Crónica 13
Vaticano
Eran cerca de las ocho de la mañana del viernes 10 de
junio del 2011 cuando mi esposa y yo salimos de Casa Francis con el fin de
visitar los museos Vaticanos, la capilla Sixtina y la Basílica de San Pedro.
A los pocos minutos de estar caminando llegamos a la
plaza de San Pedro. ¡Majestuosa! Fue mi exclamación cuando me detuve por unos
minutos para contemplar la forma trapezoidal de la misma, la cual está
protegida por 284 columnas de 13 metros de alto cada una, y en medio de la
misma se levanta un obelisco egipcio de 25 metros, el cual fue testigo del
martirio que sufrió San Pedro en el circo de Nerón. No muy lejos hay una
fuente, y al fondo de la plaza, la Basílica. En los altos; descansando sobre el
Vaticano varias estatuas, entre las que está el Cristo Redentor, acompañado por
Juan el Bautista y los demás apóstoles, a su vez; sobre las columnatas hay
otras 140, de santos colocados en el lugar en diferentes épocas, los cuales
daban la impresión de que tenían vida. Cuando Margarita y yo llegamos a la
plaza, creíamos que habíamos entrado a otro país. Sin dudas que así fue, pues
el Vaticano es un estado dentro de otro estado, pero con independencia propia,
que por cierto, es el único país del mundo donde no aumenta su población por
nacimientos, todos son extranjeros, incluyendo a los italianos. Es un país
donde el 100 % de sus habitantes son emigrantes, por suerte; no tiene leyes de
inmigración.
Mientras caminábamos por la plaza tuve la impresión de
que los 140 santos que se encontraban en los altos dirigieron sus miradas hacia
nosotros, más al rato de estar observando… No, no era impresión la que yo había
recibido, era una realidad. Ellos nos observaban, y en sus caras se veía la
felicidad al saber que nosotros y otras muchas personas habíamos ido allí para
estar cerca del sepulcro del apóstol San Pedro. Al cambiar la vista hacia uno
de los laterales nos encontramos con el papa Juan Pablo II. Estaba en un cuadro
gigante pintado por una mano amiga, anunciando al mundo que no se había ido,
que permanecería en el Vaticano por siempre para bendecir a los fieles, por lo
que mi esposa y yo, tuvimos su gracia. Nos despedimos de él y caminamos unos
pocos metros, y que sorpresa tan desagradable nos llevamos, ya que mientras
andábamos nos encontramos con el papa Esteban VII, quien llevaba en sus manos
los huesos del papa Formoso. El papa Esteban VII había sacado el cuerpo, aún en
descomposición, del fallecido papa Formoso de su tumba para hacerle varias
preguntas, al no tener respuesta lo desmembró y después lo mandó a arrastrar
por las calles de Roma, al final, tiró al Tíber los despojos del papa Formoso,
sin embargo; aquel momento tan desagradable lo echamos al olvido, pero al salir
del recinto nos enteramos de que el pueblo de Roma le había ajustado cuentas al
papa Esteban VII por su macabro acto, pues lo habían estrangulado por su
indebida acción. De nuevo dirigí mi vista hacia Juan Pablo II, y este, apenado,
pidió perdón por todos los males que la iglesia había cometido cientos de años
antes, pues en muchos lugares de Roma, aún daba la sensación de que las
hogueras de la inquisición estaban encendidas, pero por suerte, la inquisición
era cosa del pasado, y de nuevo el amor era un ente perfecto que emanaba en la
plaza de San Pedro. Margarita y yo nos despedimos del Papa Juan Pablo II con
una mirada de agradecimiento, por haber sido un verdadero enlace entre los
hombres y Dios.
