subir la escalera, comienzan con un pedido de fe, y hacen un compromiso con
el Señor, que dice lo siguiente:
“Inspírame Señor por los
méritos de tu Pasión vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad. Perdóname
mis pecados y yo, en cambio, dispuesto a enmendarme, subiré esta escalera,
venerando en ella un recuerdo de tu sacrificio y una prenda de tu misericordia.
Amén”.
Después, de terminar la presentación
se comienza a subir y, cada vez que se avanza un escalón se hace un rezo
diferente.
El
primero dice: “Por la angustia que te oprimió al despedirte de tu Madre y de
tus discípulos, ten piedad de mí.
María, mi tierna Madre, haz que en mi estén de
fijo las llagas del crucifijo y en mi corazón las grabe”.
..Y el
último, o sea; cuando se llega al escalón 28 dice:” Señor, por las lágrimas de
tu Madre al estrecharte muerto entre sus brazos y depositarte en el sepulcro,
ten piedad de mí”.
Y al
final, frente a la capilla de “Sancta Sanctorum” se hace una plegaria.
“Te
adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste el
mundo…”
Minutos
después, llenos de regocijos, y siendo tal vez un poquito mejor, abandonamos el
templo con la convicción de que seremos salvo.
Apuntes de la Capilla de la
Santa Escalera
La capilla de la Scala Santa, —Escalera Santa—, es una
capilla que está en un extremo de la plaza de San Giovanni. Es uno de los
lugares más venerados por los feligreses, ya que una de sus escaleras, de las
cinco que hay, pertenecía al palacio de Poncio Pilatos, en Jerusalén.
Según cuenta la historia, la madre del emperador
Constantino el Grande, Elena, fue la encargada de trasladar en el año 335, la
escalera a Roma. Desde entonces fue usada por los peregrinos para recibir la
bendición papal.
En el año 1585 el papa Sixto V le pidió a Domenico
Fontana que se ocupara de la restauración de la capilla, ya que se encontraba
en muy mal estado. Desde entonces se colocó la escalera en el lugar que ocupa
en la actualidad.
Después de su restauración comenzó a subirse de rodillas,
mientras se avanza hacia los altos, se van haciendo rezos y oraciones, hasta
llegar al último de los escalones, donde se reza una plegaria. Las paredes a
ambos lados de la escalera están adornadas con frescos. La escalera tiene 28
escalones de mármol, y desde al año 1723 están recubiertos de madera de nogal,
con el fin de evitar el desgaste que estaban sufriendo. Tan solo se dejo de
cubrir con madera, las partes donde están las manchas de sangre, las que están
cubiertas por un grueso cristal.
Según cuenta la leyenda, por esta escalera caminó Jesús
de Nazaret el viernes Santo a la presencia de Pilatos para ser juzgado, lugar
donde fue atormentado y lacerado. Durante su recorrido hacia el calvario fue
emanando sangre, cayendo la misma sobre los escalones, razón por lo cual se le
conoce como la Scala Santa.
De acuerdo a los historiadores, el origen de la capilla
se remonta a los siglos VIII. En ella se encuentran numerosas reliquias, razón
por lo cual comenzó a llamársele el Sancta Sanctorum.
En la capilla hay una pintura de Cristo, llamado
AKEROPITA —“que no fue hecha por la mano humana”—.
Entre los papas que han subido la Escalera Santa de
rodillas, más de una vez, está Pio XI. La última vez que lo hizo fue el 20 de
septiembre de 1870: desde lo alto bendijo a la multitud reunida en el lugar,
después, partió hacia el Vaticano no saliendo nunca más de sus aposentos.
Desde el año de 1929 la capilla es patrimonio de la Santa
Sede al haberse firmado el Tratado de Letrán entre la república de Italia y el
Vaticano. Actualmente está bajo el cuidado de los Padres Pasionistas.