sábado, 21 de marzo de 2015

CATEDRAL DE ROMA -SAN JUAN DE LETRÀN-

     Crónica 21

        San Giovanni in Laterano

            Esa mañana, igual que otras; salimos de Casa Francis y de inmediatos nos dirigimos hacia la parada del autobús 64, en la estación de San Pietro, y a la media hora nos apeamos en la de Termini, donde cogimos el metro de la línea A, el cual nos dejó en la plaza de San Giovanni in Laterano, lugar desde donde comenzaríamos nuestra visita a la Catedral de San Juan de Letrán. Antes de llegar al templo, nos detuvimos en la plaza, donde se levanta hacia el cielo, el obelisco más alto de Roma, el cual había sido dedicado al dios Amón, en Karnak. Después de observarlo por unos segundos, mis sentidos se trastocaron, ya que en la cima del mismo mis ojos vieron la cara del Faraón Tutmosis III muy furiosos y no la cruz, pues la ofrenda mandada a hacer por él, a la divinidad de Amón, la habían trasladado a miles de kilómetros para complacer el ego de un emperador romano.
            No queriendo saber nada del pasado del obelisco pude volver en mi, entonces comencé a retirarme, aunque tenía la impresión de que el faraón quería explicarme como fue su vida y lo que decían los jeroglíficos, por lo que no le hice caso. A los pocos segundos entramos en la catedral por una de las puertas laterales, de inmediato quedamos deslumbrados ante las imágenes religiosas que se encontraban en el templo, y sobre todo; la majestuosidad del mismo. En el momento en que llegamos estaban oficiando una misa, por lo que prestamos atención, al terminar, hicimos uso de nuestras cámaras. De inmediato comencé a recorrer las naves de la catedral a la vez que tomaba fotos y videos. Cada vez que pasaba frente al altar mayor, me persignaba, y así, yendo de un lugar a otro me acerqué a una hornacina donde se erguía la figura de un papa sobre una tumba, quien llevaba sobre su cabeza una mitra. Me detuve por unos segundos tratando de reconocerlo, hasta que en la parte inferior, en letras doradas, decía: Leoni XIII. Sin duda que yo estaba frente a la tumba del papa León 13, quien se encontraba en aquel lugar desde el año 1924, tal si estuviera cuidando la iglesia del emperador Constantino el Grande. Mientras yo observaba la estatua, la figura levantó su mano derecha y me bendijo. No lo podía creer, en eso se acercó mi esposa y le dije que el papa había tomado vida, y que me había bendecido. Margarita me miró de abajo hacia arriba a la vez que me dijo: “Yo creo que este viaje a Roma te está trastornado. Decirme que esa estatua de mármol te bendijo es como decir que yo también me amamanté de la loba Luperta”
            —Quien sabe —le contesté—, pues donde quiera ocurren milagros, tal vez tú no seas de estos tiempos.
            A los pocos segundos ella se alejó por una de las naves con una sonrisa en los labios, mientras yo permanecí frente a la estatua, la cual había vuelto a su posición. Segundos antes de retirarme le dije: “gracias, padre por la bendición” En eso me di cuenta de que León XIII había vuelto a tomar vida, por lo que me detuve para conversar con él.
            —Hijo —me dijo—. Gracias por venir a este santo lugar, como sabrás, he sido el segundo hombre que más tiempo ha cumplido con sus obligaciones de Papa, además; no sé si sabrás que yo fui el primer papa que nació en el siglo XIX y el primero en alcanzar la Luz del Señor en el siglo XX.
            Mientras el Papa conversaba, hizo una pausa, ocasión que aproveché para hacerle una pregunta.
            —Su Santidad. ¿Cómo fue posible que usted convenciera al emperador alemán, Otto von Bismarck de que cesara la persecución contra los católicos?
            —Me encomendé a Dios y le pedí, desde lo más hondo de mi espíritu, que me concediera el milagro de que los rebaños de nuestro Señor no lucharan entre sí.
            —Me doy cuenta —le dije.
             Cuando me disponía a hacerle otra pregunta se dirigió de nuevo a mi persona.
            —Siento tener que dejarte, en otra oportunidad seguiremos conversando. El que yo haya cogido vida en estos minutos fue un milagro del Señor para contigo, pero ahí vienen otras personas que no son creyentes, por lo tanto; he de volver a mi posición, con el fin de continuar cuidando este lugar para quienes creen en los Santos Evangelios.    
             Con la misma seguí mi andar a la vez que admiraba los maravillosos techos y pisos. Mientras andaba noté que varios hombres estaban agregando asientos en los pasillos, pues en pocos días era la fiesta de San Juan. No obstante; continué recorriendo la nave central y al dirigir mi vista hacia las hornacinas me di cuenta que doce de ellas estaban ocupadas por esculturas de los apóstoles, entre los cuales pude reconocer a San Juan el Evangelista y a San Andrés, quienes daban la impresión de que tenían vida, y es posible que sí, pues los hombres no somos capaces de ver la vida que el escultor creó cuando le dio cuerpo y alma a su obra. Y así, recorriendo la catedral, de uno a otro lugar salimos por la entrada principal, pero al mirar hacia un lateral, a menos de cien metros, se encontraba la Iglesia de la Santa Escalera, por lo que dirigimos nuestros pasos hacia ella.