Yo quería conversar con los santos que desde lo alto me
observaban, pero no tenía tiempo, pues nuestra entrada a los museos estaba
marcada para las nueve de la mañana y aún nos quedaban varias calles por
recorrer, por lo tanto; me despedí de ellos sin más palabras que un adiós, por
lo que comenzamos a andar hasta atravesar la plaza en su totalidad, saliendo a
un larga calle, y cual sorpresa la nuestra, al girar en una esquina nos
encontramos con cientos de personas en una larga fila de a tres, para visitar
los museos y a la basílica, sin embargo; como hacía meses que yo había comprado
las entradas, no tuvimos que hacer la tediosa línea, por lo que nos dirigimos a
la puerta principal, enseñamos nuestros comprobantes y nos lo cambiaron por
otros dos, los cuales llevaban el logo del Vaticano, entonces nos pasaron por
un escáner, al momento comenzamos nuestro recorrido por los museos Vaticanos.
De inmediato entramos en el museo Pío Clementino, y al rato de estar andando
nos encontramos en una enorme sala conocida como la sala Redonda, en cuyo lugar
se encontraba una enorme bañera de pórfido rojo y a su alrededor varias
esculturas de emperadores, también la de Hércules y la del dios Nilo, el cual
daba la sensación de que estaba cansado por la posición en que se encontraba,
sin embargo; cuando me fijé detenidamente en la enorme bañera, mi mente se
nubló. Sin duda que perdí la noción del tiempo. Allí, en el medio de la misma
estaba Nerón con diez mujeres, todas bellas y hermosas, las cuales estaban
completamente desnudas enseñando sus atributos. El emperador estaba recostado a
la misma y a su lado, dos de las mujeres le echaban agua con las manos, en eso,
se dio cuenta de mi presencia y me invitó a que yo entrara a la bañera, lo cual
me puso en un gran aprieto, pues a mi lado estaba mi esposa y yo no sabía si
ella también fue capaz de trasladarse a esa época, de lo que sí yo estaba
convencido era que si me negaba a la petición del emperador, lo más probable
era que me mandara a encerrar en una de las celdas de su circo, de donde
saldría tan solo para enfrentarme a los leones, y por supuesto; de mi no
quedaría ni hueso ni pellejo.
El emperador era un hombre violento y cruel, a tal punto
que asesinó a su hermanastro y a su madre, a esta, le desgarró sus partes
internas tratando de encontrar el lugar de donde él había salido, entonces;
queriendo encontrar una solución a mi terrible situación me dirigí a Hércules,
por lo que le pedí ayuda. El dios estaba majestuosamente cubierto de bronce, al
momento se dirigió a mi y me dijo que no me preocupara, que él se ocupaba de
ajustarles cuentas al emperador. Al percatarse Nerón de la intervención de
Hércules a mi favor, y como él era un hombre astuto, ya que sabía que contra
Hércules no podría luchar, se dirigió de nuevo a mi persona, diciéndome que me
retiraba la invitación, ya que si yo me metía en la bañera, podría enfermarme,
pues el agua estaba algo fría, entonces me sugirió que siguiera visitando a los
emperadores que allí se encontraban con el fin de conocer más de sus vidas, por
lo que me señaló al emperador Adriano, por lo que le hice caso. Al llegar ante
Adriano, este me miró, a la vez que me pidió que me acercara, pues apenas veía,
cuando en eso escuché la voz de Antimo, quien se encontraba a su lado, el cual
me dijo “No te acerques a él, que es un hombre débil, aunque para matar a sus
enemigos, no tiene piedad”, por lo que le hice caso y seguí caminando, hasta
ver a Plotina, la esposa de Trajano, a la cual le pregunté. —¿Por qué Antimo me
dijo que el emperador era un hombre débil si había conquistado tantos
territorios exponiendo su vida? La mujer, al escuchar mi pregunta comenzó a
reírse y me dijo. —Tú no sabes que Adriano y Nerón son homosexuales y que
Antimo es el amante de Adriano. Si te habrás fijado, en la bañera Nerón no
hacía el amor con ninguna de las hermosa mujeres que tenía a su lado, sin
embargo; cuando él le pide a las mismas que se retiren, de inmediato uno de sus
amantes se mete en la bañera, y todos nosotros, que estamos aquí, tenemos que
hacernos de la vista gorda, para que el emperador pueda satisfacer sus
debilidades emocionales” Con la misma le di las gracias a Plotina y continúe
caminando hasta detenerme frente al emperador Claudio, el emperador, estaba tan
cansado que ni siquiera se fijó en mi, al dirigirme a él le pregunté qué fue lo
que le dijo Hércules a Nerón, para que me liberara de tener que entrar en la
bañera.
