Crónica 21
San Giovanni in Laterano
Esa mañana, igual que otras; salimos de Casa Francis y de
inmediatos nos dirigimos hacia la parada del autobús 64, en la estación de San
Pietro, y a la media hora nos apeamos en la de Termini, donde cogimos el metro
de la línea A, el cual nos dejó en la plaza de San Giovanni in Laterano, lugar
desde donde comenzaríamos nuestra visita a la Catedral de San Juan de Letrán.
Antes de llegar al templo, nos detuvimos en la plaza, donde se levanta hacia el
cielo, el obelisco más alto de Roma, el cual había sido dedicado al dios Amón,
en Karnak. Después de observarlo por unos segundos, mis sentidos se
trastocaron, ya que en la cima del mismo mis ojos vieron la cara del Faraón
Tutmosis III muy furiosos y no la cruz, pues la ofrenda mandada a hacer por él,
a la divinidad de Amón, la habían trasladado a miles de kilómetros para
complacer el ego de un emperador romano.
No queriendo saber nada del pasado del obelisco pude volver
en mi, entonces comencé a retirarme, aunque tenía la impresión de que el faraón
quería explicarme como fue su vida y lo que decían los jeroglíficos, por lo que
no le hice caso. A los pocos segundos entramos en la catedral por una de las
puertas laterales, de inmediato quedamos deslumbrados ante las imágenes
religiosas que se encontraban en el templo, y sobre todo; la majestuosidad del mismo.
En el momento en que llegamos estaban oficiando una misa, por lo que prestamos
atención, al terminar, hicimos uso de nuestras cámaras. De inmediato comencé a
recorrer las naves de la catedral a la vez que tomaba fotos y videos. Cada vez
que pasaba frente al altar mayor, me persignaba, y así, yendo de un lugar a
otro me acerqué a una hornacina donde se erguía la figura de un papa sobre una
tumba, quien llevaba sobre su cabeza una mitra. Me detuve por unos segundos
tratando de reconocerlo, hasta que en la parte inferior, en letras doradas,
decía: Leoni XIII. Sin duda que yo
estaba frente a la tumba del papa León 13, quien se encontraba en aquel lugar
desde el año 1924, tal si estuviera cuidando la iglesia del emperador
Constantino el Grande. Mientras yo observaba la estatua, la figura levantó su
mano derecha y me bendijo. No lo podía creer, en eso se acercó mi esposa y le
dije que el papa había tomado vida, y que me había bendecido. Margarita me miró
de abajo hacia arriba a la vez que me dijo: “Yo creo que este viaje a Roma te
está trastornado. Decirme que esa estatua de mármol te bendijo es como decir
que yo también me amamanté de la loba Luperta”
—Quien sabe —le contesté—, pues donde quiera ocurren
milagros, tal vez tú no seas de estos tiempos.
A los pocos segundos ella se alejó por una de las naves
con una sonrisa en los labios, mientras yo permanecí frente a la estatua, la
cual había vuelto a su posición. Segundos antes de retirarme le dije: “gracias,
padre por la bendición” En eso me di cuenta de que León XIII había vuelto a
tomar vida, por lo que me detuve para conversar con él.
—Hijo —me dijo—. Gracias por venir a este santo lugar,
como sabrás, he sido el segundo hombre que más tiempo ha cumplido con sus obligaciones
de Papa, además; no sé si sabrás que yo fui el primer papa que nació en el
siglo XIX y el primero en alcanzar la Luz del Señor en el siglo XX.
Mientras el Papa conversaba, hizo una pausa, ocasión que
aproveché para hacerle una pregunta.
—Su Santidad. ¿Cómo fue posible que usted convenciera al
emperador alemán, Otto von Bismarck de que cesara la persecución contra los
católicos?
—Me encomendé a Dios y le pedí, desde lo más hondo de mi
espíritu, que me concediera el milagro de que los rebaños de nuestro Señor no
lucharan entre sí.
—Me doy cuenta —le dije.
Cuando me disponía
a hacerle otra pregunta se dirigió de nuevo a mi persona.
—Siento tener que dejarte, en otra oportunidad seguiremos
conversando. El que yo haya cogido vida en estos minutos fue un milagro del
Señor para contigo, pero ahí vienen otras personas que no son creyentes, por lo
tanto; he de volver a mi posición, con el fin de continuar cuidando este lugar
para quienes creen en los Santos Evangelios.
Con la misma seguí
mi andar a la vez que admiraba los maravillosos techos y pisos. Mientras andaba
noté que varios hombres estaban agregando asientos en los pasillos, pues en
pocos días era la fiesta de San Juan. No obstante; continué recorriendo la nave
central y al dirigir mi vista hacia las hornacinas me di cuenta que doce de
ellas estaban ocupadas por esculturas de los apóstoles, entre los cuales pude
reconocer a San Juan el Evangelista y a San Andrés, quienes daban la impresión
de que tenían vida, y es posible que sí, pues los hombres no somos capaces de
ver la vida que el escultor creó cuando le dio cuerpo y alma a su obra. Y así,
recorriendo la catedral, de uno a otro lugar salimos por la entrada principal,
pero al mirar hacia un lateral, a menos de cien metros, se encontraba la
Iglesia de la Santa Escalera, por lo que dirigimos nuestros pasos hacia ella.
