domingo, 5 de abril de 2015

BASÍLICA DE SANTA MARÍA LA MAYOR

       Crónica 27 

        Basílica de Santa María la Mayor

            Mi esposa y yo veníamos caminando por las calles de Roma, cuando de repente comenzamos a escuchar el repiquetear de campanas, nos detuvimos, tratando de averiguar de donde provenía el sonido, después de unos segundos supimos que surgían de una de las más bellas basílicas de Roma, Santa María Maggiori —Santa María la Mayor—. Al mirar hacia ella, nos dimos cuenta de que nos estaba llamando y nos invitaba para que entráramos, pues tenía sus brazos abiertos —digo, sus puertas— para recibirnos, por lo que Margarita y yo decidimos aceptar la invitación. Tan pronto pusimos los pies en el interior, los tañidos de las campanas se extinguieron a fin de que pudiéramos descubrir la historia que se encontraba entre las paredes de la iglesia y sobre todo; para que contempláramos las maravillosas obras de arte de pintores y escultores de las diferentes épocas.     
            De inmediato nos llamó la atención su techo y el piso, ambos obras maestras, el primero recubierto en oro. El oro, —según dice la leyenda— fue enviado por la reina Isabel la Católica de España. El piso es de estilo cosmatesco, en el que se levantan enormes columnas sosteniendo el dorado techo, y cuando levantamos la vista, a lo lejos, en el fondo de la nave vimos el baldaquino, envuelto en cuatro columnas de pórfido rojo. Nos acercamos al mismo para no perdernos detalle alguno, encima estaba el ábside donde se encontraba la Virgen en su coronación, acompañada por su único hijo, y a ambos lados, hileras de ángeles y otros personajes bíblicos. Al mirar hacia la parte inferior del ábside, descubrimos diferentes especies de aves pintadas. De inmediato salieron de su letargo y comenzaron a revolotear sobre nuestras cabezas, tal parecía que querían que les prestáramos atención. Muy cerca de ellas, se encontraba un pequeño conejo que había cobrado vida, comiendo su hierba favorita. Las aves, al percatarse de que no le hicimos caso regresaron a su lugar, mientras el conejo dejó de comer y de moverse, pues ya había saciado su hambre por lo que nos daba la impresión de que estaba pintado en el ábside, al menos; eso fue lo que me pareció.
            Mientras mi esposa iba por una de las naves tomando fotos, yo iba por otra con mis dos cámaras, la de fotos y la de tomar películas, haciendo algo parecido, cuando en un momento dado, perdí la noción del tiempo trasladándome siglos atrás, encontrándome muy cerca de la capilla Paulina, donde estaban varios Papas conversando, lo cuales momentos antes descansaban en sus tumbas. Habían vuelto a la vida. Entre los que reconocí estaba  Clemente VIII y IX, Pio y Pablo V, Honorio III, Nicolás IV y Sixto V.
            Me acerqué con sumo cuidado al lugar de la reunión para no interrumpir y escuchar lo que hablaban, pero no pude entender ni una sola palabra, ya que se comunicaban en latín, sin embargo; por los gestos de las manos y las expresiones de sus rostros me di cuenta de que estaban preocupados por el futuro de la iglesia, no obstante, cuando terminaron la reunión, en cada uno de ellos había una sonrisa. Seguramente que recibieron un mensaje divino, asegurándoles que la iglesia nunca desaparecerá, pues cada hombre que cree en nuestro Señor, es la iglesia en sí mismo. Minutos después en un abrir y cerrar de ojos habían desaparecidos, entonces regresé al presente y continué mi andar por la nave central, en eso; una hermosa mujer me hacía señas, yo pensé que era una turista que quería algún tipo de información, por lo que me le acerqué. Era bella y hermosa, y cuál fue mi asombro cuando me recordó a la mujer de la Galería Borghese, entonces reconocí su rostro y su pose medio desnuda. Allí estaba ella siendo parte de la iglesia de las Nieves, encantadora y seductora, entonces, al tenerla tan cerca quise poseerla en mis brazos, pero por más que trataba de aguantarla se me escapaba, hasta que me di cuenta de que su cuerpo era etéreo, que era su espíritu el que se encontraba en la iglesia, pues era el lugar de su eterno descanso, aunque sin duda estaba esperando a que algún día yo también fuera espíritu y no encontráramos, quien sabe…si en el mismo lugar. Yo la observaba mientras se alejaba y le gritaba sin abrir la boca. —Sin duda que regresaré Paulina Bonaparte Borghese—. En eso se acercó mi esposa, por lo que continuamos recorriendo la nave, hasta que nos detuvimos frente al baldaquino, a un lado del mismo, bajo una lápida blanca se encontraban los restos mortales de Gian Lorenzo Bernini, entonces Margarita y yo hicimos una oración por su alma y eterno descanso. Le dimos las gracias por su arte. Nos despedimos de Gian Lorenzo y tomamos por otra de las naves, cuando ante nuestra vista, majestuosa nos topamos con una bella escultura de la Virgen María junto al niño Jesús, —Regina Pacis—ella, con su mano en alto, tal vez pidiéndole a quienes allí nos encontrábamos que amemos a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Ella se encontraba en el lugar desde que terminó la primera guerra mundial, sin duda, que orando por la paz, no obstante; en su rostro se reflejaba una enorme tristeza, debido a la partida de muchos de sus hijos durante el terrible conflicto.
            Dejamos a la Regina Pacis con su dolor y salimos a la parte posterior de la iglesia, frente a la plaza del Esquilino, donde se levantaba, hacia el cielo, un obelisco egipcio con una cruz en la cima, el cual daba la sensación de despedir a quienes allí habíamos llegado.