—Está bien, soldado, —a decir verdad, no sé por qué me
llamó soldado—, tal vez yo estaba vestido de militar —me dijo, “yo pude
escuchar lo que le dijo Hércules, pues aquí todos somos sordos y ciegos cuando
queremos o cuando no nos queda más remedio. Hércules le exigió al emperador que
si no me dejaba en paz, destruiría la bañera y expulsaría a todas las mujeres,
e incluso; obligaría a sus amantes a que lo abandonaran por siempre. De
inmediato, el emperador Claudio volvió a su estado de contemplación, por lo que
Margarita y yo seguirnos nuestro camino hasta que llegamos a otra de las salas.
Sin duda, que allí se quedó Nerón rabiando, pues su poder había sido vencido
por una estatua de bronce y sabrás Dios cuáles eran sus intenciones para
conmigo.
…Y seguimos andando, hasta llegar a otra sala, la cual
estaba llena de animales, a un lado había un león con pintas negras y otro con
pintas amarilla, entonces aquellas dos bestias empezaron a mover los ojos y
abrir la boca, yo me aterroricé, pues en mi mente ellos estaban cogiendo vida,
tal vez yo fuera un bocado delicioso, pues en todo el salón no había ni un
pedazo de carne para que se alimentaran, sin embargo; estaban gordos y eran muy
hermosos, con sumo cuidado me fui alejando de ellos, sin darle las espaldas,
entonces sentí que una enorme ave me picoteaba los zapatos, más no le hice
caso, en eso los animales despertaron del letargo en que estaban, los pájaros
comenzaron a cantar, el cocodrilo a moverse, la vaca a mugir, el caballo a
relinchar, en fin; cada uno de ellos se dejaba notar para llamar mi atención,
mas como eran tantos, a ninguno les hice caso por lo que abandoné la sala de
inmediato, y cuando meno me lo esperaba, llegue a un sala donde el techo
brillaba como el oro. Habíamos llegado a la sala de los 40 mapas, la cual es
una galería de varios metros de largo, al mirar hacia el techo, bellas imágenes
estaban presente para darle al visitante un espectáculo fascinante, a su vez,
en la paredes se encontraban los mapas de las diferentes regiones de Italia y
de los antiguos estados Vaticanos, los que
fueron plasmados entre los años 1580 a 1585. Paso a paso fuimos dejando atrás la
pintoresca galería, y cuando vinimos a ver estábamos en otra sala, en la misma
nos encontramos con Sócrates que salía de la escuela de Atenas, tal parecía que
el filósofo había terminado su charla. Iba acompañado por Aristóteles,
entonces, no pudiendo contenerme, salí a su encuentro, pues quería saludarlo y
agradecerle por haberme dado el placer de aprender de sus enseñanzas. Se
detuvo, me dio la mano y algunos consejos, entonces quise aprovechar la
oportunidad y le pregunté: ¿Qué fue lo que usted quiso decir cuando dijo? “Solo
sé que nada sé” Me miró, aún con mi mano entre la suya y me contestó. “Eso lo
dije para los hombres que creen que lo saben todo y no saben nada “Al final,
soltó mi mano y siguió andando, dejándome con la misma incertidumbre de antes
de haberle hecho la pregunta...Y nosotros seguimos nuestro andar hasta llegar a
la capilla Sixtina, allí, parado en una esquina estaban conversando el papa
Julio II y Miguel Ángel acerca de un nuevo proyecto. En eso me di cuenta que no
podía ser, si ellos habían desparecido hacía siglos, pero si. Eran ellos que
habían regresado, uno; para ver la grandeza del Vaticano, otro, para retocar
alguno que otro detalle que durante siglos ha pasado desapercibido por los
maestros de la pintura y de los críticos. Alejé mi vista de ellos y me
concentré en el techo, pero si en aquel momento yo hubiera tenido un brazo
largo lo hubiera estirado hacia el creador con tal de verme envuelto por