        Apuntes de San Giovanni in Laterano —      San Juan de Letrán—.
            Sin duda que San Juan de Letrán es la basílica más importante de Roma, la cual tiene la gloria de tener el título de Catedral de la ciudad, además de ser las más antigua, no solo de Roma y de Italia, sino; del mundo. Debajo de su cúpula se realizaron numerosos cónclaves para elegir los futuros Papas a la silla de San Pedro.
            Al llegar a la plaza de San Giovanni in Laterano y mirar hacia los altos de la basílica descubrimos quince estatuas, de siete metros de alto cada una, y en medio de ellas está Jesús: a ambos lados, San Juan Bautista y San Juan Evangelista, los demás, son doctores de la iglesia. En esta plaza se encuentra el obelisco más alto de Roma, cuya altura es de 32 metros, con un peso aproximado de 522 toneladas, el cual está alineado con la basílica de Santa María la Mayor, dándonos a entender la unión entre la Madre con su Hijo.
            Cuando se entra a la basílica, de inmediato llama la atención la nave central, la que tiene 130 metros de largo. En el templo se realizaron cinco concilios, siendo el IV de Letrán uno de los más conocidos, no porque en el mismo se habló del amor al prójimo, sino; todo lo contrario, pues en Concilio de Letrán se sentaron las bases para la persecución y exterminios de los Cátaros, —miles murieron por no aceptar los dogmas de la iglesia cristiana de aquellos tiempos—, de igual forma sucedió con los albigenses y valdenses.
            La catedral de San Giovanni in Laterano está rodeada de varios edificios, entre los que se encuentra el palacio que fue sede, — por más de mil años— de la residencia papal, sin embargo; en el año 1309 fue trasladada a Aviñón. En el presente pertenece a Francia, pero en aquellos tiempos pertenecía a los Estados Pontificios. En el año 1378 el papa Gregorio XI trasladó, de nuevo, la residencia papal a Roma.
            En la basílica se encuentran las tumbas de los Papas Martin V, León XIII, Inocencio III, y otros. La basílica de Letrán tiene el honor de ser considerada “La madre de todas las iglesias de Roma y del mundo”, por ser la más antigua. Su construcción se debe a la petición que le hizo el papa Melquiades al emperador Constantino el Grande, —primer emperador cristiano de la historia, a comienzos del siglo IV, aunque en el devenir de los siglos ha sido reconstruida varias veces debido a incendios, terremotos y vandalismos. Fue asaltada por el vándalo Alarico, en el 410 y por Genserico en el 455, dañada de consideración por un terremoto en el 896 y pasto de las llamas el 15 de junio de 1308. La basílica de Letrán es uno de los templos más vistosos de Roma, en ella se encuentran muchas obras pictóricas y escultóricas de una belleza inigualable. También existe una colección de tapices alegóricos a la vida del emperador Constantino el Grande. Otro dato de interés es su órgano, pues es el más antiguo de Roma.
            En el año 1210, llegó a esta iglesia San Francisco de Asís, en busca de la anuencia del papa para la creación de la orden de los Frailes Menores, lo cual logró
            Entre los artistas y arquitectos que contribuyeron a la majestuosidad y embellecimiento de esta magna catedral están: Giovanni Battista Ricci, Giuseppe Cesari, Pierre Legros, Paris Nogari, Domenico Fontana, Giovanni di Stefano —creador del maravilloso baldaquino—; y por supuesto; el arquitecto Borromini, quien tuvo a su cargo la reconstrucción, casi total, de la catedral en el siglo XVII.
             En otro de los edificios anexos a la Basílica —de forma octagonal— se encuentra el baptisterio. Su techo está sujetado por ocho columnas de mármol pórfido donadas por el emperador Constantino, también en sus paredes hay varios mosaicos de extraordinaria belleza. En el centro del baptisterio se encuentra la pila bautismal. Fue el primer baptisterio que existió. En aquella época, solo los obispos de las catedrales y el papa tenían la potestad para bautizar. En el año de 1929, en uno de los edificios del conglomerado tuvo lugar la firma del Tratado de Letrán, poniendo fin al litigio entre la iglesia y el estado italiano. Dando nacimiento legal al estado del Vaticano.
             En la actualidad, cada jueves santo, el Papa oficia la misa de cuaresma en la basílica de Letrán. Fue en esta iglesia donde el papa Bonifacio VIII (1294—1303) dio vida al primer Jubileo de la historia. La basílica y los edificios que la componen tienen extra territorialidad, ya que pertenecen al estado del Vaticano.

                                       IGLESIA DE  SAN GIOVANNI EN LATERANO

                                                          PAPA LEÓN XIII





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