Apuntes de San Giovanni in
Laterano — San Juan de Letrán—.
Sin duda que San Juan de Letrán es la basílica más
importante de Roma, la cual tiene la gloria de tener el título de Catedral de
la ciudad, además de ser las más antigua, no solo de Roma y de Italia, sino;
del mundo. Debajo de su cúpula se realizaron numerosos cónclaves para elegir
los futuros Papas a la silla de San Pedro.
Al llegar a la plaza de San Giovanni in Laterano y mirar
hacia los altos de la basílica descubrimos quince estatuas, de siete metros de
alto cada una, y en medio de ellas está Jesús: a ambos lados, San Juan Bautista
y San Juan Evangelista, los demás, son doctores de la iglesia. En esta plaza se
encuentra el obelisco más alto de Roma, cuya altura es de 32 metros, con un
peso aproximado de 522 toneladas, el cual está alineado con la basílica de
Santa María la Mayor, dándonos a entender la unión entre la Madre con su Hijo.
Cuando se entra a la basílica, de inmediato llama la
atención la nave central, la que tiene 130 metros de largo. En el templo se
realizaron cinco concilios, siendo el IV de Letrán uno de los más conocidos, no
porque en el mismo se habló del amor al prójimo, sino; todo lo contrario, pues
en Concilio de Letrán se sentaron las bases para la persecución y exterminios
de los Cátaros, —miles murieron por no aceptar los dogmas de la iglesia
cristiana de aquellos tiempos—, de igual forma sucedió con los albigenses y
valdenses.
La catedral de San
Giovanni in Laterano está rodeada de varios edificios, entre los que se
encuentra el palacio que fue sede, — por más de mil años— de la residencia
papal, sin embargo; en el año 1309 fue trasladada a Aviñón. En el presente
pertenece a Francia, pero en aquellos tiempos pertenecía a los Estados
Pontificios. En el año 1378 el papa Gregorio XI trasladó, de nuevo, la
residencia papal a Roma.
En la basílica se encuentran las tumbas de los Papas
Martin V, León XIII, Inocencio III, y otros. La basílica de Letrán tiene el
honor de ser considerada “La madre de todas las iglesias de Roma y del mundo”,
por ser la más antigua. Su construcción se debe a la petición que le hizo el
papa Melquiades al emperador Constantino el Grande, —primer emperador cristiano
de la historia, a comienzos del siglo IV, aunque en el devenir de los siglos ha
sido reconstruida varias veces debido a incendios, terremotos y vandalismos.
Fue asaltada por el vándalo Alarico, en el 410 y por Genserico en el 455,
dañada de consideración por un terremoto en el 896 y pasto de las llamas el 15
de junio de 1308. La basílica de Letrán es uno de los templos más vistosos de
Roma, en ella se encuentran muchas obras pictóricas y escultóricas de una
belleza inigualable. También existe una colección de tapices alegóricos a la
vida del emperador Constantino el Grande. Otro dato de interés es su órgano,
pues es el más antiguo de Roma.
En el año 1210, llegó a esta iglesia San Francisco de
Asís, en busca de la anuencia del papa para la creación de la orden de los
Frailes Menores, lo cual logró
Entre los artistas y arquitectos que contribuyeron a la
majestuosidad y embellecimiento de esta magna catedral están: Giovanni Battista
Ricci, Giuseppe Cesari, Pierre Legros, Paris Nogari, Domenico Fontana, Giovanni
di Stefano —creador del maravilloso baldaquino—; y por supuesto; el arquitecto
Borromini, quien tuvo a su cargo la reconstrucción, casi total, de la catedral
en el siglo XVII.
En otro de los
edificios anexos a la Basílica —de forma octagonal— se encuentra el
baptisterio. Su techo está sujetado por ocho columnas de mármol pórfido donadas
por el emperador Constantino, también en sus paredes hay varios mosaicos de
extraordinaria belleza. En el centro del baptisterio se encuentra la pila
bautismal. Fue el primer baptisterio que existió. En aquella época, solo los
obispos de las catedrales y el papa tenían la potestad para bautizar. En el año
de 1929, en uno de los edificios del conglomerado tuvo lugar la firma del
Tratado de Letrán, poniendo fin al litigio entre la iglesia y el estado
italiano. Dando nacimiento legal al estado del Vaticano.
En la actualidad,
cada jueves santo, el Papa oficia la misa de cuaresma en la basílica de Letrán.
Fue en esta iglesia donde el papa Bonifacio VIII (1294—1303) dio vida al primer
Jubileo de la historia. La basílica y los edificios que la componen tienen
extra territorialidad, ya que pertenecen al estado del Vaticano.
IGLESIA DE SAN GIOVANNI EN LATERANO
PAPA LEÓN XIII
IGLESIA DE SAN GIOVANNI EN LATERANO
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