siempre en su halo de amor. Más no pudo ser, pues yo soy mortal, no obstante;
mi mente se puso en armonía con el Señor, pero en eso me di cuenta que estaba
rodeado de cientos de personas, las cuales sin querer me iban empujando hacia
adelante hasta que al salir por una puerta apareció deslumbrante la basílica de
San Pedro. Lo primero que me llamó la atención fueron los maravillosos mármoles
del piso por los que caminaba. Al mirar hacia los lados, las imágenes se
multiplicaban, mi mente apenas daba abasto para almacenar tanta historia, en
eso, me acerqué a uno de los laterales, y allí, estaba ella, con su hijo
cargado, dando la sensación de ser más joven que Él. Él no tenía vida, pero
vivía, y ella lo cuidaba para que volviera a la luz, y tenía razón, pues Él
estaba en todas partes, expandiendo su amor. Después de darle las gracias a
Miguel Ángel por su maravillosa obra de la Piedad, continuamos la visita hasta
que nos encontramos con la tumba de Francesco Saverio Castiglioni (Pio VIII),
el cual estaba arrodillado, y detrás de él, el Maestro, tal parecía que le
estaba dando ánimo para que olvidara el destierro del que fue objeto por Napoleón,
cuando era obispo. Seguimos recorriendo la basílica y ante nosotros, apareció
Antonio Pignatelli (papa Inocencio XII). Se encontraba en su trono impartiendo
la bendición. Yo me arrodillé y le di las gracias. En eso me fijé detenidamente
en su rostro y vi que llevaba bigotes. El se dio cuenta de mi mirada y me
dijo—. Desde mi en adelante, ninguno de mis sucesores usará bigotes ni barba en
este templo—. Quiero que sepas —continúo su conversación conmigo—. Estoy dando
una orden de que el nepotismo y la simonía sean cosas del pasado—. En eso miré
hacia los altos y vi a la reina Cristina de Suecia. Se le veía algo preocupada,
pues no muy lejos, se encontraba Rodrigo Borgia (papa Alejandro VI) quien
convertía en amante a cualquier mujer que le gustase, razón por la cual ella
estaba en los altos, para así evitar que él pudiera poseerla. En eso yo también
me puse a observarla y me di cuenta que era una mujer de temple, entonces; al
ver que mi esposa se había alejado, la reina me dijo —No encuentres tu fe en
ninguna religión, pues la religión fue hecha por los hombres para sacar
beneficios de ella. Solo encuéntrala en tu interno, que nuestro Dios está en
todas partes—. Me quedé analizando sus palabras y llegué a la conclusión de que
tenía razón, entonces me retiré del lugar y al poco rato de estar caminando me
encontré con la tumba de Matilde de Canossa, obra maestra del genial Bernini. Era
una mujer tan poderosa que hasta los reyes se arrodillaban ante ella. Como mi
tiempo se iba esfumando, continuamos recorriendo la basílica, mientras
caminábamos le hice saber a mi esposa que eran muy pocas las mujeres que
estaban enterradas en el Vaticano, entre las cuales estaba Carlota de Saboya,
segunda esposa del rey Luis XI de Francia. A cada momento recibíamos nuevas
sorpresas. De repente nos encontramos con el papa Benedicto XIV, el cual estaba
impartiendo la bendición, o tal vez dando órdenes, al observar su dentadura, me
di cuenta que la tenía manchada, por lo que supe que se pasaba la vida fumando,
es uno de los papas que más han hecho por el avance de la educación, pues en su
papado se crearon universidades y centros de ciencias. Con la misma nos
retiramos continuando nuestro camino y mientras caminábamos escuché una voz que
me llamaba, en eso me cuenta que mi esposa se había sentado para descansar un
rato, por lo que me dirigí hacia el lugar de donde provenía la voz. Al llegar,
frente a mi, estaba el papa Pio VII, el cual me dio la bendición tan pronto me
acerqué.
