jueves, 16 de octubre de 2014

PLAZA DE SAN PEDRO Y EL VATICANO

        Crónica 13
        Vaticano

            Eran cerca de las ocho de la mañana del viernes 10 de junio del 2011 cuando mi esposa y yo salimos de Casa Francis con el fin de visitar los museos Vaticanos, la capilla Sixtina y la Basílica de San Pedro.
            A los pocos minutos de estar caminando llegamos a la plaza de San Pedro. ¡Majestuosa! Fue mi exclamación cuando me detuve por unos minutos para contemplar la forma trapezoidal de la misma, la cual está protegida por 284 columnas de 13 metros de alto cada una, y en medio de la misma se levanta un obelisco egipcio de 25 metros, el cual fue testigo del martirio que sufrió San Pedro en el circo de Nerón. No muy lejos hay una fuente, y al fondo de la plaza, la Basílica. En los altos; descansando sobre el Vaticano varias estatuas, entre las que está el Cristo Redentor, acompañado por Juan el Bautista y los demás apóstoles, a su vez; sobre las columnatas hay otras 140, de santos colocados en el lugar en diferentes épocas, los cuales daban la impresión de que tenían vida. Cuando Margarita y yo llegamos a la plaza, creíamos que habíamos entrado a otro país. Sin dudas que así fue, pues el Vaticano es un estado dentro de otro estado, pero con independencia propia, que por cierto, es el único país del mundo donde no aumenta su población por nacimientos, todos son extranjeros, incluyendo a los italianos. Es un país donde el 100 % de sus habitantes son emigrantes, por suerte; no tiene leyes de inmigración.
            Mientras caminábamos por la plaza tuve la impresión de que los 140 santos que se encontraban en los altos dirigieron sus miradas hacia nosotros, más al rato de estar observando… No, no era impresión la que yo había recibido, era una realidad. Ellos nos observaban, y en sus caras se veía la felicidad al saber que nosotros y otras muchas personas habíamos ido allí para estar cerca del sepulcro del apóstol San Pedro. Al cambiar la vista hacia uno de los laterales nos encontramos con el papa Juan Pablo II. Estaba en un cuadro gigante pintado por una mano amiga, anunciando al mundo que no se había ido, que permanecería en el Vaticano por siempre para bendecir a los fieles, por lo que mi esposa y yo, tuvimos su gracia. Nos despedimos de él y caminamos unos pocos metros, y que sorpresa tan desagradable nos llevamos, ya que mientras andábamos nos encontramos con el papa Esteban VII, quien llevaba en sus manos los huesos del papa Formoso. El papa Esteban VII había sacado el cuerpo, aún en descomposición, del fallecido papa Formoso de su tumba para hacerle varias preguntas, al no tener respuesta lo desmembró y después lo mandó a arrastrar por las calles de Roma, al final, tiró al Tíber los despojos del papa Formoso, sin embargo; aquel momento tan desagradable lo echamos al olvido, pero al salir del recinto nos enteramos de que el pueblo de Roma le había ajustado cuentas al papa Esteban VII por su macabro acto, pues lo habían estrangulado por su indebida acción. De nuevo dirigí mi vista hacia Juan Pablo II, y este, apenado, pidió perdón por todos los males que la iglesia había cometido cientos de años antes, pues en muchos lugares de Roma, aún daba la sensación de que las hogueras de la inquisición estaban encendidas, pero por suerte, la inquisición era cosa del pasado, y de nuevo el amor era un ente perfecto que emanaba en la plaza de San Pedro. Margarita y yo nos despedimos del Papa Juan Pablo II con una mirada de agradecimiento, por haber sido un verdadero enlace entre los hombres y Dios.