        Apuntes de la Iglesia de Santa María la Mayor.
Santa María la Mayor, es una de las cuatro grandes basílicas de Roma y la primera que se levantó con la llegada del cristianismo dedicada a la Virgen María. Se encuentra en el monte Esquilino, no muy lejos de la estación de Termini. Su construcción data del siglo IV, aunque hoy en día apenas queda vestigios de la iglesia original. La construcción de la basílica se debió a iniciativa del papa Liberio y del pueblo de Roma en el año 358, rompiendo la tradición de que eran los emperadores quienes las mandaban a construir. Según dice la leyenda, al papa se le apareció la virgen en sueño y le indicó el lugar donde quería que le construyeran la basílica. Al levantarse en la mañana se dio cuenta de que durante la noche, —que era de verano— había caído una copiosa nevada, por lo que fue al lugar y dibujó, a escala real, la futura iglesia.    Cada 5 de agosto se celebra en ella una misa en conmemoración del milagro a la Virgen de las Nieves. Durante la cual, desde el techo se dejan caer pétalos blancos.
Muchos años después, la iglesia original estaba en tan mal estado que hubo que reconstruirla, lo cual ocurrió durante el papado de Sixto III. La misma está compuesta de tres naves paleocristiana, y en cada una de ellas hay dos hileras de 20 columnas. Las naves tienen 86 metros y medios de largo por 32 y medios de ancho.
La iglesia está compuesta por varias capillas, pero hay dos que llaman poderosamente la atención. La capilla Paulina, también conocida como la capilla Borghese y la capilla Sixtina.
En la capilla Sixtina están las tumbas de los papas Sixto V y Pio V, el cual tiene la gloria de haber derrotado en 1571 —con su ejército— a los turcos en la batalla de Lepanto, la cual fue la última cruzada, pero a la inversa, ya que las otras fueron de los cristianos contra el imperio Otomano. Un dato curioso es que el Papa Sixto V bendijo su propia tumba, muriendo un año después.
La capilla Paulina es muy parecida a la Sixtina, aunque su construcción se llevo a cabo 25 años más tarde, fue construida bajo el papado de Pablo V, miembro de la familia Borghese. La capilla Paulina está dedicada a la Virgen María y a ambos lados de la misma están las tumbas de los papas Clemente III y Pablo V. El costo estuvo cerca de los trescientos mil escudos, cantidad exorbitante para la época. En esta capilla está sepultada Paulina Bonaparte, hermana del emperador Napoleón.
Otro de los detalles importante de esta basílica es la misa dominical de las diez de la mañana, en la cual participa una coral polifónica, formada por hombres, cuya tradición se remonta a muchos años atrás. Si se está de visita en Roma un domingo y se tiene tiempo, esta misa es digna de ser presenciada.
Según cuenta la leyenda, un matrimonio adinerado, que no tuvieron hijos, eran fervientes devotos cristianos, los cuales donaron su fortuna para la construcción del templo, tal es así, que después que fallecieron se les sepulto en la iglesia.
La iglesia de Santa María la Mayor está dedicada a la Virgen María, en ella se encuentran las tumba de varios papas, también la de Gian Lorenzo Bernini y la de San Gerónimo, que por cierto; murió en Belén, pero años después sus restos fueron trasladados a Santa María la Mayor, donde descansa para la eternidad.
Cuando se llega a la plaza de Santa María la Mayor lo primero que llama la atención es la fachada de la basílica y el campanario de la misma, el cual tiene 75 metros de altura, es el más alto de Roma. Una de las campanas se le conoce como “la perdida”. El campanario fue construido por el arquitecto Carlos Rinaldi. En el centro de la plaza se levanta una columna proveniente de la basílica de Majencio, la cual fue puesta en el lugar por iniciativa del papa Paulo V en el año 1614 y se le conoce como la columna de la paz. En su cima se encuentra la virgen María cargando al niño Jesús.









IGLESIA DE SAN JUAN Y SAN PABLO

                Crónica 26

        Iglesia de San Juan y San Pablo.