—Hijo —me dijo,
—quiero contarte una pequeña historia.
— Le escucho su santidad —le contesté.
—Como sabrás, nuestra iglesia, en los finales del siglo
XVII y comienzos del XVIII vivió momentos muy difíciles, y fue a mi a quien le
tocó solventar la situación, aunque muchos no estuvieron de acuerdo con mis
decisiones, sin embargo; haber cogido otro camino, hubiera sido un desastre.
Cuando yo asumí el papado en nombre del Apóstol Pedro, el dictador francés
quería que yo lo instituyera como emperador, pero eso crearía una dualidad, lo
cual nos puso en una disyuntiva muy difícil, pues ya teníamos al emperador de
Sacro Colegio Germánico, aunque después de mucho meditarlo, decidimos que lo
mejor para Roma y la iglesia era acceder a los pedidos de Napoleón, por lo
tanto, no me quedó más remedio que viajar a París para proclamarlo emperador,
lo cual nunca sucedió, pues en el momento en que le iba a ponerle la corona, él
la tomó de mis manos y se la colocó en su cabeza. Terminado el acto de
coronación me impidió regresar a Roma, haciéndome su prisionero durante algún
tiempo, pero cuando supo que si yo no regresaba, se leería mi abdicación, la
cual yo había dejado escrita antes de partir, por tal motivo, a los pocos días
de enterarse, de mi carta de renuncia me dio la libertad y pude regresar al
Vaticano.
—Padre, antes de retirarme con su anuencia, quiero
hacerle una pregunta.
—Está bien hijo.
—¿Por qué usted se opuso a la independencia de los países
de la América, del yugo español?
—A decir verdad, en aquellos tiempos estaban surgiendo
sectas secretas que podrían hacerle mucho daño a la fe católica, y también
podrían surgir potencias anticatólicas —me dijo a la vez que continúo— además,
queríamos evitar un baño de sangre entre padres, hijos y hermanos.
No muy convencido, me despedí del papa, mientras tanto;
Margarita ya se había recuperado de su cansancio por lo que continuamos
escudriñando los vericuetos del Vaticano, hasta que nos encontramos con la
tumba del papa Gregorio XIII.
Al instante quise irme, del lugar, pues indirectamente,
el papa tenía manchada las manos de sangre, que aunque él no autorizó la
matanza del día de San Bartolomé, la noche del 24 de agosto de 1572, o matanzas
de los Hugonotes, más de 100,000; celebró el acto como una bendición del cielo,
e incluso; mandó a acuñar una medalla donde se encuentra a un ángel matando
Hugonotes. También quiso asesinar a la reina de Inglaterra, Isabel I, lo que
nunca pudo lograr, a pesar de los sicarios que envió para llevar a hecho tan
macabro acto. Sin embargo; no todas las acciones del Papa Gregorio XIII fueron
macabras, pues entre su legados estuvo el de cambiar el almanaque Juliano por
uno que se ajustara a la verdad de los tiempos, o sea; se creó el almanaque
Gregoriano, que es el que nos da el día a día hoy en día, pues en aquella época
el calendario Juliano tenía 11 minutos y 14 segundo más que el solar, por lo
que con la ayuda del astrónomo Christopher Clavius, el jueves 4 de octubre de
1582 se alteró el almanaque ya que el próximo día sería el viernes 15 de
octubre de 1582, además; se le eliminaría al actual almanaque tres años
bisiestos.
Como no tenía deseos de conversar con él, le pedí a Dios
que perdonara sus pecados, lo cual él se dio cuenta, entonces, a pesar de mis
puntos de vista, me impartió la bendición, la cual acepté, pues sin duda, quien
en aquellos tiempos actuó en nombre de Cristo, no fue el continuador de San
Pedro, sino; un hombre lleno de ambiciones.