            Yo quería conversar con los santos que desde lo alto me observaban, pero no tenía tiempo, pues nuestra entrada a los museos estaba marcada para las nueve de la mañana y aún nos quedaban varias calles por recorrer, por lo tanto; me despedí de ellos sin más palabras que un adiós, por lo que comenzamos a andar hasta atravesar la plaza en su totalidad, saliendo a un larga calle, y cual sorpresa la nuestra, al girar en una esquina nos encontramos con cientos de personas en una larga fila de a tres, para visitar los museos y a la basílica, sin embargo; como hacía meses que yo había comprado las entradas, no tuvimos que hacer la tediosa línea, por lo que nos dirigimos a la puerta principal, enseñamos nuestros comprobantes y nos lo cambiaron por otros dos, los cuales llevaban el logo del Vaticano, entonces nos pasaron por un escáner, al momento comenzamos nuestro recorrido por los museos Vaticanos. De inmediato entramos en el museo Pío Clementino, y al rato de estar andando nos encontramos en una enorme sala conocida como la sala Redonda, en cuyo lugar se encontraba una enorme bañera de pórfido rojo y a su alrededor varias esculturas de emperadores, también la de Hércules y la del dios Nilo, el cual daba la sensación de que estaba cansado por la posición en que se encontraba, sin embargo; cuando me fijé detenidamente en la enorme bañera, mi mente se nubló. Sin duda que perdí la noción del tiempo. Allí, en el medio de la misma estaba Nerón con diez mujeres, todas bellas y hermosas, las cuales estaban completamente desnudas enseñando sus atributos. El emperador estaba recostado a la misma y a su lado, dos de las mujeres le echaban agua con las manos, en eso, se dio cuenta de mi presencia y me invitó a que yo entrara a la bañera, lo cual me puso en un gran aprieto, pues a mi lado estaba mi esposa y yo no sabía si ella también fue capaz de trasladarse a esa época, de lo que sí yo estaba convencido era que si me negaba a la petición del emperador, lo más probable era que me mandara a encerrar en una de las celdas de su circo, de donde saldría tan solo para enfrentarme a los leones, y por supuesto; de mi no quedaría ni hueso ni pellejo.
            El emperador era un hombre violento y cruel, a tal punto que asesinó a su hermanastro y a su madre, a esta, le desgarró sus partes internas tratando de encontrar el lugar de donde él había salido, entonces; queriendo encontrar una solución a mi terrible situación me dirigí a Hércules, por lo que le pedí ayuda. El dios estaba majestuosamente cubierto de bronce, al momento se dirigió a mi y me dijo que no me preocupara, que él se ocupaba de ajustarles cuentas al emperador. Al percatarse Nerón de la intervención de Hércules a mi favor, y como él era un hombre astuto, ya que sabía que contra Hércules no podría luchar, se dirigió de nuevo a mi persona, diciéndome que me retiraba la invitación, ya que si yo me metía en la bañera, podría enfermarme, pues el agua estaba algo fría, entonces me sugirió que siguiera visitando a los emperadores que allí se encontraban con el fin de conocer más de sus vidas, por lo que me señaló al emperador Adriano, por lo que le hice caso. Al llegar ante Adriano, este me miró, a la vez que me pidió que me acercara, pues apenas veía, cuando en eso escuché la voz de Antimo, quien se encontraba a su lado, el cual me dijo “No te acerques a él, que es un hombre débil, aunque para matar a sus enemigos, no tiene piedad”, por lo que le hice caso y seguí caminando, hasta ver a Plotina, la esposa de Trajano, a la cual le pregunté. —¿Por qué Antimo me dijo que el emperador era un hombre débil si había conquistado tantos territorios exponiendo su vida? La mujer, al escuchar mi pregunta comenzó a reírse y me dijo. —Tú no sabes que Adriano y Nerón son homosexuales y que Antimo es el amante de Adriano. Si te habrás fijado, en la bañera Nerón no hacía el amor con ninguna de las hermosa mujeres que tenía a su lado, sin embargo; cuando él le pide a las mismas que se retiren, de inmediato uno de sus amantes se mete en la bañera, y todos nosotros, que estamos aquí, tenemos que hacernos de la vista gorda, para que el emperador pueda satisfacer sus debilidades emocionales” Con la misma le di las gracias a Plotina y continúe caminando hasta detenerme frente al emperador Claudio, el emperador, estaba tan cansado que ni siquiera se fijó en mi, al dirigirme a él le pregunté qué fue lo que le dijo Hércules a Nerón, para que me liberara de tener que entrar en la bañera.
