domingo, 5 de abril de 2015

IGLESIA DE SAN JUAN Y SAN PABLO

                Crónica 26

        Iglesia de San Juan y San Pablo.

            …Y llegamos a la iglesia de San Juan y San Pablo. Eran las dos de la tarde, por supuesto, estaba cerrada, ya que la mayoría de los templos de Roma cierran de una a tres, por lo que no nos quedó más remedio que tomarnos un descanso, por suerte, a pocos metros había un parque hacia donde nos dirigimos, al llegar, nos sentamos en uno de los bancos, al momento me acosté, poniendo la cabeza sobre mis brazos y en pocos segundos me quedé dormido, y mientras dormía…, comencé a soñar, sueño que voy a contar:           
            “Veníamos de un largo viaje, por lo que estábamos algo cansados, sin embargo, el embrujo de Roma nos había envuelto en su manto y por más que quisiéramos descansar, nuestro cuerpos se negaban, pues al instante se reponían de nueva energía para que continuáramos nuestro recorrido. Durante el camino preguntamos en más de una ocasión donde se encontraba la iglesia de los santos Giovanni y Paolo, nos dijeron que a dos luces de semáforos adelante, por lo que comenzamos a subir una pequeña cuesta, cuando llegamos a las luces, doblamos a la derecha y emprendimos por un camino de piedras. Al rato de no divisar la iglesia que buscábamos nos sentimos como un ave sin rumbo, por suerte; ante nosotros aparecieron dos monjitas, a las cuales le peguntamos donde se encontraba la iglesia de San Giovanni y Paolo, nos dijeron que la siguieran, después de andar unos pocos pasos detrás de ellas, no indicaron una callejuela que nos llevaría hacia nuestro destino. Mientras caminábamos, sobre nuestras cabezas habían arcos de piedra, los cuales dejamos atrás: de repente, ante nosotros tomó vida el campanario de la iglesia, la cual estaba cerrada….En eso desperté, y cuando ya eran cerca de las tres de la tarde nos dimos cuenta de que la estaban abriendo, por lo que de inmediato nos dirigimos hacia ella. Segundos después comenzamos nuestra visita a una de las iglesias olvidadas de Roma.
            El templo estaba algo oscuro, por lo que la toma de fotos y videos se hacía dificultoso, sin embargo, no cejé en mi empeño de fotógrafo amateur, a la vez que nos extasiábamos con las obras pictóricas del lugar y alguna que otra escultura. Empezamos a recorrer cada pasillo de la basílica. En un momento dado nos dimos cuenta de que en el lugar, además de imágenes y esculturas, también había vida, vida que no tenía cuerpo, pues siglos atrás, el 26 de junio del año 362 dos hermanos habían sido martirizados por orden del emperador apóstata Juliano, que por cierto, un año después, el mismo día y a la misma hora, el emperador era asesinado por uno de sus hombre, mientras estaba en batalla.
            Allí estaban ellos después de más de diecisiete siglos. Sin duda que Giovanni y Paolo habían salido de sus lechos para darnos un mensaje de amor. Mi esposa, que iba a mi lado se había percatado de la presencia de ambos hermanos, entonces, cuando me disponía a dirigirme a ellos, Paolo, me hizo una señal con su mano de que mantuviera silencio, por lo que estuve mudo a fin de escuchar sus palabras.
            “Hermanos —nos dijo—; gracias por venir hasta nuestra vivienda, como sabrán, llevamos muchos años en este lugar y mucho más estaremos, si es que la madre naturaleza no derrumba esta vieja iglesia, la cual fue levantada sobre nuestra casa años después de nuestra partida. Si no lo saben, es uno de los templos más antiguo de Roma, sin embargo; como aquel que dice, nos tienen olvidados”
            Cuando me vine a dar cuenta, el espíritu de ambos hermanos había desaparecido de nuestros ojos quedando el templo en silencio absoluto, el cual interrumpí al preguntarle a mi esposa.
            —¿Qué nos quiso decir Paolo, con eso de que los tienen olvidados ?
            —Creo que se refería a que esta iglesia apenas tiene fieles y visitante, ya que son muy pocas las personas que conocen la historia y martirio de ambos hermanos. Ellos esperan que nosotros gritemos al mundo que aún existen, y que a pesar de los años que han pasado, tienen vida.
            —Es verdad, tenemos que pregonar a la humanidad que Roma está llena de iglesias y basílicas, pero que dentro del monte Celio se encuentra una de las más antiguas y más pobres en bienes y ornamentación, pero no en espíritu, ya que es una de las pocas en las que las almas de dos cristianos yacen en el lugar, pues fueron ejecutados, en propia casa —hoy templo, — antes que adjurar de su fe. Ellos pertenecían a una familia pudiente y daban alimentos a los cristianos y pobres que llegaban a la puerta del hogar, por lo que gastaron toda su fortuna. En tiempos anteriores habían servido al emperador Constantino, y por ende a su hija Constancia, quien les entregó parte de su fortuna en herencia, con el fin de que continuaran la labor humanitaria de ayudar al prójimo como está escrito en las Sagradas Escrituras. Días antes de ser decapitados, entregaron lo que les quedaba a los pobres.
            Mi esposa y yo, abandonamos el lugar y en aquel momento me dije: Escribiré una pequeña crónica para que algún día se conozca a voz populi, la vida de estos dos mártires hermanos, quienes entregaron sus vidas para que la fe de los hijos de nuestro Señor se acreciente.
          Apuntes de la Iglesia de San Juan y San Pablo.
            La iglesia de San Juan y San Pablo está localizada en el Monte Celio, su construcción data del año 398. Ha sido restaurada varias veces debido a terremotos y a la inclemencia del tiempo, sin embargo; una de las restauraciones más importante —la de la fachada— estuvo a cargo del cardenal Francis Joseph Spellman, en el año 1951.
             En el año 410 fue saqueada por los visigodos y en el 1084 por los normandos. La iglesia está dedicada a dos jóvenes militares; Juan y Pablo, quienes fueron martirizados bajo las órdenes del emperador Julián el apóstata, debido a que los mismos no renegaron de su fe cristiana.
            Entre los datos curiosos de esta iglesia, —según cuenta la historia—, está el que los hermanos fueron sepultados en el lugar donde vivían, cuando en esa época se prohibía enterrar a los muertos en las propiedades, sobre todo, si estaban dentro de la ciudad. Esto fue posible porque los soldados que les dieron muerte fueron quienes los enterraron, ya que no querían dejar saber al pueblo lo sucedido y mucho menos, dejar huellas de la desaparición de ambos hermanos.
            Otro de los datos interesantes es que en la misma iglesia se encuentra la tumba de San Juan de La Cruz, además; desde hace mucho tiempo es la Casa General de los Pasionistas.