Mi esposa y yo seguimos andando hasta detenernos frente
al baldaquino, el cual sobresalía por encima de todos los demás ornamentos y
obras de arte de la basílica. El bronce del cual fue hecho tenia la etiqueta
pagana, pues se le había sustraído al panteón de Agripa. También muchas de las
columnas de la plaza de San Pedro habían provenido de los monumentos paganos,
sin embargo; de todos los monumentos de la época el que más daño recibió fue el
coliseo romano, pues más de dos mil carretas de piedras se sacaron del mismo
para convertirla en cal y llevarla al Vaticano para hacer la casa de San Pedro.
Por suerte, Miguel Ángel Buonarotti se opuso a tal canibalismo y así pudo dejar
algo para la historia.
Ya agotados de caminar por la basílica de San Pedro,
salimos a la plaza, y nos acercamos a dos soldados de la guardia Suiza, los
cuales custodiaban la entrada de una enorme puerta, ambos llevaban puesto un
uniforme multicolor creado por Miguel Ángel, cientos de años antes.
Nos despedimos del Vaticano y regresamos al hotel, pues
en la tarde, seguiríamos nuestro andar por las calles, monumentos y palacios de
Roma.
Apuntes del
Vaticano.
El estado del Vaticano, es el país más pequeño del orbe.
Su extensión territorial es de 44 hectáreas, con una población de 900 personas.
El nacimiento oficial del estado Vaticano surgió en 1929, con el tratado de
Letrán. En épocas remotas existieron los llamado estados Pontificios, que
estaban bajo dominio Papal, los cuales fueron conquistados por las tropas de
Garibaldi y del Rey Vittorio Emanuel II, creando la Italia unificada de hoy en
día.
El papa es la cabeza visible del gobierno Vaticano, quien
controla el poder ejecutivo, legislativo y judicial. El segundo puesto en
importancia es el de Secretario de Estado.
La ciudad del Vaticano se compone de varios edificios,
fuentes, los jardines del Vaticano, la plaza de San Pedro y la Basílica, en la
cual se encuentran enterrados muchos de los papas que se sentaron en el trono
de San Pedro.
La plaza posee el 20% del territorio del estado y tiene
forma trapezoidal. En su centro se encuentra un obelisco egipcio, el cual fue
trasladado desde el circo de Nerón. El obelisco no tiene jeroglíficos. También
en la plaza se encuentran dos fuentes, una de las cuales fue diseñada por
Bernini. La plaza está adornada con 162 columnas dóricas. En ella el papa
bendice a los miles de fieles que se reúnen en el lugar los miércoles.
En los altos del Vaticano y encima de las columnatas se
encuentran un sin número de esculturas representando a los apóstoles, a Jesús
de Nazaret y a 140 santos.
La primera construcción de la basílica fue ordenada por
el emperador Constantino el Grande, el cual se había convertido al
cristianismo, al cabo de los siglos la basílica estaba tan deteriorada que en
el 1506 comenzó la nueva cimentación, terminándose en el 1626, pocos años
después, en 1656, se terminó la construcción de la plaza de San Pedro, la cual fue
diseñada por Bernini. La basílica tiene seis campanas. La primera es Campanone,
tañendo su sonido en Fa menor; la segunda, Campanoncino, su tañido en Si menor;
la tercera, Rota, la más antigua de todas, suena en Re menor; la cuarta,
Predica, en Fa mayor; la quinta, Ave María, en Si mayor y la sexta, Campanella,
en Do mayor. Cuando suenan todas a la vez se les llama Plenum.
La cúpula tiene 120 metros de alto y 42.45 metros de
ancho. Bajo su techo se encuentra el baldaquino y en el medio del mismo, el
altar mayor. Otro de los lugares de gran interés son los Museos Vaticanos, en
los que existe una de las colecciones de arte más grande del mundo.