            …Y llegamos a la iglesia de San Juan y San Pablo. Eran las dos de la tarde, por supuesto, estaba cerrada, ya que la mayoría de los templos de Roma cierran de una a tres, por lo que no nos quedó más remedio que tomarnos un descanso, por suerte, a pocos metros había un parque hacia donde nos dirigimos, al llegar, nos sentamos en uno de los bancos, al momento me acosté, poniendo la cabeza sobre mis brazos y en pocos segundos me quedé dormido, y mientras dormía…, comencé a soñar, sueño que voy a contar:           
            “Veníamos de un largo viaje, por lo que estábamos algo cansados, sin embargo, el embrujo de Roma nos había envuelto en su manto y por más que quisiéramos descansar, nuestro cuerpos se negaban, pues al instante se reponían de nueva energía para que continuáramos nuestro recorrido. Durante el camino preguntamos en más de una ocasión donde se encontraba la iglesia de los santos Giovanni y Paolo, nos dijeron que a dos luces de semáforos adelante, por lo que comenzamos a subir una pequeña cuesta, cuando llegamos a las luces, doblamos a la derecha y emprendimos por un camino de piedras. Al rato de no divisar la iglesia que buscábamos nos sentimos como un ave sin rumbo, por suerte; ante nosotros aparecieron dos monjitas, a las cuales le peguntamos donde se encontraba la iglesia de San Giovanni y Paolo, nos dijeron que la siguieran, después de andar unos pocos pasos detrás de ellas, no indicaron una callejuela que nos llevaría hacia nuestro destino. Mientras caminábamos, sobre nuestras cabezas habían arcos de piedra, los cuales dejamos atrás: de repente, ante nosotros tomó vida el campanario de la iglesia, la cual estaba cerrada….En eso desperté, y cuando ya eran cerca de las tres de la tarde nos dimos cuenta de que la estaban abriendo, por lo que de inmediato nos dirigimos hacia ella. Segundos después comenzamos nuestra visita a una de las iglesias olvidadas de Roma.
            El templo estaba algo oscuro, por lo que la toma de fotos y videos se hacía dificultoso, sin embargo, no cejé en mi empeño de fotógrafo amateur, a la vez que nos extasiábamos con las obras pictóricas del lugar y alguna que otra escultura. Empezamos a recorrer cada pasillo de la basílica. En un momento dado nos dimos cuenta de que en el lugar, además de imágenes y esculturas, también había vida, vida que no tenía cuerpo, pues siglos atrás, el 26 de junio del año 362 dos hermanos habían sido martirizados por orden del emperador apóstata Juliano, que por cierto, un año después, el mismo día y a la misma hora, el emperador era asesinado por uno de sus hombre, mientras estaba en batalla.
            Allí estaban ellos después de más de diecisiete siglos. Sin duda que Giovanni y Paolo habían salido de sus lechos para darnos un mensaje de amor. Mi esposa, que iba a mi lado se había percatado de la presencia de ambos hermanos, entonces, cuando me disponía a dirigirme a ellos, Paolo, me hizo una señal con su mano de que mantuviera silencio, por lo que estuve mudo a fin de escuchar sus palabras.
            “Hermanos —nos dijo—; gracias por venir hasta nuestra vivienda, como sabrán, llevamos muchos años en este lugar y mucho más estaremos, si es que la madre naturaleza no derrumba esta vieja iglesia, la cual fue levantada sobre nuestra casa años después de nuestra partida. Si no lo saben, es uno de los templos más antiguo de Roma, sin embargo; como aquel que dice, nos tienen olvidados”
            Cuando me vine a dar cuenta, el espíritu de ambos hermanos había desaparecido de nuestros ojos quedando el templo en silencio absoluto, el cual interrumpí al preguntarle a mi esposa.
            —¿Qué nos quiso decir Paolo, con eso de que los tienen olvidados ?
            —Creo que se refería a que esta iglesia apenas tiene fieles y visitante, ya que son muy pocas las personas que conocen la historia y martirio de ambos hermanos. Ellos esperan que nosotros gritemos al mundo que aún existen, y que a pesar de los años que han pasado, tienen vida.
            —Es verdad, tenemos que pregonar a la humanidad que Roma está llena de iglesias y basílicas, pero que dentro del monte Celio se encuentra una de las más antiguas y más pobres en bienes y ornamentación, pero no en espíritu, ya que es una de las pocas en las que las almas de dos cristianos yacen en el lugar, pues fueron ejecutados, en propia casa —hoy templo, — antes que adjurar de su fe. Ellos pertenecían a una familia pudiente y daban alimentos a los cristianos y pobres que llegaban a la puerta del hogar, por lo que gastaron toda su fortuna. En tiempos anteriores habían servido al emperador Constantino, y por ende a su hija Constancia, quien les entregó parte de su fortuna en herencia, con el fin de que continuaran la labor humanitaria de ayudar al prójimo como está escrito en las Sagradas Escrituras. Días antes de ser decapitados, entregaron lo que les quedaba a los pobres.
            Mi esposa y yo, abandonamos el lugar y en aquel momento me dije: Escribiré una pequeña crónica para que algún día se conozca a voz populi, la vida de estos dos mártires hermanos, quienes entregaron sus vidas para que la fe de los hijos de nuestro Señor se acreciente.
          Apuntes de la Iglesia de San Juan y San Pablo.
            La iglesia de San Juan y San Pablo está localizada en el Monte Celio, su construcción data del año 398. Ha sido restaurada varias veces debido a terremotos y a la inclemencia del tiempo, sin embargo; una de las restauraciones más importante —la de la fachada— estuvo a cargo del cardenal Francis Joseph Spellman, en el año 1951.
             En el año 410 fue saqueada por los visigodos y en el 1084 por los normandos. La iglesia está dedicada a dos jóvenes militares; Juan y Pablo, quienes fueron martirizados bajo las órdenes del emperador Julián el apóstata, debido a que los mismos no renegaron de su fe cristiana.
            Entre los datos curiosos de esta iglesia, —según cuenta la historia—, está el que los hermanos fueron sepultados en el lugar donde vivían, cuando en esa época se prohibía enterrar a los muertos en las propiedades, sobre todo, si estaban dentro de la ciudad. Esto fue posible porque los soldados que les dieron muerte fueron quienes los enterraron, ya que no querían dejar saber al pueblo lo sucedido y mucho menos, dejar huellas de la desaparición de ambos hermanos.
            Otro de los datos interesantes es que en la misma iglesia se encuentra la tumba de San Juan de La Cruz, además; desde hace mucho tiempo es la Casa General de los Pasionistas.

            La nave tiene 44 metros de largo y 14 y medio de ancho. Tiene varias capillas y un campanario, el cual se construyó en el siglo XII, sobre un templo dedicado al emperador Claudio. Antes de llegar a la iglesia hay que atravesar por una estrecha calle, en la cual hay varios arcos de ladrillos, los que le dan sostén, y por si fuera poco, a muy pocos metros se encuentra un bello parque que invita a descansar bajos sus frondosos árboles, lo cual hizo este cronista. 