            La nave tiene 44 metros de largo y 14 y medio de ancho. Tiene varias capillas y un campanario, el cual se construyó en el siglo XII, sobre un templo dedicado al emperador Claudio. Antes de llegar a la iglesia hay que atravesar por una estrecha calle, en la cual hay varios arcos de ladrillos, los que le dan sostén, y por si fuera poco, a muy pocos metros se encuentra un bello parque que invita a descansar bajos sus frondosos árboles, lo cual hizo este cronista. 


Crónica 26
        Iglesia de San Juan y San Pablo.
            …Y llegamos a la iglesia de San Juan y San Pablo. Eran las dos de la tarde, por supuesto, estaba cerrada, ya que la mayoría de los templos de Roma cierran de una a tres, por lo que no nos quedó más remedio que tomarnos un descanso, por suerte, a pocos metros había un parque hacia donde nos dirigimos, al llegar, nos sentamos en uno de los bancos, al momento me acosté, poniendo la cabeza sobre mis brazos y en pocos segundos me quedé dormido, y mientras dormía…, comencé a soñar, sueño que voy a contar:           
            “Veníamos de un largo viaje, por lo que estábamos algo cansados, sin embargo, el embrujo de Roma nos había envuelto en su manto y por más que quisiéramos descansar, nuestro cuerpos se negaban, pues al instante se reponían de nueva energía para que continuáramos nuestro recorrido. Durante el camino preguntamos en más de una ocasión donde se encontraba la iglesia de los santos Giovanni y Paolo, nos dijeron que a dos luces de semáforos adelante, por lo que comenzamos a subir una pequeña cuesta, cuando llegamos a las luces, doblamos a la derecha y emprendimos por un camino de piedras. Al rato de no divisar la iglesia que buscábamos nos sentimos como un ave sin rumbo, por suerte; ante nosotros aparecieron dos monjitas, a las cuales le peguntamos donde se encontraba la iglesia de San Giovanni y Paolo, nos dijeron que la siguieran, después de andar unos pocos pasos detrás de ellas, no indicaron una callejuela que nos llevaría hacia nuestro destino. Mientras caminábamos, sobre nuestras cabezas habían arcos de piedra, los cuales dejamos atrás: de repente, ante nosotros tomó vida el campanario de la iglesia, la cual estaba cerrada….En eso desperté, y cuando ya eran cerca de las tres de la tarde nos dimos cuenta de que la estaban abriendo, por lo que de inmediato nos dirigimos hacia ella. Segundos después comenzamos nuestra visita a una de las iglesias olvidadas de Roma.
            El templo estaba algo oscuro, por lo que la toma de fotos y videos se hacía dificultoso, sin embargo, no cejé en mi empeño de fotógrafo amateur, a la vez que nos extasiábamos con las obras pictóricas del lugar y alguna que otra escultura. Empezamos a recorrer cada pasillo de la basílica. En un momento dado nos dimos cuenta de que en el lugar, además de imágenes y esculturas, también había vida, vida que no tenía cuerpo, pues siglos atrás, el 26 de junio del año 362 dos hermanos habían sido martirizados por orden del emperador apóstata Juliano, que por cierto, un año después, el mismo día y a la misma hora, el emperador era asesinado por uno de sus hombre, mientras estaba en batalla.
            Allí estaban ellos después de más de diecisiete siglos. Sin duda que Giovanni y Paolo habían salido de sus lechos para darnos un mensaje de amor. Mi esposa, que iba a mi lado se había percatado de la presencia de ambos hermanos, entonces, cuando me disponía a dirigirme a ellos, Paolo, me hizo una señal con su mano de que mantuviera silencio, por lo que estuve mudo a fin de escuchar sus palabras.
            “Hermanos —nos dijo—; gracias por venir hasta nuestra vivienda, como sabrán, llevamos muchos años en este lugar y mucho más estaremos, si es que la madre naturaleza no derrumba esta vieja iglesia, la cual fue levantada sobre nuestra casa años después de nuestra partida. Si no lo saben, es uno de los templos más antiguo de Roma, sin embargo; como aquel que dice, nos tienen olvidados”
            Cuando me vine a dar cuenta, el espíritu de ambos hermanos había desaparecido de nuestros ojos quedando el templo en silencio absoluto, el cual interrumpí al preguntarle a mi esposa.
            —¿Qué nos quiso decir Paolo, con eso de que los tienen olvidados ?
            —Creo que se refería a que esta iglesia apenas tiene fieles y visitante, ya que son muy pocas las personas que conocen la historia y martirio de ambos hermanos. Ellos esperan que nosotros gritemos al mundo que aún existen, y que a pesar de los años que han pasado, tienen vida.
            —Es verdad, tenemos que pregonar a la humanidad que Roma está llena de iglesias y basílicas, pero que dentro del monte Celio se encuentra una de las más antiguas y más pobres en bienes y ornamentación, pero no en espíritu, ya que es una de las pocas en las que las almas de dos cristianos yacen en el lugar, pues fueron ejecutados, en propia casa —hoy templo, — antes que adjurar de su fe. Ellos pertenecían a una familia pudiente y daban alimentos a los cristianos y pobres que llegaban a la puerta del hogar, por lo que gastaron toda su fortuna. En tiempos anteriores habían servido al emperador Constantino, y por ende a su hija Constancia, quien les entregó parte de su fortuna en herencia, con el fin de que continuaran la labor humanitaria de ayudar al prójimo como está escrito en las Sagradas Escrituras. Días antes de ser decapitados, entregaron lo que les quedaba a los pobres.
            Mi esposa y yo, abandonamos el lugar y en aquel momento me dije: Escribiré una pequeña crónica para que algún día se conozca a voz populi, la vida de estos dos mártires hermanos, quienes entregaron sus vidas para que la fe de los hijos de nuestro Señor se acreciente.