El Vaticano tiene varias capillas, siendo la más
importante la Sixtina, la cual toma su nombre del papa Sixto IV quien mandó a
construirla en el año de 1477. La que se terminó en 1480. Entre los artista que
decoraron con frescos las paredes y techos se encuentran Miguel Ángel, Rafael,
Botticelli, Pietro Perugino, Luca Signorelli y Domenico Ghirlandaio, sin
embargo; el fresco más importante es el del techo, el cual fue pintado por
Miguel Ángel. Otra de las obras de este famoso pintor y escultor es la
escultura de la Piedad, la cual se encuentra en la Basílica. Actualmente está
protegida a prueba de golpes. Es en la capilla Sixtina donde se reúne el
cónclave de cardenales cuando tienen que elegir a un nuevo papa.
El Vaticano tiene su propia guardia, la cual existe desde
el año 1506, todos sus miembros tienen que ser solteros, suizos, católicos y
tener entre 19 y 30 años. El uniforme fue creado por Miguel Ángel en 1506, la
guardia la componen aproximadamente entre 100 y 110 hombres y como armas usan
la alabarda y la espada ropera, aunque están adiestrados con las armas
modernas, ya que pertenecieron al ejército suizo. Su función principal es
defender la integridad física del Papa.
En la basílica hay enterrados varios papas, entre los que
podemos citar están: Clemente X, Alejandro VII y VIII, Urbano III, Inocencio
VIII, XI y XII, Benedicto XIV, Gregorio XIII, Pio VII y VIII, siendo Juan Pablo
II el último papa que fue enterrado en el Vaticano. Otros se encuentran en el
sepulcro de los papas.
En
el Vaticano se encuentran las tumbas de varias mujeres, entre ellas las de:
Matilde de Canossa, la reina Cristina de Suecia, Carlota de Saboya y otras. Sin
embargo; la tumba más importante que existe en el Vaticano es la del Apóstol
San Pedro, la cual fue descubierta el 23 de diciembre de 1950.
Hasta la actualidad la iglesia Católica, Apostólica y
Romana ha contado con 265 papas, siendo el papa Urbano VII el que menos tiempo
ejerció sus funciones, tan solo 13 días; el papa Pío IX el que más tiempo
estuvo en la silla de San Pedro: 31 años, 7 meses y 23 días.
Entre los papas hay muchos datos curiosos a resaltar, por
ejemplo: el papa Juan IX, llegó al papado sin tan siquiera ser sacerdote, el
más anciano fue Honorio III, se supone que fue elegido cuando tenía cerca de
noventa años. El más joven: Benedicto IX, el cual tan solo tenía 14 años. Otro
dato curioso fue que el papa Alejandro VI, tuvo varios hijos.
Han habido papas que han sido grandes guerreros, e
incluso; dos millones de personas murieron por seguir la doctrina papal, como
fue la invocación hecha por el papa Urbano II en el año 1098, en el concilio de
Clermont, Francia, quien le pidió a los feligreses unir esfuerzos para
reconquistar los Santos lugares, los cuales estaban en mano de los árabes, o
sea; convocó las cruzadas las que duraron casi quinientos años.
Sin duda alguna que el Vaticano es el centro cristiano y
pagano más grande que existe, pues la mayoría de los materiales para su
construcción provino de los monumentos paganos, como las columnas de la plaza
de San Pedro y las más de dos mil carretas de piedra que le sacaron al Coliseo
Romano para convertirlas en caliza. Así que no sería de extrañar que en algunas
de las paredes se encuentren muestras de ADN de los miles de hombres que fueron
ejecutados en el coliseo, sobre todos, los cristianos de los primeros siglos.
Otros de los lugares a tener en cuenta del Vaticano es su
biblioteca, la que guarda en sus estantes más de siete millones de ejemplares,
entre los cuales se encuentran 8,300 libros incunables.
El Vaticano cuenta con un hermoso jardín, siendo la
envidia de cualquier palacio, también tiene una emisora de televisión y de
radio, trasmitiendo esta última, en casi todos los idiomas del mundo, además;
posee un observatorio con los últimos adelantos de la ciencia.