Crónica 26
        Iglesia de San Juan y San Pablo.
            …Y llegamos a la iglesia de San Juan y San Pablo. Eran las dos de la tarde, por supuesto, estaba cerrada, ya que la mayoría de los templos de Roma cierran de una a tres, por lo que no nos quedó más remedio que tomarnos un descanso, por suerte, a pocos metros había un parque hacia donde nos dirigimos, al llegar, nos sentamos en uno de los bancos, al momento me acosté, poniendo la cabeza sobre mis brazos y en pocos segundos me quedé dormido, y mientras dormía…, comencé a soñar, sueño que voy a contar:           
            “Veníamos de un largo viaje, por lo que estábamos algo cansados, sin embargo, el embrujo de Roma nos había envuelto en su manto y por más que quisiéramos descansar, nuestro cuerpos se negaban, pues al instante se reponían de nueva energía para que continuáramos nuestro recorrido. Durante el camino preguntamos en más de una ocasión donde se encontraba la iglesia de los santos Giovanni y Paolo, nos dijeron que a dos luces de semáforos adelante, por lo que comenzamos a subir una pequeña cuesta, cuando llegamos a las luces, doblamos a la derecha y emprendimos por un camino de piedras. Al rato de no divisar la iglesia que buscábamos nos sentimos como un ave sin rumbo, por suerte; ante nosotros aparecieron dos monjitas, a las cuales le peguntamos donde se encontraba la iglesia de San Giovanni y Paolo, nos dijeron que la siguieran, después de andar unos pocos pasos detrás de ellas, no indicaron una callejuela que nos llevaría hacia nuestro destino. Mientras caminábamos, sobre nuestras cabezas habían arcos de piedra, los cuales dejamos atrás: de repente, ante nosotros tomó vida el campanario de la iglesia, la cual estaba cerrada….En eso desperté, y cuando ya eran cerca de las tres de la tarde nos dimos cuenta de que la estaban abriendo, por lo que de inmediato nos dirigimos hacia ella. Segundos después comenzamos nuestra visita a una de las iglesias olvidadas de Roma.
            El templo estaba algo oscuro, por lo que la toma de fotos y videos se hacía dificultoso, sin embargo, no cejé en mi empeño de fotógrafo amateur, a la vez que nos extasiábamos con las obras pictóricas del lugar y alguna que otra escultura. Empezamos a recorrer cada pasillo de la basílica. En un momento dado nos dimos cuenta de que en el lugar, además de imágenes y esculturas, también había vida, vida que no tenía cuerpo, pues siglos atrás, el 26 de junio del año 362 dos hermanos habían sido martirizados por orden del emperador apóstata Juliano, que por cierto, un año después, el mismo día y a la misma hora, el emperador era asesinado por uno de sus hombre, mientras estaba en batalla.
            Allí estaban ellos después de más de diecisiete siglos. Sin duda que Giovanni y Paolo habían salido de sus lechos para darnos un mensaje de amor. Mi esposa, que iba a mi lado se había percatado de la presencia de ambos hermanos, entonces, cuando me disponía a dirigirme a ellos, Paolo, me hizo una señal con su mano de que mantuviera silencio, por lo que estuve mudo a fin de escuchar sus palabras.
            “Hermanos —nos dijo—; gracias por venir hasta nuestra vivienda, como sabrán, llevamos muchos años en este lugar y mucho más estaremos, si es que la madre naturaleza no derrumba esta vieja iglesia, la cual fue levantada sobre nuestra casa años después de nuestra partida. Si no lo saben, es uno de los templos más antiguo de Roma, sin embargo; como aquel que dice, nos tienen olvidados”
            Cuando me vine a dar cuenta, el espíritu de ambos hermanos había desaparecido de nuestros ojos quedando el templo en silencio absoluto, el cual interrumpí al preguntarle a mi esposa.
            —¿Qué nos quiso decir Paolo, con eso de que los tienen olvidados ?
            —Creo que se refería a que esta iglesia apenas tiene fieles y visitante, ya que son muy pocas las personas que conocen la historia y martirio de ambos hermanos. Ellos esperan que nosotros gritemos al mundo que aún existen, y que a pesar de los años que han pasado, tienen vida.
            —Es verdad, tenemos que pregonar a la humanidad que Roma está llena de iglesias y basílicas, pero que dentro del monte Celio se encuentra una de las más antiguas y más pobres en bienes y ornamentación, pero no en espíritu, ya que es una de las pocas en las que las almas de dos cristianos yacen en el lugar, pues fueron ejecutados, en propia casa —hoy templo, — antes que adjurar de su fe. Ellos pertenecían a una familia pudiente y daban alimentos a los cristianos y pobres que llegaban a la puerta del hogar, por lo que gastaron toda su fortuna. En tiempos anteriores habían servido al emperador Constantino, y por ende a su hija Constancia, quien les entregó parte de su fortuna en herencia, con el fin de que continuaran la labor humanitaria de ayudar al prójimo como está escrito en las Sagradas Escrituras. Días antes de ser decapitados, entregaron lo que les quedaba a los pobres.
            Mi esposa y yo, abandonamos el lugar y en aquel momento me dije: Escribiré una pequeña crónica para que algún día se conozca a voz populi, la vida de estos dos mártires hermanos, quienes entregaron sus vidas para que la fe de los hijos de nuestro Señor se acreciente.

          Apuntes de la Iglesia de San Juan y San Pablo.
            La iglesia de San Juan y San Pablo está localizada en el Monte Celio, su construcción data del año 398. Ha sido restaurada varias veces debido a terremotos y a la inclemencia del tiempo, sin embargo; una de las restauraciones más importante —la de la fachada— estuvo a cargo del cardenal Francis Joseph Spellman, en el año 1951.
             En el año 410 fue saqueada por los visigodos y en el 1084 por los normandos. La iglesia está dedicada a dos jóvenes militares; Juan y Pablo, quienes fueron martirizados bajo las órdenes del emperador Julián el apóstata, debido a que los mismos no renegaron de su fe cristiana.
            Entre los datos curiosos de esta iglesia, —según cuenta la historia—, está el que los hermanos fueron sepultados en el lugar donde vivían, cuando en esa época se prohibía enterrar a los muertos en las propiedades, sobre todo, si estaban dentro de la ciudad. Esto fue posible porque los soldados que les dieron muerte fueron quienes los enterraron, ya que no querían dejar saber al pueblo lo sucedido y mucho menos, dejar huellas de la desaparición de ambos hermanos.
            Otro de los datos interesantes es que en la misma iglesia se encuentra la tumba de San Juan de La Cruz, además; desde hace mucho tiempo es la Casa General de los Pasionistas.