          Apuntes de la Iglesia de San Juan y San Pablo.
            La iglesia de San Juan y San Pablo está localizada en el Monte Celio, su construcción data del año 398. Ha sido restaurada varias veces debido a terremotos y a la inclemencia del tiempo, sin embargo; una de las restauraciones más importante —la de la fachada— estuvo a cargo del cardenal Francis Joseph Spellman, en el año 1951.
             En el año 410 fue saqueada por los visigodos y en el 1084 por los normandos. La iglesia está dedicada a dos jóvenes militares; Juan y Pablo, quienes fueron martirizados bajo las órdenes del emperador Julián el apóstata, debido a que los mismos no renegaron de su fe cristiana.
            Entre los datos curiosos de esta iglesia, —según cuenta la historia—, está el que los hermanos fueron sepultados en el lugar donde vivían, cuando en esa época se prohibía enterrar a los muertos en las propiedades, sobre todo, si estaban dentro de la ciudad. Esto fue posible porque los soldados que les dieron muerte fueron quienes los enterraron, ya que no querían dejar saber al pueblo lo sucedido y mucho menos, dejar huellas de la desaparición de ambos hermanos.
            Otro de los datos interesantes es que en la misma iglesia se encuentra la tumba de San Juan de La Cruz, además; desde hace mucho tiempo es la Casa General de los Pasionistas.

            La nave tiene 44 metros de largo y 14 y medio de ancho. Tiene varias capillas y un campanario, el cual se construyó en el siglo XII, sobre un templo dedicado al emperador Claudio. Antes de llegar a la iglesia hay que atravesar por una estrecha calle, en la cual hay varios arcos de ladrillos, los que le dan sostén, y por si fuera poco, a muy pocos metros se encuentra un bello parque que invita a descansar bajos sus frondosos árboles, lo cual hizo este cronista. 
Crónica 26
        Iglesia de San Juan y San Pablo.
            …Y llegamos a la iglesia de San Juan y San Pablo. Eran las dos de la tarde, por supuesto, estaba cerrada, ya que la mayoría de los templos de Roma cierran de una a tres, por lo que no nos quedó más remedio que tomarnos un descanso, por suerte, a pocos metros había un parque hacia donde nos dirigimos, al llegar, nos sentamos en uno de los bancos, al momento me acosté, poniendo la cabeza sobre mis brazos y en pocos segundos me quedé dormido, y mientras dormía…, comencé a soñar, sueño que voy a contar:           
            “Veníamos de un largo viaje, por lo que estábamos algo cansados, sin embargo, el embrujo de Roma nos había envuelto en su manto y por más que quisiéramos descansar, nuestro cuerpos se negaban, pues al instante se reponían de nueva energía para que continuáramos nuestro recorrido. Durante el camino preguntamos en más de una ocasión donde se encontraba la iglesia de los santos Giovanni y Paolo, nos dijeron que a dos luces de semáforos adelante, por lo que comenzamos a subir una pequeña cuesta, cuando llegamos a las luces, doblamos a la derecha y emprendimos por un camino de piedras. Al rato de no divisar la iglesia que buscábamos nos sentimos como un ave sin rumbo, por suerte; ante nosotros aparecieron dos monjitas, a las cuales le peguntamos donde se encontraba la iglesia de San Giovanni y Paolo, nos dijeron que la siguieran, después de andar unos pocos pasos detrás de ellas, no indicaron una callejuela que nos llevaría hacia nuestro destino. Mientras caminábamos, sobre nuestras cabezas habían arcos de piedra, los cuales dejamos atrás: de repente, ante nosotros tomó vida el campanario de la iglesia, la cual estaba cerrada….En eso desperté, y cuando ya eran cerca de las tres de la tarde nos dimos cuenta de que la estaban abriendo, por lo que de inmediato nos dirigimos hacia ella. Segundos después comenzamos nuestra visita a una de las iglesias olvidadas de Roma.