            —Está bien, soldado, —a decir verdad, no sé por qué me llamó soldado—, tal vez yo estaba vestido de militar —me dijo, “yo pude escuchar lo que le dijo Hércules, pues aquí todos somos sordos y ciegos cuando queremos o cuando no nos queda más remedio. Hércules le exigió al emperador que si no me dejaba en paz, destruiría la bañera y expulsaría a todas las mujeres, e incluso; obligaría a sus amantes a que lo abandonaran por siempre. De inmediato, el emperador Claudio volvió a su estado de contemplación, por lo que Margarita y yo seguirnos nuestro camino hasta que llegamos a otra de las salas. Sin duda, que allí se quedó Nerón rabiando, pues su poder había sido vencido por una estatua de bronce y sabrás Dios cuáles eran sus intenciones para conmigo.
            …Y seguimos andando, hasta llegar a otra sala, la cual estaba llena de animales, a un lado había un león con pintas negras y otro con pintas amarilla, entonces aquellas dos bestias empezaron a mover los ojos y abrir la boca, yo me aterroricé, pues en mi mente ellos estaban cogiendo vida, tal vez yo fuera un bocado delicioso, pues en todo el salón no había ni un pedazo de carne para que se alimentaran, sin embargo; estaban gordos y eran muy hermosos, con sumo cuidado me fui alejando de ellos, sin darle las espaldas, entonces sentí que una enorme ave me picoteaba los zapatos, más no le hice caso, en eso los animales despertaron del letargo en que estaban, los pájaros comenzaron a cantar, el cocodrilo a moverse, la vaca a mugir, el caballo a relinchar, en fin; cada uno de ellos se dejaba notar para llamar mi atención, mas como eran tantos, a ninguno les hice caso por lo que abandoné la sala de inmediato, y cuando meno me lo esperaba, llegue a un sala donde el techo brillaba como el oro. Habíamos llegado a la sala de los 40 mapas, la cual es una galería de varios metros de largo, al mirar hacia el techo, bellas imágenes estaban presente para darle al visitante un espectáculo fascinante, a su vez, en la paredes se encontraban los mapas de las diferentes regiones de Italia y de los antiguos estados Vaticanos, los  que fueron plasmados entre los años 1580 a 1585. Paso a paso fuimos dejando atrás la pintoresca galería, y cuando vinimos a ver estábamos en otra sala, en la misma nos encontramos con Sócrates que salía de la escuela de Atenas, tal parecía que el filósofo había terminado su charla. Iba acompañado por Aristóteles, entonces, no pudiendo contenerme, salí a su encuentro, pues quería saludarlo y agradecerle por haberme dado el placer de aprender de sus enseñanzas. Se detuvo, me dio la mano y algunos consejos, entonces quise aprovechar la oportunidad y le pregunté: ¿Qué fue lo que usted quiso decir cuando dijo? “Solo sé que nada sé” Me miró, aún con mi mano entre la suya y me contestó. “Eso lo dije para los hombres que creen que lo saben todo y no saben nada “Al final, soltó mi mano y siguió andando, dejándome con la misma incertidumbre de antes de haberle hecho la pregunta...Y nosotros seguimos nuestro andar hasta llegar a la capilla Sixtina, allí, parado en una esquina estaban conversando el papa Julio II y Miguel Ángel acerca de un nuevo proyecto. En eso me di cuenta que no podía ser, si ellos habían desparecido hacía siglos, pero si. Eran ellos que habían regresado, uno; para ver la grandeza del Vaticano, otro, para retocar alguno que otro detalle que durante siglos ha pasado desapercibido por los maestros de la pintura y de los críticos. Alejé mi vista de ellos y me concentré en el techo, pero si en aquel momento yo hubiera tenido un brazo largo lo hubiera estirado hacia el creador con tal de verme envuelto por siempre