            La nave tiene 44 metros de largo y 14 y medio de ancho. Tiene varias capillas y un campanario, el cual se construyó en el siglo XII, sobre un templo dedicado al emperador Claudio. Antes de llegar a la iglesia hay que atravesar por una estrecha calle, en la cual hay varios arcos de ladrillos, los que le dan sostén, y por si fuera poco, a muy pocos metros se encuentra un bello parque que invita a descansar bajos sus frondosos árboles, lo cual hizo este cronista. 
Crónica 26
        Iglesia de San Juan y San Pablo.
            …Y llegamos a la iglesia de San Juan y San Pablo. Eran las dos de la tarde, por supuesto, estaba cerrada, ya que la mayoría de los templos de Roma cierran de una a tres, por lo que no nos quedó más remedio que tomarnos un descanso, por suerte, a pocos metros había un parque hacia donde nos dirigimos, al llegar, nos sentamos en uno de los bancos, al momento me acosté, poniendo la cabeza sobre mis brazos y en pocos segundos me quedé dormido, y mientras dormía…, comencé a soñar, sueño que voy a contar:           
            “Veníamos de un largo viaje, por lo que estábamos algo cansados, sin embargo, el embrujo de Roma nos había envuelto en su manto y por más que quisiéramos descansar, nuestro cuerpos se negaban, pues al instante se reponían de nueva energía para que continuáramos nuestro recorrido. Durante el camino preguntamos en más de una ocasión donde se encontraba la iglesia de los santos Giovanni y Paolo, nos dijeron que a dos luces de semáforos adelante, por lo que comenzamos a subir una pequeña cuesta, cuando llegamos a las luces, doblamos a la derecha y emprendimos por un camino de piedras. Al rato de no divisar la iglesia que buscábamos nos sentimos como un ave sin rumbo, por suerte; ante nosotros aparecieron dos monjitas, a las cuales le peguntamos donde se encontraba la iglesia de San Giovanni y Paolo, nos dijeron que la siguieran, después de andar unos pocos pasos detrás de ellas, no indicaron una callejuela que nos llevaría hacia nuestro destino. Mientras caminábamos, sobre nuestras cabezas habían arcos de piedra, los cuales dejamos atrás: de repente, ante nosotros tomó vida el campanario de la iglesia, la cual estaba cerrada….En eso desperté, y cuando ya eran cerca de las tres de la tarde nos dimos cuenta de que la estaban abriendo, por lo que de inmediato nos dirigimos hacia ella. Segundos después comenzamos nuestra visita a una de las iglesias olvidadas de Roma.
            El templo estaba algo oscuro, por lo que la toma de fotos y videos se hacía dificultoso, sin embargo, no cejé en mi empeño de fotógrafo amateur, a la vez que nos extasiábamos con las obras pictóricas del lugar y alguna que otra escultura. Empezamos a recorrer cada pasillo de la basílica. En un momento dado nos dimos cuenta de que en el lugar, además de imágenes y esculturas, también había vida, vida que no tenía cuerpo, pues siglos atrás, el 26 de junio del año 362 dos hermanos habían sido martirizados por orden del emperador apóstata Juliano, que por cierto, un año después, el mismo día y a la misma hora, el emperador era asesinado por uno de sus hombre, mientras estaba en batalla.
            Allí estaban ellos después de más de diecisiete siglos. Sin duda que Giovanni y Paolo habían salido de sus lechos para darnos un mensaje de amor. Mi esposa, que iba a mi lado se había percatado de la presencia de ambos hermanos, entonces, cuando me disponía a dirigirme a ellos, Paolo, me hizo una señal con su mano de que mantuviera silencio, por lo que estuve mudo a fin de escuchar sus palabras.
            “Hermanos —nos dijo—; gracias por venir hasta nuestra vivienda, como sabrán, llevamos muchos años en este lugar y mucho más estaremos, si es que la madre naturaleza no derrumba esta vieja iglesia, la cual fue levantada sobre nuestra casa años después de nuestra partida. Si no lo saben, es uno de los templos más antiguo de Roma, sin embargo; como aquel que dice, nos tienen olvidados”
            Cuando me vine a dar cuenta, el espíritu de ambos hermanos había desaparecido de nuestros ojos quedando el templo en silencio absoluto, el cual interrumpí al preguntarle a mi esposa.
            —¿Qué nos quiso decir Paolo, con eso de que los tienen olvidados ?
            —Creo que se refería a que esta iglesia apenas tiene fieles y visitante, ya que son muy pocas las personas que conocen la historia y martirio de ambos hermanos. Ellos esperan que nosotros gritemos al mundo que aún existen, y que a pesar de los años que han pasado, tienen vida.
            —Es verdad, tenemos que pregonar a la humanidad que Roma está llena de iglesias y basílicas, pero que dentro del monte Celio se encuentra una de las más antiguas y más pobres en bienes y ornamentación, pero no en espíritu, ya que es una de las pocas en las que las almas de dos cristianos yacen en el lugar, pues fueron ejecutados, en propia casa —hoy templo, — antes que adjurar de su fe. Ellos pertenecían a una familia pudiente y daban alimentos a los cristianos y pobres que llegaban a la puerta del hogar, por lo que gastaron toda su fortuna. En tiempos anteriores habían servido al emperador Constantino, y por ende a su hija Constancia, quien les entregó parte de su fortuna en herencia, con el fin de que continuaran la labor humanitaria de ayudar al prójimo como está escrito en las Sagradas Escrituras. Días antes de ser decapitados, entregaron lo que les quedaba a los pobres.
            Mi esposa y yo, abandonamos el lugar y en aquel momento me dije: Escribiré una pequeña crónica para que algún día se conozca a voz populi, la vida de estos dos mártires hermanos, quienes entregaron sus vidas para que la fe de los hijos de nuestro Señor se acreciente.

          Apuntes de la Iglesia de San Juan y San Pablo.
            La iglesia de San Juan y San Pablo está localizada en el Monte Celio, su construcción data del año 398. Ha sido restaurada varias veces debido a terremotos y a la inclemencia del tiempo, sin embargo; una de las restauraciones más importante —la de la fachada— estuvo a cargo del cardenal Francis Joseph Spellman, en el año 1951.
             En el año 410 fue saqueada por los visigodos y en el 1084 por los normandos. La iglesia está dedicada a dos jóvenes militares; Juan y Pablo, quienes fueron martirizados bajo las órdenes del emperador Julián el apóstata, debido a que los mismos no renegaron de su fe cristiana.
            Entre los datos curiosos de esta iglesia, —según cuenta la historia—, está el que los hermanos fueron sepultados en el lugar donde vivían, cuando en esa época se prohibía enterrar a los muertos en las propiedades, sobre todo, si estaban dentro de la ciudad. Esto fue posible porque los soldados que les dieron muerte fueron quienes los enterraron, ya que no querían dejar saber al pueblo lo sucedido y mucho menos, dejar huellas de la desaparición de ambos hermanos.
            Otro de los datos interesantes es que en la misma iglesia se encuentra la tumba de San Juan de La Cruz, además; desde hace mucho tiempo es la Casa General de los Pasionistas.
            La nave tiene 44 metros de largo y 14 y medio de ancho. Tiene varias capillas y un campanario, el cual se construyó en el siglo XII, sobre un templo dedicado al emperador Claudio. Antes de llegar a la iglesia hay que atravesar por una estrecha calle, en la cual hay varios arcos de ladrillos, los que le dan sostén, y por si fuera poco, a muy pocos metros se encuentra un bello parque que invita a descansar bajos sus frondosos árboles, lo cual hizo este cronista.







domingo, 29 de marzo de 2015

IGLESIA DE SAN PABLO EXTRAMUROS

       Crónica 25

        Iglesia de San Pablo Extramuros.