            El templo estaba algo oscuro, por lo que la toma de fotos y videos se hacía dificultoso, sin embargo, no cejé en mi empeño de fotógrafo amateur, a la vez que nos extasiábamos con las obras pictóricas del lugar y alguna que otra escultura. Empezamos a recorrer cada pasillo de la basílica. En un momento dado nos dimos cuenta de que en el lugar, además de imágenes y esculturas, también había vida, vida que no tenía cuerpo, pues siglos atrás, el 26 de junio del año 362 dos hermanos habían sido martirizados por orden del emperador apóstata Juliano, que por cierto, un año después, el mismo día y a la misma hora, el emperador era asesinado por uno de sus hombre, mientras estaba en batalla.
            Allí estaban ellos después de más de diecisiete siglos. Sin duda que Giovanni y Paolo habían salido de sus lechos para darnos un mensaje de amor. Mi esposa, que iba a mi lado se había percatado de la presencia de ambos hermanos, entonces, cuando me disponía a dirigirme a ellos, Paolo, me hizo una señal con su mano de que mantuviera silencio, por lo que estuve mudo a fin de escuchar sus palabras.
            “Hermanos —nos dijo—; gracias por venir hasta nuestra vivienda, como sabrán, llevamos muchos años en este lugar y mucho más estaremos, si es que la madre naturaleza no derrumba esta vieja iglesia, la cual fue levantada sobre nuestra casa años después de nuestra partida. Si no lo saben, es uno de los templos más antiguo de Roma, sin embargo; como aquel que dice, nos tienen olvidados”
            Cuando me vine a dar cuenta, el espíritu de ambos hermanos había desaparecido de nuestros ojos quedando el templo en silencio absoluto, el cual interrumpí al preguntarle a mi esposa.
            —¿Qué nos quiso decir Paolo, con eso de que los tienen olvidados ?
            —Creo que se refería a que esta iglesia apenas tiene fieles y visitante, ya que son muy pocas las personas que conocen la historia y martirio de ambos hermanos. Ellos esperan que nosotros gritemos al mundo que aún existen, y que a pesar de los años que han pasado, tienen vida.
            —Es verdad, tenemos que pregonar a la humanidad que Roma está llena de iglesias y basílicas, pero que dentro del monte Celio se encuentra una de las más antiguas y más pobres en bienes y ornamentación, pero no en espíritu, ya que es una de las pocas en las que las almas de dos cristianos yacen en el lugar, pues fueron ejecutados, en propia casa —hoy templo, — antes que adjurar de su fe. Ellos pertenecían a una familia pudiente y daban alimentos a los cristianos y pobres que llegaban a la puerta del hogar, por lo que gastaron toda su fortuna. En tiempos anteriores habían servido al emperador Constantino, y por ende a su hija Constancia, quien les entregó parte de su fortuna en herencia, con el fin de que continuaran la labor humanitaria de ayudar al prójimo como está escrito en las Sagradas Escrituras. Días antes de ser decapitados, entregaron lo que les quedaba a los pobres.
            Mi esposa y yo, abandonamos el lugar y en aquel momento me dije: Escribiré una pequeña crónica para que algún día se conozca a voz populi, la vida de estos dos mártires hermanos, quienes entregaron sus vidas para que la fe de los hijos de nuestro Señor se acreciente.