en su halo de amor. Más no pudo ser, pues yo soy mortal, no obstante; mi mente se puso en armonía con el Señor, pero en eso me di cuenta que estaba rodeado de cientos de personas, las cuales sin querer me iban empujando hacia adelante hasta que al salir por una puerta apareció deslumbrante la basílica de San Pedro. Lo primero que me llamó la atención fueron los maravillosos mármoles del piso por los que caminaba. Al mirar hacia los lados, las imágenes se multiplicaban, mi mente apenas daba abasto para almacenar tanta historia, en eso, me acerqué a uno de los laterales, y allí, estaba ella, con su hijo cargado, dando la sensación de ser más joven que Él. Él no tenía vida, pero vivía, y ella lo cuidaba para que volviera a la luz, y tenía razón, pues Él estaba en todas partes, expandiendo su amor. Después de darle las gracias a Miguel Ángel por su maravillosa obra de la Piedad, continuamos la visita hasta que nos encontramos con la tumba de Francesco Saverio Castiglioni (Pio VIII), el cual estaba arrodillado, y detrás de él, el Maestro, tal parecía que le estaba dando ánimo para que olvidara el destierro del que fue objeto por Napoleón, cuando era obispo. Seguimos recorriendo la basílica y ante nosotros, apareció Antonio Pignatelli (papa Inocencio XII). Se encontraba en su trono impartiendo la bendición. Yo me arrodillé y le di las gracias. En eso me fijé detenidamente en su rostro y vi que llevaba bigotes. El se dio cuenta de mi mirada y me dijo—. Desde mi en adelante, ninguno de mis sucesores usará bigotes ni barba en este templo—. Quiero que sepas —continúo su conversación conmigo—. Estoy dando una orden de que el nepotismo y la simonía sean cosas del pasado—. En eso miré hacia los altos y vi a la reina Cristina de Suecia. Se le veía algo preocupada, pues no muy lejos, se encontraba Rodrigo Borgia (papa Alejandro VI) quien convertía en amante a cualquier mujer que le gustase, razón por la cual ella estaba en los altos, para así evitar que él pudiera poseerla. En eso yo también me puse a observarla y me di cuenta que era una mujer de temple, entonces; al ver que mi esposa se había alejado, la reina me dijo —No encuentres tu fe en ninguna religión, pues la religión fue hecha por los hombres para sacar beneficios de ella. Solo encuéntrala en tu interno, que nuestro Dios está en todas partes—. Me quedé analizando sus palabras y llegué a la conclusión de que tenía razón, entonces me retiré del lugar y al poco rato de estar caminando me encontré con la tumba de Matilde de Canossa, obra maestra del genial Bernini. Era una mujer tan poderosa que hasta los reyes se arrodillaban ante ella. Como mi tiempo se iba esfumando, continuamos recorriendo la basílica, mientras caminábamos le hice saber a mi esposa que eran muy pocas las mujeres que estaban enterradas en el Vaticano, entre las cuales estaba Carlota de Saboya, segunda esposa del rey Luis XI de Francia. A cada momento recibíamos nuevas sorpresas. De repente nos encontramos con el papa Benedicto XIV, el cual estaba impartiendo la bendición, o tal vez dando órdenes, al observar su dentadura, me di cuenta que la tenía manchada, por lo que supe que se pasaba la vida fumando, es uno de los papas que más han hecho por el avance de la educación, pues en su papado se crearon universidades y centros de ciencias. Con la misma nos retiramos continuando nuestro camino y mientras caminábamos escuché una voz que me llamaba, en eso me cuenta que mi esposa se había sentado para descansar un rato, por lo que me dirigí hacia el lugar de donde provenía la voz. Al llegar, frente a mi, estaba el papa Pio VII, el cual me dio la bendición tan pronto me acerqué.