            Nos levantamos temprano en el nuevo día y, una vez más cogimos el autobús 64 que nos dejó en la plaza de la República, lugar en donde entramos a la estación del metro de la línea B. Al rato nos apeamos en la estación de Marconi, pues nuestra próxima visita era a la basílica de San Paolo Fuori le Mura—San Pablo Extramuros—.
            A los pocos minutos de estar andando comenzamos a escuchar las campanas de la iglesia, sin duda alguna que se dieron cuenta de nuestra presencia por lo que nos estaban dando la bienvenida. Nos detuvimos por unos segundos para disfrutar del armonioso repicar. Al rato se detuvieron, entonces le dimos las gracias y continuamos. A pocos pasos, sentado en un muro se encontraba una jovencita, la cual tenía el cabello rojo y verde, el cual le caía por encima de los ojos. La joven daba la sensación de que estaba retando a la naturaleza con su belleza, por supuesto, que enfoqué mi cámara hacia ella, pues quería tener en mi haber un recuerdo virgen de la belleza de la mujer italiana, y más aún, si carecía de la maldad humana. Allí la dejamos, pues tenía la impresión de que estaba esperando a alguien, entonces nos despedimos de ella y de las campanas con una sonrisa, apenas había transcurrido dos minutos cuando entramos al templo.
            Tan pronto llegamos, las altas columnas que sostenían el edificio, daban la sensación de que estaban allí para ratificar la bienvenida a los visitantes, por lo que comenzamos a caminar. En eso nos encontrábamos en el centro de la Basílica, al mirar hacia la parte superior, vimos la imagen de todos los papas, desde San Pedro hasta Benedicto XVI, todos estaban envueltos en un pequeño círculo, cuya imagen estaba hecha de pequeños mosaicos. Yo los mirabas para ver si tenía la suerte de poder comunicarme con alguno de ellos, pero no. Aunque dentro de mi escuché una voz que me dijo: “Si quieres hablar con un Papa, llégate al Vaticano, allí lo podrás ver, por supuesto, antes tienes que pedir una audiencia”.
            Sin duda que en esos días no podría cumplir mis deseos, pues mi estancia en Roma era de tan solo nueve días, y algunos ya habían pasado, por lo que al siguiente, cuando pasé por la plaza de San Pedro le di vivas al papa Benedicto XVI y, a su Santidad Juan Pablo II, que se encontraba en el lugar dibujado por una mano amiga.
            Después de reconocer algunos papas, comenzamos nuestro andar por la basílica, en ese momento un cardenal estaba oficiando una misa, por lo que prestamos atención a la misma, pero al no entender lo que decía, continuamos con nuestra visita, yendo de un lugar a otro hasta que nos encontramos con las estatuas de los apóstoles los cuales parecían que conversaban entre sí, sin embargo; por más atención que puse, nada pude escuchar, aunque imagino que hablaban de los problema actuales de la iglesia, especialmente de quienes dicen ser parte de ella y le han echado fango, y así; yendo de un lugar a otro, me acerqué al altar mayor, de inmediato comencé a sentir en mi interior una paz indescriptible, cuando en eso escuché a uno de los visitantes que le decía a uno de sus compañeros “Detrás del altar, está la tumba de San Pablo” En ese momento me di cuenta de la razón de mi paz. Sin duda que provenía desde fondo del altar, pues el apóstol Pablo, una vez más; desde su tumba nos recordaba parte de las palabras que dijo en Roma “A todos los que están en Roma como amado de Dios llamado a ser santo. Que tengan bondad inmerecida y paz de parte de Dios nuestro Padre y de nuestro Señor Jesucristo”
            …Y mi esposa y yo estábamos en Roma, y estábamos en la casa de Pablo, por lo tanto….Después de meditar las palabras del Apóstol, abandonamos el altar regocijados y nos dirigimos al jardín de la iglesia. Allí, en una estatua de piedra, pero lleno de vida, estaba el apóstol recordándonos que la paz solo se logra si uno está en paz consigo mismo.  
            Mi esposa y yo entramos en la librería que hay en el lugar y compramos algunos libros y recuerdos, después salimos de la basílica por la entrada principal, y al mirar hacia los altos de , vimos un maravilloso mosaico del Maestro, el cual se puede distinguir desde la vía Marconi, la que se encuentra al otro lado del Tíber.
            Después de maravillarnos con la fachada del edificio, nos fuimos alejando hasta llegar a un McDonald, donde comimos unas papitas y bebimos una soda. En el lugar le preguntamos a una de las jovencitas que allí trabajaban donde podríamos comprar zapatos de mujer, la cual no informó que en una de las tiendas de la vía Marconi, a unos tres kilómetros de distancia, por lo que tomamos un autobús y nos dejó en el lugar, entramos a la primera de las tiendas que vimos. Yo, me probé un par de zapatos de tacón alto, conocidos como plataformas, pues eran un regalo para nuestra hija, por lo que salimos con una bolsa en la mano.