          Apuntes de la Iglesia de San Juan y San Pablo.
            La iglesia de San Juan y San Pablo está localizada en el Monte Celio, su construcción data del año 398. Ha sido restaurada varias veces debido a terremotos y a la inclemencia del tiempo, sin embargo; una de las restauraciones más importante —la de la fachada— estuvo a cargo del cardenal Francis Joseph Spellman, en el año 1951.
             En el año 410 fue saqueada por los visigodos y en el 1084 por los normandos. La iglesia está dedicada a dos jóvenes militares; Juan y Pablo, quienes fueron martirizados bajo las órdenes del emperador Julián el apóstata, debido a que los mismos no renegaron de su fe cristiana.
            Entre los datos curiosos de esta iglesia, —según cuenta la historia—, está el que los hermanos fueron sepultados en el lugar donde vivían, cuando en esa época se prohibía enterrar a los muertos en las propiedades, sobre todo, si estaban dentro de la ciudad. Esto fue posible porque los soldados que les dieron muerte fueron quienes los enterraron, ya que no querían dejar saber al pueblo lo sucedido y mucho menos, dejar huellas de la desaparición de ambos hermanos.
            Otro de los datos interesantes es que en la misma iglesia se encuentra la tumba de San Juan de La Cruz, además; desde hace mucho tiempo es la Casa General de los Pasionistas.
            La nave tiene 44 metros de largo y 14 y medio de ancho. Tiene varias capillas y un campanario, el cual se construyó en el siglo XII, sobre un templo dedicado al emperador Claudio. Antes de llegar a la iglesia hay que atravesar por una estrecha calle, en la cual hay varios arcos de ladrillos, los que le dan sostén, y por si fuera poco, a muy pocos metros se encuentra un bello parque que invita a descansar bajos sus frondosos árboles, lo cual hizo este cronista.







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