             —Hijo —me dijo, —quiero contarte una pequeña historia.
            — Le escucho su santidad —le contesté.
            —Como sabrás, nuestra iglesia, en los finales del siglo XVII y comienzos del XVIII vivió momentos muy difíciles, y fue a mi a quien le tocó solventar la situación, aunque muchos no estuvieron de acuerdo con mis decisiones, sin embargo; haber cogido otro camino, hubiera sido un desastre. Cuando yo asumí el papado en nombre del Apóstol Pedro, el dictador francés quería que yo lo instituyera como emperador, pero eso crearía una dualidad, lo cual nos puso en una disyuntiva muy difícil, pues ya teníamos al emperador de Sacro Colegio Germánico, aunque después de mucho meditarlo, decidimos que lo mejor para Roma y la iglesia era acceder a los pedidos de Napoleón, por lo tanto, no me quedó más remedio que viajar a París para proclamarlo emperador, lo cual nunca sucedió, pues en el momento en que le iba a ponerle la corona, él la tomó de mis manos y se la colocó en su cabeza. Terminado el acto de coronación me impidió regresar a Roma, haciéndome su prisionero durante algún tiempo, pero cuando supo que si yo no regresaba, se leería mi abdicación, la cual yo había dejado escrita antes de partir, por tal motivo, a los pocos días de enterarse, de mi carta de renuncia me dio la libertad y pude regresar al Vaticano.
            —Padre, antes de retirarme con su anuencia, quiero hacerle una pregunta.
            —Está bien hijo.
            —¿Por qué usted se opuso a la independencia de los países de la América, del yugo español?
            —A decir verdad, en aquellos tiempos estaban surgiendo sectas secretas que podrían hacerle mucho daño a la fe católica, y también podrían surgir potencias anticatólicas —me dijo a la vez que continúo— además, queríamos evitar un baño de sangre entre padres, hijos y hermanos.
            No muy convencido, me despedí del papa, mientras tanto; Margarita ya se había recuperado de su cansancio por lo que continuamos escudriñando los vericuetos del Vaticano, hasta que nos encontramos con la tumba del papa Gregorio XIII.
            Al instante quise irme, del lugar, pues indirectamente, el papa tenía manchada las manos de sangre, que aunque él no autorizó la matanza del día de San Bartolomé, la noche del 24 de agosto de 1572, o matanzas de los Hugonotes, más de 100,000; celebró el acto como una bendición del cielo, e incluso; mandó a acuñar una medalla donde se encuentra a un ángel matando Hugonotes. También quiso asesinar a la reina de Inglaterra, Isabel I, lo que nunca pudo lograr, a pesar de los sicarios que envió para llevar a hecho tan macabro acto. Sin embargo; no todas las acciones del Papa Gregorio XIII fueron macabras, pues entre su legados estuvo el de cambiar el almanaque Juliano por uno que se ajustara a la verdad de los tiempos, o sea; se creó el almanaque Gregoriano, que es el que nos da el día a día hoy en día, pues en aquella época el calendario Juliano tenía 11 minutos y 14 segundo más que el solar, por lo que con la ayuda del astrónomo Christopher Clavius, el jueves 4 de octubre de 1582 se alteró el almanaque ya que el próximo día sería el viernes 15 de octubre de 1582, además; se le eliminaría al actual almanaque tres años bisiestos.
            Como no tenía deseos de conversar con él, le pedí a Dios que perdonara sus pecados, lo cual él se dio cuenta, entonces, a pesar de mis puntos de vista, me impartió la bendición, la cual acepté, pues sin duda, quien en aquellos tiempos actuó en nombre de Cristo, no fue el continuador de San Pedro, sino; un hombre lleno de ambiciones.