        Apuntes de la Iglesia San Pablo Extramuros
            Entre todas las iglesias de Roma —que son cerca de 270— San Pablo Extramuros es una de las más importantes y la más grande. La misma se encuentra en los suburbios de la ciudad. Su construcción data del primer cuarto del siglo IV, fue consagrada en noviembre del 324 por el papa Silvestre I, con el transcurso de los años se le hicieron radicales cambios, tanto arquitectónicos como religiosos, los cuales la dieron a conocer como — la Iglesias de los tres emperadores—.
             En más de una oportunidad la basílica fue objeto de saqueos, por lo que el papa Juan VII mandó a fortificarla. Sin embargo; en el año 1823 fue destruida, casi en su totalidad, por un incendio no intencional. Está considerada entre las cinco iglesias más antiguas de Roma. En el fondo del baldaquino y debajo del Arco Triunfal se encuentra la tumba del apóstol San Pablo.
            Es tal su importancia artística e histórica que esta basílica es considerada Patrimonio de la humanidad. La misma fue levantada sobre un cementerio de la antigüedad, en honor a los mártires cristianos enterrados en el lugar.
            Después del desastroso incendio que la destruyó, se comenzó su reconstrucción bajo el papado de León XII, siendo el arquitecto Giuseppe Valadier quien dio comienzo a las obras, pero al poco tiempo las continuó el arquitecto Pasquale Belli, el cual falleció mientras realizaba las obras de reconstrucción, por lo que las mismas continuaron bajo el mando del arquitecto Luigi Poletti. Durante el papado de Pio IX se consagró la nueva basílica, pero en realidad, fue muchos años después cuando se le dio la forma que tiene en la actualidad.
            La basílica está compuesta por cinco edificios y a lo largo y ancho de la misma se encuentran 80 columnas. El largo es de 165 metros y el ancho de 65 y 30 su altura. La parte exterior está sustentada por 146 columnas formando un cuadripórtico de 46 metros de lado y 70 de largo. En el centro del jardín se encuentra una enorme escultura del Apóstol San Pablo empuñando una espada. En la parte exterior de la fachada de la basílica hay un mosaico con Jesús y los apóstoles Pedro y Pablo a ambos costados, más abajo se encuentran los profetas Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. Este mosaico puede verse desde el otro lado del río Tíber, si se tiene la suerte de transitar por la avenida Marconi, la cual nosotros tuvimos.
            La grandiosidad de esta basílica es tal que cuando el turista entra en ella, queda perplejo, pues donde quiera que levante la vista se encuentra la obra del hombre hecha vida. Sus columnas, el transepto, el baldaquino, el arco triunfal, el altar papal y las capillas son monumentales, sin embargo, una de las parte que más llama la atención son los mosaicos de los papas que se encuentran en lo alto, siendo Benedicto XVI— el papa 265— añadido; y por supuesto, San Pedro, el primero.

            Sin duda alguna, cualquier visita que se haga a Roma, teniendo o no teniendo tiempo, esta basílica es merecedora de ser conquistada, pues su belleza y religiosidad es digna de admiración y fe. 





IGLESIA DE SANTA MARIA SOPRA MINERVA

Crónica 24


        Iglesia de Santa María Sopra Minerva.

           Margarita  y yo habíamos traspasado el umbral de la iglesia de Santa María Sopra Minerva, pues minutos antes nos encontrábamos en la plaza de la Minerva. Tan pronto entramos en la iglesia nos llamó la atención su construcción, pues hasta ese momento no habíamos visto nada parecido. Su estilo gótico era más que suficiente para salir complacido ante su belleza. Al entrar, nos dimos de narices con el Cristo Redentor, el cual daba la impresión de que nos estaba esperando, pues tal parecía que tenía vida, por lo que no queriendo averiguar más acerca de Él, mi esposa y yo comenzamos a caminar por varios de los pasillos de la iglesia. Margarita a veces se alejaba de mi lado, mientras yo me dedicaba a tomar fotos y videos, otras veces, la veía sentada, por lo que yo continuaba deambulado de uno a otro lado de la iglesia, cuando en eso escucho una voz que me dice:
            —De nuevo nos vemos. 
            Yo miraba hacia todas partes y no reconocí a ninguna de las personas que se encontraban en el lugar, la mayoría eran turistas al igual que nosotros, los cuales no habían escuchado la voz, pues seguían admirando los techos y pasillos de la iglesia, cuando de nuevo volví a escuchar la voz, entonces la reconocía. Días antes, habíamos tenido un coloquio en las cercanías del Castillo de San Ángelo. Era la voz de Catalina de Siena quien allí se encontraba. Cuan asombrado quedé al saber que ella merodeaba por aquellos lugares, entonces me dirigió la palabra, pues se había hecho visible por lo que casi caí de rodillas a sus pies.
            —No es necesario —me dijo cuando vio mi intención—. Solo quiero contarte algo más acerca de mi vida. (leer crónica 11 Castillo y puente de San Angelo)
            —No lo podía creer, sin duda era otro de los milagros que a diario se suceden en la Ciudad Eterna, a espaldas del pueblo romano.            
            —Como es posible que yo pueda escuchar tu voz, si tu cabeza no está en esta iglesia, aquí tan solo se encuentra tu cuerpo, sin embargo; me doy cuenta que tu cuerpo y cabeza están unidos. Se supone que tu cabeza está en Santo Domingo de Siena.
            —Muy sencillo, recuerda que no pertenezco al mundo de los vivos, es mi espíritu quien te habla, por lo tanto, mi espíritu está unido. Lo material de mi cuerpo está dividido en dos partes, uno guardado en una tumba fría de esta iglesia —mi cuerpo— y la otra, —mi cabeza—, está en Santo Domingo de Siena, a los pies de un altar, pero para ti siempre estaré unida.
            —Ahora sé porque el Señor te tiene a su lado. Tú fuiste su “esposa” inmaterial por los siglos de los siglos. Sin duda que Él siempre te tendrá en su regazo.
            —Ahora de dejo para que sigas tu recorrido. Por cierto, tienes para ti y para tu esposa mi bendición. Si acaso algún día vas por Santo Domingo de Siena, continuaremos hablando de mi vida, entonces te contaré mis odiseas como embajadora de buena voluntad entre los hombres.
            Con la misma se produjo un silencio, cuando en eso mi esposa se acercó, sacándome del letargo en que me encontraba, por lo que continuamos caminando, hasta llegar a la tumba del Papa León X. Encaramado sobre la misma se encontraba una estatua de mármol, tal parecía que estaba observando los alrededores, cuando en eso bajó al piso, entonces supuse que no era una estatua la que allí se encontraba, sino el mismo papa en carne y hueso, y que si había bajado era porque estaba cansado de estar en la misma posición, no obstante, allí lo dejamos, por lo que mi esposa y yo continuamos nuestro recorrido, hasta encontrarnos con el Papa Clemente VII, el cual estaba bendiciendo a los turistas y feligreses que llegaban al templo,  —sin que estos se dieran cuenta— entre ellos a mi esposa y a mí. Se le veía abochornado y vencido, pues como político, fue un desastre y como Papa, fueron pocos sus aciertos, no obstante, allí estaba esperando una nueva oportunidad para enmendar sus errores.
            Al igual que el papa anterior, lo dejamos atrás con sus éxitos y fracasos, por lo que nosotros seguimos nuestro andar hasta que una vez más, nos encontrarnos con otra tumba, la de Benedicto XIII, se le veía grueso, sin duda de comer tanto huevo de una receta personal, a tal punto que la misma se conoce como “huevos benedictinos”. En eso, el Papa se levantó de su tumba y nos dijo algunas palabras en latín, lenguaje que no entendimos, sin embargo, aprovechando de que él hablaba varios idiomas le pregunté en español.      
           —Su santidad, ¿cómo fue posible que usted estuvo a punto de quebrar el estado Vaticano con su mala administración? ¿Y cómo es que no aceptó la congregación del movimiento de los “Católicos Viejos” al desautorizar al arzobispo de Ultrecht, Cornelius Steenhoven, creando un problema de tal magnitud que aún existe en el siglo actual?
            —Hijo, me dijo —sin duda alguna que no fui iluminado por el Señor —me dijo y con la misma volvió a su posición de reposo eterno.
            Margarita y yo seguimos deleitándonos con las diferentes esculturas y frescos, entre los que vimos a la santísima virgen Santa Rosa de Lima, con un ramo de flores a sus pies, la cual se veía feliz de encontrarse en tan magno templo. Y así, yendo de uno a otro lado llegamos hasta los baños. Al querer salir el tiempo había pasado y, cuando quisimos abandonar el lugar supimos que las puertas estaban cerradas, lo que nos impedía la salida, en eso nos dimos cuenta de que nuestros cuerpos y mentes se trasladaron siglos atrás. Mientras buscábamos la salida nos topamos de narices con la sacristía de los Dominicos, y cual sorpresa nos llevamos, pues en el lugar se encontraban 18 cardenales, para nombrar a un nuevo papa, ya que el anterior, Eugenio IV hacía nueve días que había fallecido, por lo que mi esposa y yo estábamos fuera de época, quedando sorprendidos por lo extraño de la situación, momentos antes nos habíamos escondido tras una columnata y escuchábamos a los cardenales con una discusión, en eso cerraron las puertas, y expulsaron a varios nobles que se encontraban en el interior, aunque nosotros seguíamos escondidos, e incluso ya no podíamos salir, pues sabría Dios de que nos hubieran acusado, por lo que permanecimos ocultos y en silencio, esperando la primera oportunidad para escapar, cuando en eso, uno de los cardenales cogió la palara para anunciar las reglas de la elección del nuevo Papa. Sin duda, que íbamos a ser testigos de algo maravilloso, nada más y nada menos que la elección de un nuevo papa, esto sucedía a comienzos de marzo del año de 1447. Al siguiente día de comenzar la reunión, después de varias votaciones el cardenal Tommaso Parentucelli fue elegido como el nuevo Papa, adquiriendo el nombre de Nicolás V, en honor a su maestro.
            Tan pronto se dio a conocer al pueblo de Roma, la elección del nuevo papa, pudimos abandonar la iglesia de Santa María Sopra Minerva, estábamos hambrientos, aunque no sedientos. Cuando vimos la luz, el tiempo volvió al presente, en ese momento dos turistas en el siglo XXI habían vuelto a encontrar la libertad en la Ciudad Eterna.

        Apuntes de la Iglesia de Santa María Sopra Minerva.
            El terreno en que se construyó la iglesia fue donado por el papa Alejandro IV a los monjes Dominicos entre los años 1254 a 1261. En 1280, durante el papado de Nicolás III, se comenzó la construcción de la iglesia de Santa María Sopra Minerva, terminándose en el año 1380, por el escultor Carlos Maderno. La iglesia se alzó sobre un templo dedicado a la diosa Minerva, aunque en la actualidad se sabe que el templo estuvo dedicado a la diosa egipcia Isis.
            Entre las característica que posee esta iglesia está la de ser la única gótica de Roma y la de tener bajo el altar mayor el cuerpo de Santa Catalina de Siena, no así su cabeza, que se encuentra en el lugar donde nació.
            Según cuenta la leyenda, los campesinos de Siena querían sepultar a la santa en su pueblo natal, pero como no podían trasladar el cadáver, decidieron llevar su cabeza, la cual pusieron en una alforja. Durante el trayecto fueron requisados por los guardias, quienes al abrir la alforja la encontraron llena de pétalos de rosas, sin embargo; cuando llegaron a Santo Domingo de Siena, al abrir de nuevo la alforja, en la misma se encontraba la cabeza de la santa.
            En la iglesia de Santa María Sopra Minerva se encuentran las tumbas de los papas Paulo IV y León X, Benedicto XIII, Clemente VII, y de otros ilustres personajes de las historias, tanto religiosos como civiles.
            En el año 1633 tuvo lugar en esta iglesia uno de los juicios más importantes de la humanidad en todos los tiempos, siendo el astrónomo Galileo Galilei acusado de herejía y bajo la amenaza de ser condenado a muerte si no se retractaba de sus teorías con respecto a que la tierra giraba alrededor del sol.
            La iglesia guarda dentro de sus paredes obras de incalculable valor, entre las que más llaman la atención está la del Cristo Redentor, creación del genial Miguel Ángel Buonaroti y sus alumnos. De las capillas, la más importante es la de Carafa, la que está adornada con frescos del pintor Filippino Lippi. También en esta iglesias se encuentran varias obras de Gian Lorenzo Bernini y otros maestros de las arte; tanto pictóricas como escultóricas.
            En dos ocasiones se celebraron cónclaves papales, en el 1431 fue elegido el Papa Eugenio IV y en el segundo; en el año de 1447 Nicolás V. Otro de los detalles curiosos que guarda este santuario es que entre sus tumbas se encuentra la de Diotisalvi Neroni, quien estuvo envuelto en un complot para asesinar al noble Don Pedro de Médici, famoso personajes de la historia, no por sus buenos hábitos y costumbres, sino todo lo contrario, e incluso; asesinó a su primera esposa.