            Mi esposa y yo seguimos andando hasta detenernos frente al baldaquino, el cual sobresalía por encima de todos los demás ornamentos y obras de arte de la basílica. El bronce del cual fue hecho tenia la etiqueta pagana, pues se le había sustraído al panteón de Agripa. También muchas de las columnas de la plaza de San Pedro habían provenido de los monumentos paganos, sin embargo; de todos los monumentos de la época el que más daño recibió fue el coliseo romano, pues más de dos mil carretas de piedras se sacaron del mismo para convertirla en cal y llevarla al Vaticano para hacer la casa de San Pedro. Por suerte, Miguel Ángel Buonarotti se opuso a tal canibalismo y así pudo dejar algo para la historia.
            Ya agotados de caminar por la basílica de San Pedro, salimos a la plaza, y nos acercamos a dos soldados de la guardia Suiza, los cuales custodiaban la entrada de una enorme puerta, ambos llevaban puesto un uniforme multicolor creado por Miguel Ángel, cientos de años antes.
            Nos despedimos del Vaticano y regresamos al hotel, pues en la tarde, seguiríamos nuestro andar por las calles, monumentos y palacios de Roma.

          Apuntes del Vaticano.
            El estado del Vaticano, es el país más pequeño del orbe. Su extensión territorial es de 44 hectáreas, con una población de 900 personas. El nacimiento oficial del estado Vaticano surgió en 1929, con el tratado de Letrán. En épocas remotas existieron los llamado estados Pontificios, que estaban bajo dominio Papal, los cuales fueron conquistados por las tropas de Garibaldi y del Rey Vittorio Emanuel II, creando la Italia unificada de hoy en día.
            El papa es la cabeza visible del gobierno Vaticano, quien controla el poder ejecutivo, legislativo y judicial. El segundo puesto en importancia es el de Secretario de Estado.
            La ciudad del Vaticano se compone de varios edificios, fuentes, los jardines del Vaticano, la plaza de San Pedro y la Basílica, en la cual se encuentran enterrados muchos de los papas que se sentaron en el trono de San Pedro.
            La plaza posee el 20% del territorio del estado y tiene forma trapezoidal. En su centro se encuentra un obelisco egipcio, el cual fue trasladado desde el circo de Nerón. El obelisco no tiene jeroglíficos. También en la plaza se encuentran dos fuentes, una de las cuales fue diseñada por Bernini. La plaza está adornada con 162 columnas dóricas. En ella el papa bendice a los miles de fieles que se reúnen en el lugar los miércoles.
            En los altos del Vaticano y encima de las columnatas se encuentran un sin número de esculturas representando a los apóstoles, a Jesús de Nazaret y a 140 santos.           
            La primera construcción de la basílica fue ordenada por el emperador Constantino el Grande, el cual se había convertido al cristianismo, al cabo de los siglos la basílica estaba tan deteriorada que en el 1506 comenzó la nueva cimentación, terminándose en el 1626, pocos años después, en 1656, se terminó la construcción de la plaza de San Pedro, la cual fue diseñada por Bernini. La basílica tiene seis campanas. La primera es Campanone, tañendo su sonido en Fa menor; la segunda, Campanoncino, su tañido en Si menor; la tercera, Rota, la más antigua de todas, suena en Re menor; la cuarta, Predica, en Fa mayor; la quinta, Ave María, en Si mayor y la sexta, Campanella, en Do mayor. Cuando suenan todas a la vez se les llama Plenum.
            La cúpula tiene 120 metros de alto y 42.45 metros de ancho. Bajo su techo se encuentra el baldaquino y en el medio del mismo, el altar mayor. Otro de los lugares de gran interés son los Museos Vaticanos, en los que existe una de las colecciones de arte más grande del mundo.
            El Vaticano tiene varias capillas, siendo la más importante la Sixtina, la cual toma su nombre del papa Sixto IV quien mandó a construirla en el año de 1477. La que se terminó en 1480. Entre los artista que decoraron con frescos las paredes y techos se encuentran Miguel Ángel, Rafael, Botticelli, Pietro Perugino, Luca Signorelli y Domenico Ghirlandaio, sin embargo; el fresco más importante es el del techo, el cual fue pintado por Miguel Ángel. Otra de las obras de este famoso pintor y escultor es la escultura de la Piedad, la cual se encuentra en la Basílica. Actualmente está protegida a prueba de golpes. Es en la capilla Sixtina donde se reúne el cónclave de cardenales cuando tienen que elegir a un nuevo papa.
            El Vaticano tiene su propia guardia, la cual existe desde el año 1506, todos sus miembros tienen que ser solteros, suizos, católicos y tener entre 19 y 30 años. El uniforme fue creado por Miguel Ángel en 1506, la guardia la componen aproximadamente entre 100 y 110 hombres y como armas usan la alabarda y la espada ropera, aunque están adiestrados con las armas modernas, ya que pertenecieron al ejército suizo. Su función principal es defender la integridad física del Papa.
            En la basílica hay enterrados varios papas, entre los que podemos citar están: Clemente X, Alejandro VII y VIII, Urbano III, Inocencio VIII, XI y XII, Benedicto XIV, Gregorio XIII, Pio VII y VIII, siendo Juan Pablo II el último papa que fue enterrado en el Vaticano. Otros se encuentran en el sepulcro de los papas.
En el Vaticano se encuentran las tumbas de varias mujeres, entre ellas las de: Matilde de Canossa, la reina Cristina de Suecia, Carlota de Saboya y otras. Sin embargo; la tumba más importante que existe en el Vaticano es la del Apóstol San Pedro, la cual fue descubierta el 23 de diciembre de 1950.
            Hasta la actualidad la iglesia Católica, Apostólica y Romana ha contado con 265 papas, siendo el papa Urbano VII el que menos tiempo ejerció sus funciones, tan solo 13 días; el papa Pío IX el que más tiempo estuvo en la silla de San Pedro: 31 años, 7 meses y 23 días.
            Entre los papas hay muchos datos curiosos a resaltar, por ejemplo: el papa Juan IX, llegó al papado sin tan siquiera ser sacerdote, el más anciano fue Honorio III, se supone que fue elegido cuando tenía cerca de noventa años. El más joven: Benedicto IX, el cual tan solo tenía 14 años. Otro dato curioso fue que el papa Alejandro VI, tuvo varios hijos.
            Han habido papas que han sido grandes guerreros, e incluso; dos millones de personas murieron por seguir la doctrina papal, como fue la invocación hecha por el papa Urbano II en el año 1098, en el concilio de Clermont, Francia, quien le pidió a los feligreses unir esfuerzos para reconquistar los Santos lugares, los cuales estaban en mano de los árabes, o sea; convocó las cruzadas las que duraron casi quinientos años.
            Sin duda alguna que el Vaticano es el centro cristiano y pagano más grande que existe, pues la mayoría de los materiales para su construcción provino de los monumentos paganos, como las columnas de la plaza de San Pedro y las más de dos mil carretas de piedra que le sacaron al Coliseo Romano para convertirlas en caliza. Así que no sería de extrañar que en algunas de las paredes se encuentren muestras de ADN de los miles de hombres que fueron ejecutados en el coliseo, sobre todos, los cristianos de los primeros siglos.
            Otros de los lugares a tener en cuenta del Vaticano es su biblioteca, la que guarda en sus estantes más de siete millones de ejemplares, entre los cuales se encuentran 8,300 libros incunables.
            El Vaticano cuenta con un hermoso jardín, siendo la envidia de cualquier palacio, también tiene una emisora de televisión y de radio, trasmitiendo esta última, en casi todos los idiomas del mundo, además; posee un observatorio con los últimos adelantos de la ciencia.